Capítulo 15

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Capítulo 15

Daemon.

Mi mente, mi cuerpo, mi conciencia: esa era la única cosa que tenía que hacer para que ella se volviera más que una maldita obsesión en mi cabeza. Fueron unos besos inexplicables, dignos de que nunca se me van a olvidar. La necesito, necesito besarla todo el día. Se siente exactamente como devorarme a un demonio. La necesidad de pegar mis labios contra los suyos me está carcomiendo.

Ese sentimiento de posesión me invade la mente. Ya se manifiesta mis ganas de tenerla solo para mí. Ella es mía, aunque crea que solo es un juego. Pues no, cuando quiero algo, me lo propongo y lo obtengo. Esa sensación de sus labios contra los míos, mi lengua jugueteando contra la suya. La suavidad de sus labios me hizo sentir una ola de excitación y escalofríos. Quiero sentir eso de nuevo y lo voy a conseguir.

Lo que estoy sintiendo ahora mismo es una gran invasión y Rose lo está provocando. Solo puedo pensar en ella y eso me está jodiendo. La razón por la que quise venir a la Tierra fue para deshacerme del al que llaman Dios, pues porque tengo muchas razones para hacerlo, pero es algo que no quiero discutir.

Ahora espero que aquellos brujos que supuestamente me quieren; no vengan a hacerme la vida imposible. Diciendo toda esa mierda de que alguien debe reinar el infierno y que soy yo quién debo. No me interesa nada de ellos. Los mandaría al infierno a todos, pero como están allá pues que se jodan.

Ryan ha actuado raro, me mira con determinación y desconfianza. Esas amenazas que me hizo no me causaron nada más que risa. Ha de estar tan equivocado si cree que me voy a alejar de ella. Ni hablar de los otros, mirándome como si fuera un maldito demonio. No quiero tener ningún problema con ninguno de ellos, pero si me llegan a desgraciar la vida, lo juro por mi vida que no respondo y los mato.

Me escabullo por el pasillo para llegar a la habitación de Rose. Llegamos después de su cumpleaños. Ha estado un poco distante conmigo, ¿será que no le gustó? No, ella también responde a mis besos, le encantan tanto como a mí. Y si no es así, pues haré que ella me quiera.

Abro la puerta con sumo cuidado para no hacer ningún tipo de ruido. Cierro detrás de mí, colocando mi espalda contra ella. Reviso mi alrededor, dándome cuenta de que está dormida y balbuceando cosas sin sentido.

Me acerco hasta su cama, arrodillándome en ella. Rose empieza a moverse y acurrucarse. Dice cosas que no logro entender. El sudor baja por su cuello y parece que las lágrimas le empiezan a bajar por las mejillas. Se mueve descontroladamente, aferrándose de las sábanas.

Mi primer instinto es subirme a la cama. Le abrazo la espalda y la atraigo hacia mí. Agarro su cintura con mi mano, haciendo presión. Ella intenta zafarse, pero yo se lo impido. Noto que tiembla a causa de las pesadillas. Sea lo que sea, algo la está atormentando.

—Shhh, tranquila... no luches —le susurro al oído.

Se mueve contra mí y le acaricio el pelo con mis dedos. Rose parece no notarme, aun así, quiero que lo haga, que sepa que soy yo quien la está abrazando. Froto mi nariz contra su cuello, oliendo la fragancia que tanto le caracteriza, mezclada con un poco de sudor.

—Todo va a estar bien. Convierte en aliadas tus pesadillas —murmuro, abrazándola contra mí.

Sigo apretujándola contra mí hasta que en unos minutos logra dejar de temblar, quedándose quieta. Mi corazón palpita rápidamente. Me gusta estar así con ella teniéndola en mis brazos, sabiendo que ella será mía pronto. Tendido en la cama, su cuerpo pegado al mío, el tacto de su piel y mi respiración por su nuca se siente como el paraíso. Vacilo un rato por recuerdos que me llegan a la mente de momentos a otros.

Daemon (Así mismo es el cielo como el infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora