Capítulo 2

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Han pasado cuatro años desde que los zombies arrasaron con el mundo. Hubo un montón de teorías con respecto a los muertos-vivientes, unas más descabelladas que otras, pero nadie sabía exactamente que lo ocasionó o quién. 

Ahora el mundo era regido por el miedo y ellos, los pocos sobrevivientes optaron por construir refugios o campamentos y ayudarse entre sí, otros prefirieron robar y matar, y otros simplemente abrazaron a la muerte.

Pero hubo dos jovencitas que sobrevivieron por cuenta propia sin ayuda de nadie, solo ellas y nadie más, su relación era confiar ciegamente en la una y en la otra, y en estos tiempos la confianza vale oro.

—Oye Rosie, tengo hambre—habló una castaña con un lindo puchero en la boca.

—Oh no, ni creas que haciendo una linda cara vas a tener mi comida, Kim, es sagrada—dijo una rubia escondiendo su tesoro.

—A este pasó voy a morir de hambre, y tú serás la responsable—se lanzó de espaldas a la cama.

—Bueno, si te mueres prometo no desperdiciar tu carne y agradecer todos los días por tu noble sacrificio—se secó una lágrima falsa.

—Puff, obvio me vas a comer, o sea ¿has visto lo espectacular que esta mi cuerpo? Con o sin zombies soy comible, idiota—le lanzó la cantimplora para luego reírse—. Sabes, tal vez debamos unirnos a uno de esos refugios.

—La verdad odio la idea de unirme a uno, pero ya no hay comida y los zombies están más agresivos—la rubia se acostó al lado de la chica—. ¿Te acuerdas de la chica llamada Nayeon?

—Sí, ¿por?

—Bueno, cuando le ayudamos ella dijo que venía de un campamento llamado BigBang, no sé qué nombre de mierda es ese, pero dijo que era muy acogedor y mejor de los muchos que ha estado—se encogió de hombros.

—¿Sabes por dónde queda?—empezó a bostezar.

—Sí, creo que ya tenemos un destino.

—Parece, pero antes, vamos a buscar nueva ropa qué ha este paso me van a confundir por oler a muerto—fin del mundo o no, Jennie Kim tenía estándares.

—Oh, por Dios ¿dime por qué sigo siendo tu amiga?

—Porque nos conocemos desde el kínder y te soborné con un chocolate—dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

—En mi defensa, la comida puede conmigo—las dos rieron—. Bueno, es mejor dormir mañana debemos levantarnos temprano. Buenas noches, Jennie.

—Buenas noches, Rosie.

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Una vez en la mañana se prepararon para partir, una castaña iba al volante mientras que una rubia cantaba lo primero que se le venía a la cabeza poniendo un ambiente alegre, pensaron en que sería genial escuchar música, pero la radio dejó de transmitirse hace años y además no era prudente, debían estar siempre alerta, y de seguro con la melodía no sería posible. 

Según la información que les proporcionó Nayeon, el campamento se encontraba en Seúl y no les hizo ninguna gracia, siempre las grandes ciudades se encuentran infestadas de los no-muertos, pero ha pasado años desde la última vez que pisaron la capital, tal vez todo sea mejor ahora o peor.

Continuaron con su recorrido y vieron la gran ciudad que alguna vez fue imponente ahora en ruinas, autos varados junto a cadáveres, la maleza hizo de las suyas este tiempo e incluso se podía ver animales salvajes vagando que de seguro escaparon de un zoológico, aun no entendían porque los zombies hacían caso omiso a ellos ¿acaso los humanos tenían algo que los hacía irresistibles?

—Mira, Jen, ahí hay una tienda de tu famoso Chanel—señaló la rubia con el dedo índice.

—Si ves que eres un amor, Rosie. Ese chocolate valió la pena—elevó la comisura de los labios hasta formar una sonrisa gomosa.

—Y valdrá más la pena cuando decidas darme de tu ración de comida cuando lleguemos al refugio—sus ojitos se iluminaron en pensar en comida caliente.

La castaña rodó los ojos ante la idea de su mejor amiga, porque en definitiva estaba loca, ella no le daría de su comida... bueno, tal vez si le regalaba un perfume y de preferencia Chanel.

—Andando.

Ambas se bajaron del vehículo, Jennie tenía un bate mientras que Rosé cargaba un fierro en su espalda que terminaba en punta, solo en casos de máximo peligro sacaban sus armas, las balas eran sagradas y el ruido era de lo más profano.

Entraron a la boutique en silencio, observaron con detenimiento cada rincón del lugar, vieron ropa tirada en el suelo, marcas de sangre, pero ningún zombie.

—No hay nadie, ni vivo ni muerto. Voy a cerrar el lugar—Rosé fue a la entrada.

—Bueno, espero encontrar algo.

Veinte minutos después se rindió en hallar algo decente que no esté con manchas de sangre o sucio, antes de darse por completo por vencida vio por el rabillo del ojo un overol azul marino con la marca de Chanel de color rojo esparcidos en la prenda, lo combinó con un top negro y unas botas negras con cordones entrecruzados.

—¡Por Dios, luzco hermosa!—se guiñó el ojo en el espejo.

—Si ya terminaste de subirte el ego, es momento de irnos, pero como tu mejor amiga debo decirte que estas hermosa, Jen—gesticuló una sonrisa.

—Gracias Rosie, sabes apreciar una obra de arte—solo vio cómo su amiga rodó los ojos.

—Vamos, yo también quiero ropa—miró sus prendas desgastadas—. No hay nada de mi gusto aquí.

—¡Qué horror, pide perdón por tus malos gustos!

Ignoró a la castaña y salieron del lugar. A unas cuantas cuadras encontraron otra tienda de ropa, esta era un poco más amplia en la anterior. Realizaron el mismo procedimiento de la vez pasada. A diferencia de Jennie, la rubia encontró ropa de su agrado fácilmente. Un abrigo caqui, top crop negro, un jean del mismo color y unas zapatillas blancas.

—Nada mal, Rosie. Estás hermosa—la de los ojos gatunos aprobó el outfit de su amiga.

—Gracias, ahora sí vámonos.

Se dirigieron a la entrada cuando escucharon un ruido proveniente del cuarto de empleados.

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