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Lua.

Seattle.

A penas llegaron Kasey y Melissa nos encerramos en la oficina de David para hablar de lo que le habían hecho a Nathan y como íbamos a responder sin embargo por alguna razón, Kasey aún intentaba seguir poniendo paz.

—¿Qué más debe de pasar para que dejes de intentar ser el intermediario?—gruñí golpeando el escritorio con la palma de mi mano— ¡Nathan está entre la vida y la muerte!

—Lo sé pero no podemos actuar con la cabeza caliente.—dijo desde la esquina de la oficina con los brazos cruzados.

—¿No? ¿Entonces que debemos hacer?—dije entre dientes— ¿Sentarnos, esperar y ver quién será el siguiente?

—¿No lo ves? ¡Él quiere esto! ¡Quiere que pierdas la cabeza!—se comenzó a acercar a mi dirección.

Sacudí la cabeza.

—En este momento tengo la cabeza bien puesta.—la frialdad tiñó mi voz— Se con certeza que no podremos detenerlo hasta que actuemos como él.

—No somos asesinos.—me recordó.

—Lo sé pero no me importaría mancharme las manos de sangre para salvar nuestras vidas.—declaré con firmeza— Esto ya no se trata de quién tiene más poder, ya no es un juego.

—¿Entonces que es?—recargo sus manos en el escritorio.

Mire a Melissa que pasaba su mirada de su prometido a mí con la misma rapidez con la que iban sus pensamientos.

—Matar o morir.—volví a mirar a Kasey— Y no sé tú pero yo aún no quiero morir.

Se quedó en silencio mirándome fijamente.

—Lua tiene razón.—Mel se levantó de la silla y camino hasta mi lado.

—Mel...—dijo Kasey entre dientes.

—Lambert no nos dejará en paz hasta que esté muerto.—la voz de Melissa estaba cargada de tensión— ¿Qué pasa si la siguiente soy yo?

Kasey cerro los ojos con fuerza como si el solo hecho de imaginar mal a su prometida lo hiriera.

—¿O tú? Yo no puedo vivir sin ti, K.—la voz el tembló— Ya perdiste a Liam y Nathan está debatiéndose entre la vida y la muerte, ¿no crees que es momento de dejar de ocultarnos y salir a luchar?

—Si algo te pasa...—Kasey sacudió la cabeza.

Retire la mirada cuando Kasey miró a Melissa comenzando una conversación en silencio con simples miradas que decían más que mil palabras.

—Bien.—hablo Kasey dirigiéndose a mí— Ideemos un plan para acabar con Lambert.

El pasar de las horas no se sintieron dentro de aquellas cuatro blancas paredes en las que nos encontrábamos pensando como atacar a Lambert de una manera significativa.

Era un hombre sin puntos débiles.

Ya lo había demostrado.

Sin corazón y con la sangre fría.

Sin embargo todos teníamos un punto débil, a veces muy bien oculto o a veces a plena vista. Melissa se encargó de investigar hasta el secreto mejor guardado de Lambert hackeando más de un sistema de seguridad.

—Bingo.—dijo Melissa cuando por fin encontró algo.

Todos miramos la pantalla donde aparecían los datos que necesitábamos para dar el primer golpe a Lambert. Mire la antigua fotografía dónde aparecía Lambert junto a una mujer que cargaba un recién nacido y al lado de Lambert, Benoit, su mano derecha.

—Investiga que fue de ese niño y el parentesco que tiene con Lambert.—dije señalando al recién nacido— Mientras atacaremos por medio de él.

—¿Quién es?—cuestionó Kasey.

—Es la mano derecha de Lambert.

Decidimos tomar un descanso después de tantas horas encerrados en la oficina de David de la que salimos los tres, primero yo y después ellos dos que se vieron obligados a detenerse cuando yo lo hice abruptamente al ver quién había salido del ascensor.

Volví a caminar yendo hacia él que en cuanto me vio estiró sus brazos en mi dirección ofreciendome consuelo.

—¿Cómo estás?—dijo en mi oído mientras me estrechana entre sus brazos.

—Bien.—murmuré sobre su hombro aferrandome a su cuerpo.

No dejo de abrazarme y no hubo necesidad de decir nada más, no hasta que me separé un poco y sus manos acunaron mis mejillas.

—Te ves fatal.—arrugó la nariz juguetón.

Solté una risita sin muchas ganas.

—¿Has comido algo?

Sacudí la cabeza.

—No he tenido apetito.—dije con sinceridad.

Entrecerró sus ojos.

—Venga, te llevaré a comer algo.—declaró.

—No es necesario Jake, más tarde puedo comer algo de la cafetería.—susurré aún pegada a él.

—No me iré de aquí hasta que comas algo.

Suspiré.

—Vale.—accedí.

Me despedí a la distancia de Melissa y Kasey que no perdían detalle del hombre a mi lado que sujetaba mi mano. Dentro del ascensor coloque mi cabeza en su hombro y cerré los ojos sintiendo como su brazo envolvía mis hombros.

—Gracias por venir.—susurré temblorosa.

—No tienes nada que agradecer, Lu.—dejo un beso en mi frente— Aquí voy a estar siempre que me necesites.

Levanté la cabeza para mirarlo y regalarle una pequeña sonrisa, él con sus dedos acomodo un mechón detrás de mi oreja para después sujetar mi mentón entre su dedo pulgar e índice para dejar un pequeño beso en mis labios.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora