Capítulo 31

9 0 0
                                    

Capítulo 31

Rose.

Llego a casa, toda desorbitada y pensativa. Pienso en como dejé a Alexandre tirado en ese departamento. Oh, Dios, aunque me haya hecho daño, espero que no esté muerto. No puedo soportar el peso de una muerte en mis hombros. Ir a esas clases de baile hicieron despejarme por un momento, pero ahora que estoy aquí a la mitad de la sala oscura, todos mis pensamientos se revuelven entre sí.

Tampoco quiero pensar en Daemon, porque quiero liberarme de una carga pesada en mi mente. Lo he decidido, tal vez Ryan tiene razón, y yo solo esté con un estúpido enamoramiento y que se pasará. Nada más es eso, pasajero.

A lo largo de mi vida nunca me había sentido así, he tenido un tipo de admiración por chicos que he visto en el exterior. Además de Francis que es mi amigo, me he topado con chicos carismáticos y me la he pasado bien. Por primera vez experimenté lo que fue un beso, fue soso, un poco raro, pero satisfactorio. Sin embargo, ningún comparado con el de Daemon. ¡Dios! Necesito sacarlo de mis pensamientos.

Otra cosa es que mi cuerpo está siendo muy receptivo a él. La manera en la que mi sexo se humedece cada vez que me habla. La excitación mientras sus dedos se movían en mí, era perfecto y quiero más.

Subo las escaleras, pero en el camino me encuentro a Amelie. Genial, ahora tengo que tragarme otra humillación por parte de ella. No quiero tener disputas con ella, por lo que, quiero avanzar, no obstante, me sujeta de la muñeca. Me da su típica mirada maliciosa.

—Así que... escapándote con Daemon —murmura—. Muy desobediente de tu parte.

—Apártate, me quiero ir.

—Siempre fingiendo ser una mojigata —sigue.

Me quedo callada, no me voy a caer por insultos que ella me tira por pura malicia. Solo quiere atención, y eso no se lo voy a dar.

—Apártate, me quiero ir —repito con una voz endurecida.

—Has estado muy pegada del nuevo integrante, ¿te gusta?

Si me gusta, pero no voy a darle el placer de mi respuesta. Así que, como no quiero que tener que soportar sus enfrentamientos, me zafo de su agarre y subo rápido los escalenos que me faltan para llegar a mi habitación.

No quiero responderle, no quiero salirme de mi zona de confort por ella. No me doblegaré por sus insultos, no voy a caer bajo como ella. Me veo al espejo de mi tocador, observando cada detalle de mi cara.

Eres buena. No mala.

Buena, una chica buena.

No rompas el estereotipo.

Haz que la gente te vea como un ángel porque eso es lo que aparentas ser.

Termino esas palabras con libre suspiro. Me doy cuenta de que mi ojo se ve un poco morado por el golpe que Alexandre me propinó. Busco un poco de base en el cajón. Algo que Arianne y yo compartimos es la pasión por maquillaje. Simplemente me sube la autoestima y me siento, no lo sé... poderosa.

Pongo un poco de bajo de mi párpado y lo esparzo. En lo que hago eso, escucho el cerrojo de la puerta moverse, y tengo el presentimiento de que es Daemon. Nadie entra a mi habitación, y muchos menos así de noche. Estoy preparada mentalmente para lo que se viene, porque sé que tendrá mil excusas conmigo, no será sincero.

—Mi Rose...

Escucho su susurro estremecedor a mis espaldas. Esa voz tan profunda hace mi cuerpo tenga una reacción inexplicable, necesito controlarme y no tener que sentir estas emociones que ahora me carcomen. Volteo lentamente y lo veo ahí parado con una actitud de lo más normal como si nada haya pasado. Como si no hubiese sido secuestrada por unos cazadores.

Daemon (Así mismo es el cielo como el infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora