Capítulo 14 parte 1

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Léanse este capítulo porque es importante. También es bastante largo, por lo que lo dividiré en dos partes. (Aclaración: Chris y Christian No son los mismos. Lo digo para que no haya confusión)

Capítulo 14 parte 1

Sídney, Australia.

Christian.

El frio recorre por mi piel y me estremezco fuertemente al ver que no se me quita. No sé si es por el aire que entra en la ventana o si sea yo. Lo más probable es que sea paranoia mía. Dormir en las últimas semanas han sido una total mierda. Trato de cerrar los ojos, pero estos se abren de golpe.

Tampoco es que quiera dormir. He estado soñando tantas cosas extrañas que ni sé por dónde empezar a explicar. Son una especie de recuerdos vagos, en momentos que nunca he tenido en mi vida. Me veo a mí mismo. No es que sea malo soñar con unos mismos, pero joder... son tan extremadamente extraños.

Me recompongo de la cama para pararme, pero primero me pongo una camiseta. Recorro la habitación, tratando de no pensar en nada. Taranteo una canción que, por una razón inexistente, me la sé de memoria y ni siquiera la había escuchado antes. Creo que me la he inventado.

Una repentina brisa se sitúa en la ventana, y me apresuro a cerrarla no sin antes pasearme la mirada en mi barrio. Un pequeño suburbio con vecinos que te fingen una sonrisa de boca abierta, pero todos sabemos que todos nos odiamos mutuamente y en algún momento se armará una guerra de vecinos.

Me gusta dormir con la ventana abierta, siento que me da tranquilidad y equilibro, también con la sensación de que alguien me vendrá a buscar. ¡Por dios! eso es tan estúpido que me dan ganas de reírme como un maniático.

Me vuelvo a acostar otra vez, rendido al no poder dormir, mejor opto por contar palomas en el techo hasta que amanezca.

***

Los rayos del sol les molestan a mis ojos, me los froto con fuerza y suspiro. He logrado dormir unos veinte minutos. Genial... ha sido lo más que he durado. Oigo el crujido de la puerta y me incorporo al ver a mi madre con una sonrisa de par en par y dice:

—Es hora de levantarse, cariño. Eres un dormilón.

Sonrío al verla tan contenta.

—Te espero abajo. El desayuno está listo —anuncia y sale de mi habitación.

—Sí... ya voy —siseo.

Me levanto de la cama y voy hacia el baño. Me desnudo y solo me quedo en bóxer. Me poso frente al espejo en donde veo toda mi silueta. Me gusta este espejo, me puedo ver bien.

—Soy hermoso, ¿verdad? —le susurro a mi reflejo.

«Claro, soy como un ángel».

«Somos como un ángel, querido».

Mis ojos azules brillan más de lo normal. Son bastantes azulados, no parecen de este mundo. Mi madre me lo dice muy a menudo y también mi padre. No tengo problemas con ello. Una voz en mi interior me dice que soy lo bastante afortunado de tenerlo, pero que nada de eso es mío. Tal vez tenga delirios.

—Si, soy hermoso, muy hermoso. De eso no hay duda —murmuro para mí mismo.

Termino de asearme y me pongo unos vaqueros con una chaqueta roja. Bajo por las escalares y el olor a panqueques invade mi nariz. Estoy hambriento por comer.

Me conduzco hasta la cocina y me encuentro con mi madre, cocinando algo en la estufa. Me dedica una sonrisa al verme. Por un lado, se encuentra mi padre con un periódico en las manos y sentado en el comedor.

Daemon (Así mismo es el cielo como el infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora