Capítulo 8

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Capítulo 8

Daemon.

Luego que abandoné la habitación me encontré con Agnes. Por mala suerte, Eloise no estaba en la casa, y buscaron en cada rincón, el único sitio en donde no habían salido a buscar es el bosque, pero ella dice que no es posible que esté ahí, porque si no la hubiera sentido cerca. Le diría donde está, pero ya no hay nada que hacer si tiene un demonio en su cuerpo.

Los demás andan preocupados, especialmente Rose, que es la más cercana a ella. Puedo notar que muerde sus uñas con fuerzas, los nervios la tienen así al igual que a todos. Creo que soy el único que se mantiene sereno.

Me acerco hacia donde esta ella abrazada de una almohada sobre sus piernas, la aprieta con fuerza. Las lágrimas brotan de sus ojos y caen por sus mejillas.

—Hola —murmuro, sentándome a un lado del sofá.

Fija su vista hacia mí y de inmediato limpia sus lágrimas. No sé por qué lo hace, creo que intenta hacerse la fuerte.

—Hola —musita. Me dedica una sonrisa deprimida.

—Puedes llorar todo lo que quieras, nadie te juzgará, ¿o alguien lo hace? —susurro a lo bajo.

Es evidente que alguien le ha dicho que llorar es para débiles, les digo que es algo tonto. El tiempo me enseñó a que las lágrimas es la mejor arma que tenemos. Manipulamos llorando. Eso servía de maravilla para Anamelech, si lloraba no se molestaba tanto conmigo. Así que... no es malo.

—Ah... —hace una pausa, sorbe su nariz y sus ojos se empañan otra vez—. Eloise... es como una hermana para mí, sin ofender a los otros... pero le tengo más cariño a ella, y estoy muy preocupada. Dirán que es tonto llorar, porque no sirve de nada y no ayuda.

—¿Dirá quién? ¿tu hermano? ¿Los otros? —inquiero. Acercándome más a ella.

—No lo dijeron, pero lo deduje. No es bueno llorar en estas circunstancias —explica.

—Eso es absurdo —rectifico. Me doy cuenta de que mi pierna está rozando la suya, suavemente.

Eso me esta me provocando algo, necesito alejarme. Ella no me interesa en lo absoluto, solo es que tiene un gran parecido a mí en cuanto a debilidad o como solía ser antes, que escucha y creía todo lo que decían, y mis inseguridades crecían como un monstro a punto de salir.

Ella sigue moviendo su pierna, y... maldita sea, que deje de hacerlo. Ese tacto me está provocando algo... no sé...

Lo que es bello y bueno para ti te obsesiona.

—¿Qué haces para distraerte? —pregunto, cambiando de tema.

—Ah... mayormente leer, pero también suelo bailar —contesta, sorbiendo su nariz en un pañuelo que agarra de la mesa del frente.

Su voz es tan armoniosa y relajante. Me hace sentir como si ella estuviera en mi propia cabeza, hablándome y susurrándome.

Te estás obsesionando. Como si nunca hubiera escuchado una voz femenina.

Me río para mis adentros

Mi mente acaba de tener una idea.

—¿Dónde están tus libros? —inquiero.

Me mira confundida por unos segundos, pero después reacciona.

—En... mi habitación —responde.

Me incorporo del sofá y le extiendo mi mano para que la agarre. Rose queda observando mi mano, pareciendo tener dilemas de agarrarla o no. Cuando finalmente lo hace, mi cuerpo se siente como si estuviera envuelto en fuego. Su palma es suave y su tacto se siente frio.

Daemon (Así mismo es el cielo como el infierno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora