Extra

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Raphaël.

Seattle.

Conduje a toda velocidad a la carretera con Sophie en el asiento trasero inconsciente, Alexandre ya debería de estar esperando en el punto dónde le había indicado para que se llevará a Sophie y yo pudiera regresar por Lua.

Lambert era un maniático, Lua estaba en peligro con él.

No podía dejarla sola.

Una pared de polvo de levantó cuando derrape el coche dando una vuelta en U, me baje y abrí la puerta trasera para tomar a Sophie en brazos.

—Llevala a casa de David.—le ordene a Alex— Probablemente no tarde en despertar así que trata de tranquilizarla o vuelve a dormirla.

—¿Cómo demonios haré eso?—dijo con algo de pánico sosteniendo a Sophie.

—Encontraras la manera, confío en ti.—dije y volví al interior de mi coche.

Arranque sin perder un segundo más, podía ver cómo la aguja aumentaba conforme la velocidad pero eso no me importaba, necesitaba llegar hacia Lua.

Había sido un error dejarla sola.

Apreté el volante con fuerza sintiendo el corazón en la garganta y una sensación nueva albergando mi cuerpo, angustia.

Nunca había sentido angustia por nada.

Lambert me había enseñado a ser frío y controlador sobre mi sentir pero desde que había conocido a Lua, desde que sentía la necesidad de protegerla a ella y a Sophie todo lo que Lambert me enseñó sobre ser un robot se borró.

Después de que madre muriera no tuve a nadie.

No veía a Lambert, solo recibía sus cheques para poder mantenerme pero entonces me enliste en la policía y comencé a ganar mi propio dinero, ya no lo necesitaba sin embargo me aferraba a la idea de aún tener un padre con vida.

Hasta que supe de la existencia de las hermanas Jeferson y el plan de Lambert, no podía permitir que les hiciera algo.

Eran mis hermanas a pesar de todo.

Baje de mi coche en cuanto pude visualizar a una de las unidades de policías que Jake había traído con él, me comencé a acercar sintiendo como las manos me comenzaban a sudar extrañamente.

Me detuve al ver cómo un grupo de policías salían de la fábrica con Lambert que tenía una herida en el hombro y el rostro golpeado, detrás venía la mujer de las fotos cabizbaja con las manos en su espalda sujetas por unas esposas de metal al igual que Lambert.

—¿Han resguardado a la señorita Jeferson?—le pregunté a uno de los oficiales.

—No lo sé.—dijo erguido sin mirarme.

—¿Eres idiota? ¿Dónde está la señorita Jeferson?—lo tome de las solapas de su traje sin medir mi fuerza.

—Es información confidencial.—dijo sin inmutarse.

—Soy la mano derecha del jefe Longdon, merezco saber esa información.—mencione entre dientes.

No hubo falta que dijera algo, cuando sus ojos por fin me miraron supe que había llegado tarde.

Solté al hombre sintiéndome aturdido, me gire mirando como todo a mi alrededor se veía borroso sin embargo pude enfocar a Lambert.

—¿¡Qué le hiciste hijo de puta!?—grite en francés dando zancadas hasta él.

Tenía la mirada perdida, ni siquiera me vio.

—Era tu hija.—empuje a uno de los oficiales para acercarme a padre— ¡Era tu hija!

—No he hecho nada.—me respondió en francés.

—No te creo.—lo empuje— ¿Qué le has hecho?

Lambert bajo la mirada un par de segundos antes de dirigirla a la mujer que tenía manchas de sangre en su ropa.

Supe lo que quiso decir al instante.

—¡No!—di un golpe a la patrulla detrás de Lambert— No...

Di un traspié sintiendo como las lágrimas se acumulaban en mis ojos, apreté los puños ignorando las miradas de los oficiales. Mire la entrada a la fábrica y sin dejar que nadie me detuviera comencé a correr hacia allá.

La zona estaba acordonada y algunos oficiales se encontraban cuidando la zona, uno de ellos me trató de detener.

—Vuelve a intentar a hacer eso y lo pagarás muy caro.—lo empuje con fuerza.

Pase por debajo de la cinta dando solo un par de pasos antes de detenerme sintiendo como el corazón me dejaba de latir de golpe al ver a Jake llorando con Lua entre sus brazos y sangre manchando el piso.

Su sangre.

Caí de rodillas en el piso sintiendo como las lágrimas se derramaban por mis mejillas, apreté los puños.

No pude protegerla.

No había podido mantenerla a salvó.

Había fallado, Lua estaba muerta.

Más tarde un par de hombres vestidos con un traje blanco sacaron una camilla con una bolsa negra, todo el cuerpo me dolió mirando como se detenían en la parte trasera de una camioneta blanca.

—¿Me pueden dar un segundo?—les pedí escuchando mis propias palabras resonando en mis oídos.

Intercambiaron miradas antes de asentir y retirarse.

Con la mano temblorosa tome la cremallera de la bolsa y lentamente la fui abriendo hasta descubrir el rostro golpeado de Lua, nuevas lágrimas se derramaron.

—Joder.—ahogue un sollozo.

Realmente era ella.

Su piel había perdido color, lo único que brillaba en ella era la sangre ya seca que manchaba su rostro.

—Lo siento tanto hermanita.—me incline dejando mi frente descansar en la de ella— Perdón por no poder protegerte.

Todo en mi dolía.

No había podido salvarla.

—Cumplire lo que te prometí.—acaricie su cabello— Cuidare de Sophie, te lo aseguro.

Creí que ese momento sería el más difícil pero estaba equivocado. Llevaba casi una hora estacionado afuera de la casa de David tratando de armarme de valor para darle la noticia a Sophie.

No era capaz.

Sin embargo me encontraba caminando hacia la puerta de aquella casa cabizbajo, toque dos veces la puerta antes de dar un paso atrás para esperar a que abrieran.

El interior de la casa se sentía frío a pesar de la acalorada discusión que mantenía Sophie con Melissa que se vio interrumpida al notar mi presencia.

—¿Raphaël? ¿Raphaël?—pude escuchar la voz de Melissa.

Mire a Sophie que mantenía una mirada ardiente por la furia pero en el fondo destellaba la preocupación por su hermana.

—¿Dónde está Lua?—cuestionó Melissa.

—L–lo siento.—fue mi disculpa hacia Sophie por no poder mantener a nuestra hermana a salvó.

—Raphaël, ¿Dónde está Lua?—volvió a repetir la rubia con miedo.

—La han matado, Lua está muerta.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora