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Lua.

Seattle.

Días después.

Los últimos días era increíble la forma en la que Kasey y yo no coincidíamos en absolutamente nada, peleando cada segundo por la tensión de la situación en la que nos encontrábamos. Ya no solo seríamos criminales, sino asesinos.

¿A qué punto habíamos llegado?

No había retorno.

—¡Es un policía!—se exaltó Kasey haciendo a un lado los documentos de su escritorio.

—Lo sé.—dije respirando hondo para no perder los estribos.

—¡Te investigo!—grito esperando a que reaccionara.

—Si, soy consciente.—me cruce de brazos.

—¿Y sigues con él? ¿Qué demonios pasa por tu maldita cabeza?—gruñó.

Mire a Melissa pero ella se encontraba ajena a la discusión que manteniamos su prometido y yo.

—¡Perdón, no estaba enterada que no podíamos salir con alguien más fuera de nuestro mundo!—perdí los estribos.

—Claro que puedes pero un policía, ¿Cómo crees que va a terminar eso?

—Ese es mi problema.—masculle.

—Se vuelve mi problema cuando implica que puede descubrirnos por ti y tu maldito capricho.—me señaló con su dedo índice.

—No es un capricho.—susurré.

—¿No? ¿Entonces que es, Lua?—me encaró con furia.

Baje la mirada.

—Es el hombre que ha logrado que vuelva a sentirme viva después de Liam.—conforme iba hablando las palabras fueron siendo más bajas.

Ambos permanecimos en silencio con mis palabras flotando en el pesado aire por algunos segundos.

—Sabes que esto no terminará bien, Lua.—dijo con resignación.

—Lo se.—farfulle cuando se dió a vuelta y se marchó hacia Melissa.

Me senté en la silla sujetando mi cabeza entre mis manos mientras miraba el escritorio fijamente antes de ver cómo la pantalla de mi celular se iluminaba, suspirando estire mi brazo y lo tome.

Jake.
¿Cena está noche?

Levanté la mirada a Kasey que ayudaba a Melissa a terminar de juntar unos documentos que necesitábamos.

Lua.
No puedo.

Apreté los dientes con fuerza apagando la pantalla, maldije en voz baja y volví a encender mi celular.

Lua.
Otro día, ¿si?

Su respuesta fue inmediata.

Jake.
Sin problema, fierecilla. ;)

Apague mi celular cuando Kasey y Melissa se acercaron a mi con un montón de papeles dentro de un sobre amarillo.

—Esta todo listo.—dijo Melissa dejando frente a mí algunas fotografías— Mañana debes de estar aquí, procura ser puntual, ese hombre no está más de diez minutos en el lugar.

Asentí mirando la fotografía de una cafetería por el centro de la ciudad.

—Normalmente suele sentarse aquí.—señaló una mesa en el plano de la cafetería.

—Perfecto.—susurré.

—Esperaremos tu señal para mandar esto.—levantó el sobre.

—Bien, hemos hecho un buen trabajo.—me levanté de la silla.

—Lo hemos hecho.—asintió Mel de acuerdo conmigo.

—Es hora de irnos.—me gire tomando mi abrigo y mi bolso.

—Antes de eso, ¿podemos hablar un segundo?—Kasey se dirigió a mí pero miró a Melissa para que nos dejará solos.

Me puse el abrigo y me cruce de brazos.

—Si es para pelear puedes ahorrartelo, no tengo más energía para eso.—suspiré.

Sacudió la cabeza.

—Me preocupo por ti, Lua.—comenzó a hablar— No quiero que nada te pase, eres parte de mi familia y todo esta situación simplemente me tiene vuelto loco.

—No eres el único.—me relami los labios.

—Lo se es solo que... Sé que si pudieras cambiar algo sería el tipo de vida que llevas, eras una chiquilla cuando comenzaste en esto.

El recuerdo de una pequeña rubia, sucia y con su pequeña hermana hicieron que el pecho me doliera.

—Pero eres una mujer fuerte y muy inteligente, se que no nos pondrás en evidencia con ese hombre.—termino de hablar.

—Gracias.—susurré sin saber que más decir.

Terminamos aquello con un corto abrazo, Kasey camino a la puerta mientras yo miraba fijamente una vieja foto en la pared de ladrillos.

—¿Crees que soy egoísta?—lo mire sobre mi hombro.

—No, creo que por primera vez desde que te conozco estás haciendo algo por ti.—susurró y salió dejando sus palabras resonando en mi cabeza.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora