Lua.
Seattle.
A la mañana siguiente Melissa, Kasey y Nathan por fin aparecieron en la habitación del hospital en la que me encontraba con cientos de preguntas que me tomé el tiempo de responder con calma dado a que parecía ser que no me darían el alta tan pronto como creía.—¿Qué es lo que quiere?—dijo Kasey que estaba de frente a mí.
—Jugar.
—¿Jugar?—exclamó Melissa con confusión— ¿A qué?
—A ver quién mata a quién primero.—los tres intercambiaron miradas— Gerard no viene a hacer las paces, eso está claro.
—¿Pero, por qué ahora?—Nathan me miró confundido.
—No lo sé.—murmuré— Supongo que habrá que averiguarlo.
Asintió.
—¿Qué haremos?—el cuerpo de Kasey se encontraba tenso.
—Cuidarnos, estar alertas y dudar de nuestra propia sombra.—dije con firmeza.
—Algo te preocupa.—señaló Mel.
—Así es.—afirmé— Es Sophie.
Baje la mirada.
—He estado pensando que haré para protegerla, con Gerard aquí ella también está en peligro y yo no puedo estar pegada a ella todo el tiempo.—tensé la mandíbula.— Debo encontrar a alguien que pueda cuidar de ella y que no sospeche nada.
—¿Qué tal Caleb?—mencionó Nathan— Ya ha trabajado con nosotros antes.
—Cierto, podemos hacer que entre al mismo instituto que Sophie.—concordó Kasey.
—¿A mitad del último curso?—dudo Mel.
—Unos cuántos dólares le dará el acceso.—puntualizó Kasey.
—Bien, hagámoslo.—acepté.
—Me encargaré de ello ahora mismo.—volvió a hablar Nathan.
—Gracias.—le sonreí sin mostrar los dientes.
—Nos vemos luego.—se despidió antes de abandonar la habitación.
La habitación se quedó en silencio un par de segundos, Melissa se sentó en la orilla de la camilla y tomo mi mano.
—¿Cómo te sientes?—dijo con delicadeza.
—Estoy bien.—me límite a responder.
—No tienes que mentir.—me miró esperando que le dijera la verdad.
—No estoy mintiendo y si lo estuviera haciendo, no te darías cuenta.—dije a la defensiva.
Suspiro.
—Bien.
Dormí un rato mientras Kasey llevaba a Melissa a mi casa para que tomara ropa limpia para mí. Sorprendentemente Jake apareció en mis sueños, uno de esos sueños que no sabías si era un acontecimiento real o simple imaginación.
Desperté alerta cuando la puerta de la habitación se abrió, solo se trataba del doctor que después de un par de recomendaciones me dió el alta.
Tiempo después regreso Mel con mi ropa y a pesar de que el médico me recomendó no apoyar en su totalidad la pierna en la que tenía la herida lo hice, no me gustaba sentirme débil.
Me di una rápida ducha y me vestí, al salir del baño mire a un enfermero a mi espera con una silla de ruedas.
—El médico me ha dicho que le recomendó no apoyar esa pierna.—señalo mi pierna herida.
—La necesito para caminar.—dije con obviedad.
—Tendrá que mantener reposo o ocupar algo como apoyo por un tiempo.—habló mientras me sentaba en la silla de ruedas.
—Bien.
Fuera del hospital nos esperaba Kasey en el coche en el que me subió luego de que Melissa le dijera que no podía hacer apoyo con mi pierna herida.
Durante el trayecto del hospital a mi casa me mantuve ausente en la conversación que Kasey y Melissa mantenían, mire por la ventana y recordé el sueño que tuve.
¿Qué tenía Jake que se negaba a abandonar mi cabeza?
Había muchos hombres que habían intentado algo conmigo pero ninguno me había interesado lo suficiente como en este momento me interesaba Jake.
¿Qué tenía que lo hacía tan especial?
Mentiría si dijera que es igual al resto porque de ser así no tuviera mi atención, todo era bastante confuso sobre todo porque después de Liam no creí que podría interesarme en nadie más y así fue durante un tiempo hasta ahora.
Tal vez era porque nos encontramos sin siquiera planearlo, debería de dejar de pensar en él, en este momento no tenía tiempo para nada más que no fuera terminar con Gerard.
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Criminal. ©
ChickLit«Siempre fuimos como el sol y la luna, a pesar de ser diferente, juntos formabamos un perfecto eclipse» Lua Jeferson y Jake Longdon son de mundos muy distintos sin embargo eso no va a impedir que sus caminos se crucen y el amor fluya entre ellos aun...