03

5.6K 296 5
                                    

Lua.

Seattle.

—Quédate quieta.—dijo Kasey sosteniendome por los hombros.

Gruñí furiosa.

—Quítame las manos de encima.—me removí en el sillón donde intentaba mantenerme quieta.

—Lua, por favor.—Mel apareció en mi campo de visión con los brazos cruzados.

—Estoy bien.—dije entredientes.

—Estas sangrando.—Nathan señaló la mancha de sangre en mi blusa.

—No es nada.—a penas si la bala me había rozado.

—No te irás hasta que David te revise.—volvió a hablar Mel.

La mire con furia esperando que se esfumará pero muy en el fondo sabía que toda la furia que descargaba en ellos era porque un policía había logrado darme en el robo que acabábamos de ejecutar.

—Solo fue un roce.—me acomode en el sillón cuando Kasey me soltó.

—No sabía que te habías graduado en la universidad de medicina.—todos miramos a David que traía esa bata blanca que lo caracterizaba como médico.

—No lo hice pero estoy segura que no me voy a morir.—me levanté y apreté los dientes cuando la herida me ardió.

—Bueno, estás actuando como siempre así que probablemente tengas razón.—dejo su maletín sobre la mesa de metal.

—Sabes que tengo razón.—me senté en la mesa y me deshice de mi blusa para que David pudiera examinar mejor la herida.

—A veces me dan ganas de sedarte.—murmuró mientras se ponía unos guantes blancos de látex.

—Inténtalo y veamos si sobrevives.—lo desafíe.

Me miró un segundo con una sonrisa incrédula.

—Veamos si tienes razón.—dijo mientras revisaba la herida.

Apreté los dientes con fuerza y mire el techo cuando comenzó a limpiar la sangre que cubría la herida que tal y como había dicho solo había sido un raspón que no molestaría más de un par de días.

Puso un parche sobre el raspón y escribió el medicamento que debía tomar si presentaba alguna molestia, también dejo pastillas para el dolor y para evitar alguna infección.

—Ya puedes decirlo.—dije acompañándolo a la salida.

—¿El qué?—se detuvo en la puerta.

—Que tenía razón.—sonreí con suficiencia.

—¿Eso te haría feliz?—dijo burlesco.

Me encogí de hombros.

—Tenías razón Lua, solo fue un roce.—soltó un exagerado suspiro resignado.

—Estoy aprendiendo.—alce las cejas.

Asintió con una sonrisilla.

—Debo irme pero antes.—abrió su maletín sacando un pequeño sobre beige— Recibí esto.

—¿Cuando?—tomé el sobre dándole la vuelta para mirar el sello.

—Esta mañana.

Apreté el sobre arrugando las orillas.

—No sabía que había vuelto a la ciudad.—su voz se escuchaba lejana.

La sangre me zumbaba en los oídos.

—Yo tampoco lo sabía.—mire a David— Espero que no te moleste que la conserve.

—En absoluto.—negó con la cabeza— Debo irme.

Asentí regresando mi mirada al sello.

—Gracias David.—susurré.

—Llámame cualquier cosa.—se despidió.

Mis hombros se tensaron cuando sentí sus miradas sobre mí.

—¿Qué pasa?—la primera en hablar fue Melissa.

Levanté la mirada a la puerta por dónde David había salido.

—¿Lua?—esta vez hablo Kasey.

Estaba aquí, no sabía cuál era la razón en concreto pero estaba segura que tenía que ver con Sophie y conmigo.

—¿Qué es eso?—dijo Nathan tomando el sobre de mis manos.

—Una invitación.—dije entre dientes.

—¿Sobre qué?—Melissa se acercó curiosa.

—Una fiesta de bienvenida.—respondió Nathan después de leer la invitación.

—¿De quién?

Los miré a los tres antes de volver a ver el sobre.

—De mi progenitor.

Criminal. ©  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora