Capítulo 6

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Capítulo 6

Daemon.

Creo que no les di una buena impresión, pero no me importa. Y ni hablar de esa chica en la cocina, me dieron ganas de estrellarla contra esa puerta, pero tengo autocontrol. Comí por primera vez, estaba demasiado bueno, no sé lo que era, pero me pude dar el privilegio. 

Es un pequeño resumen de cómo me ha ido este día en la Tierra.

Por fin conocí los famosos hospitales. Parece el infierno, pero con personas esperanzadas, creyendo que saldrán de ahí. En cuanto a esa chica a la que supuestamente ayudé, me dejó débil, demasiado diría yo. No sé por qué gasté fuerza con ella, pude haber dicho que no, pero claro, quería impresionar a Rose, ¿Por qué? De lo que me he dado cuenta es que ella es... como decirlo... optimista.

Quieres su atención.

Cuando ayudé a esa chica, no pensé en mí. No tengo de que alimentarme, porque aquí no hay demonios. Pero no me quejo, es mejor que estar allá abajo. Recorrí el hospital y me asomé a una habitación. Un chico en una cama y un grupo de personas orando, todos con sus manos unidas. En ese momento me quise reír, porque es obvio que moriría y así fue. Su corazón se detuvo. Quería entrar a decirle que de nada sirvió eso, pero tampoco me iba a exponer. A pesar de que oraron, no dio ningún fruto.

Una vez que llegué a la casa corrí hacia la habitación porque no me sentía bien. Ahora estoy acostado, esto se siente bien, siento que puedo descansar, sin los gritos o Anamelech siendo insoportable. Me muevo ligeramente entre las sábanas frías.

 —Noooo, otra vez no —me quejo, cuando intento pararme de la cama, pero no puedo.

El dolor comienza a invadir mi cuerpo. No siento las piernas. Paso las manos por mi cara en modo de frustración. Necesito alimentarme, pero ¿de qué?

Ya oscureció. Todavía sigo paralizado, porque si me muevo, creo que no aguantaré. Me mantengo quieto, pero el sonido de la puerta me hace mover de inmediato.

—Ya la cena está lista, por si quieres ir a cenar —habla Rose, a través de la puerta.

—¡No! no... ahora no quiero —digo rápidamente. Necesito que se vaya.

—Bueno, pero si te arrepientes, la cena seguirá ahí —murmura y oigo sus pasos alejarse.

Suspiro fuertemente, dándole aire a mis pulmones. Me quedo mirando el techo fijamente y me voy perdiendo en pensamientos. El día en que aprendí hablar, aunque es difícil de creer, aprendí de la peor manera. Los demonios tienen algo llamado mentalidad transparente, está basado en pasar pensamientos, habilidades o cualquier tipo de gestos. A los cuatro años, Anamelech me obligo a pasar por ese proceso, ya que era más fácil enseñarme así, que aprender a hablar palabra por palabra.

Él mandaba demonios a la Tierra para estudiar el comportamiento y actitudes de los humanos, luego duraban meses y regresaban. Ellos se metían en mi cabeza, era lo peor porque mi mente trataba de bloquearlos, pero Anamelech insistía tanto que, terminó introduciendo cincuenta demonios dentro de mí. Lo que ellos pensaban o decían se quedaba en mi cabeza, palabras, números, imágenes raras en mi cabeza cada vez que dormía.

Empecé a balbucear palabras, después hablar con fluidez. Las palabras que resonaban en mi mente eran peculiares al principio, pero cada una fueron tomando sentido. Los que se metieron a mi cabeza, obviamente murieron, bueno, no exactamente eso, porque eran demonios. En realidad, no sé a dónde van cuando mueren.

—Vamos, Daemon, ¡puedes hacerlo mejor! —exclamó Anamelech. Las palabras no salían de mi boca, pero estaban ahí. El dolor en mi cabeza era intenso. Mi pequeño cuerpo se retorcía de tortura—. No te dejaré quieto hasta que aprendas. ¡vamos, habla!

Daemon (Así mismo es el cielo como el infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora