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Jake.

Malibú.

Conduje al centro comercial más cercano para comprar lo que Lua necesitaba para cortar mi cabello. Debía admitir que aquella actividad me mantenía algo extasiado y nervioso a la vez, confíaba en ella.

No tarde mucho en conseguir el juego de peluquería, estaba de camino a la salida del centro comercial cuando una pequeña joyería se cruzó en mi camino y una pieza específica en el aparador llamo mi atención.

—¿Puede personalizarse?—le pregunté a la mujer señalando el aparador.

—Si así lo desea.—respondió con una sonrisa.

—Estupendo.—asentí.

Le envié un mensaje a Lua para avisarle que tardaría un poco en llegar para que no se preocupara y comencé a personalizar la pieza del aparador buscando un par de dijes con ayuda de la mujer.

Guarde la bolsita de terciopelo en el bolsillo de mi short y me dirigí al estacionamiento para conducir de regreso a casa donde Lua se encontraba caminando en la orilla de la playa con su celular en la oreja.

Vestía nuevamente una de mis poleras y una braga blanca que se lograba ver cuando el aire soplaba y movía mi polera, se giro y me miró pidiéndome un minuto.

Me dirigí al baño para preparar las cosas que creía que Lua necesitaría para cortar mi cabello, tape el desagüe y deje que el lavamanos se llenará con algo de agua.

—Me encanta cuando usas mi ropa.—la sujete de la cintura cuando apareció en el baño.

—Me gusta usarla, me deja tu olor en la piel.—susurró mirándome fijamente.

—¿Así que te gusta mi olor?—con la punta de mi nariz acaricie su mejilla.

—En general, me gusta todo de ti.—beso mi mejilla— Parece que estás ansioso.

Seguí su mirada a la losa del lavamanos dónde ya se encontraba preparado el juego de peluquería.

—Un poco.—acepté.

—Podemos ir a una peluquería, sino estás seguro.—me acarició suavemente la mejilla.

—Confío en ti.—bese la palma de su mano.

Por un instante, un momento fugaz algo cambio en su mirada pero no logré descifrar que era.

—Ve por una silla del comedor.—me pidió.

—Que mandona.—arrugué la nariz.

Me fulminó con la mirada a lo que solté una carcajada mientras salía del baño para ir por una silla tal y como me lo había pidió, al regresar al baño Lua estaba sujetando su cabello en una coleta alta.

—Sientate.—me dijo después de acomodar la silla al borde del lavamanos.

Me saque la polera y tome la toalla que Lua me daba poniéndomela en la espalda para sentarme en la silla dejando que Lua comenzará a lavar mi cabello. Cerré los ojos disfrutando del masaje de sus dedos en mi cuero cabelludo, la sujete de la cadera solo para tener contacto con ella mientras terminaba de retirar el shampoo de mi cabello.

—Debes quedarte quieto a partir de ahora, no quiero ser la culpable de arruinar tu cabello.—susurró tomando las tijeras plateadas— Solo las puntas ¿cierto?

—No, haz un nuevo corte.—asentí.

Palidecio.

—¿Estás... Estás seguro?—me miró con los ojos ligeramente abierto de más.

—Totalmente.—le acaricie la cadera— Hazlo.

—Bien.—se aclaró la garganta— Levántate, necesito acomodar la silla.

Hice lo que me pidió dejando que acomodara la silla, me senté de espaldas al espejo y dejé que comenzará a cortar mi cabello.

Mire el primer mechon caer al piso deslizándose por mi brazo, apreté mis manos sobre mi regazo sin decir nada para que Lua se concentrará, no quería por accidente me cortará la oreja.

En un movimiento de mi mano sentí la bolsita en el interior de mi bolsillo y sonreí, esperaba que le encantará.

—Tienes que quedarte quieto, extremadamente quieto.—pidió en un susurró mientras encendia la máquina para rebajar mi cabello de los lados.

—Procura no cortarme una oreja.—bromee.

—Jake.—advirtió.

Me reí cuando alejo la máquina de mí.

Tardó un par de minutos más en terminar de perfeccionar mi nuevo corte de cabello y sacudir con una brocha los cabellos que había caído en mi pecho.

—Listo.—murmuró sonriendo— Te ves guapísimo.

Le regrese la sonrisa.

—¿Puedo verme?—dije poniéndome de pie.

Asintió lentamente, me gire tomando una bocanada de aire para ver mi reflejo en el espejo. En los costados se encontraba corto pero no tanto, tal vez uno o dos centímetros de largo y arriba si era largo pero no tanto como lo era tanto.

—Y...—el reflejo de Lua apareció en el espejo— ¿Qué piensas?

—Me ha gustado mucho.—asentí girandome hacia ella para acercarla a mí de la cadera.

—¿De verdad?—levantó la cabeza para mirarme.

—De verdad.—respondí y bese cortamente sus labios— Gracias.

Sonrío y beso mis labios nuevamente metiendo sus dedos por mi recién cortado cabello.

—Te he comprado algo.—dije cuando separo nuestros labios.

—¿En serio?—sus ojos brillaron— ¿Qué es?

Saque la bolsita de terciopelo de mi bolsillo y la puse delante de ella.

—Descúbrelo.—le sonreí.

La solté de la cadera para que tuviera mayor libertad de movilidad, tomo la bolsita deshaciendo el nudo que la mantenía cerrada para sacar el collar de perlas con dos dijes en el centro, un pequeño corazón de cristal de color verde como sus ojos y una pequeña «J» dorada.

—Dios, Jake.

—¿Te gusta?—cuestione sintiendo la ansiedad en mi voz.

—¿Bromeas?—me miró incrédula— Me encanta, ¿me lo pones?

Asentí tomando el collar mientras se daba media vuelta para que le pusiera el collar, la mire acariciar los dos dijes al darse de nuevo la vuelta para verme.

—Je t'aime à la folie Jake Longdon.—dijo antes de fundirnos en un beso.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora