Las humanas dormían juntas hasta que Jennie fue despertando.
—Rosie... apaga la luz, quiero seguir durmiendo...—se volteó para evitar esa molesta iluminación.
—Mmm...
La coreana al ver que su mejor amiga no tenía la mínima intención de levantarse, fue ella quien abrió los ojos y se percató que no conocía el lugar en dónde estaba.
—Rosie, pss... levántate—la movió bruscamente.
—Por Dios, Jennie. Déjame dormir—la apartó con la mano.
—Ardilla tonta, despierta. Ayer casi nos violan.
Apenas terminó la frase la rubia se irguió como un resorte y observó los alrededores notando que se hallaban en una habitación de lo más corriente, pero no la conocían, aun así, soltó un suspiro de alivio al no estar en ese horrible campamento.
—¿Dónde estamos? ¿Qué pasó?—la australiana se encontró desorientada.
—Eso mismo quiero saber yo, solo recuerdo que... ¿dónde están las gemelas?—Jennie aun sentía ese frío toque en su piel.
—No lo...
Un ruido se oyó a lo lejos, ambas tragaron grueso. Se miraron y con pasos sigilosos fueron hacia la puerta, al abrirla otro ruido se escuchó. Buscaron algo con lo cual defenderse y solo hallaron un libro grande y una botellita con agua.
—Este es el plan, tú vas y le rocías los ojos y luego yo le reviento el cerebro—dijo Jennie sosteniendo un libro de pasta gruesa.
La rubia estuvo de acuerdo y se dirigieron donde escucharon ese sonido el cuál provino de la primera planta, bajaron las escaleras y al estar cerca la mutante con el fleco apareció.
—¡Jesucristo! ¡Por Dios, babosa me asustaste!—la castaña estuvo a punto de caer de cara contra el suelo por el susto, por suerte la mutante lo impidió.
—Casi me muero de un infarto...—Rosé se frotaba el trasero al haberse resbalado en las escaleras—. ¿Eras tú haciendo ese ruido?
La zombie no respondió y les sujeto de las mangas del abrigo guiándolas a su destino, la cocina.
—Así que eras tú quién hacia ruido—dijo la coreana al ver a la otra gemela sosteniendo una olla—. ¿Qué están haciendo?—alzó la ceja.
La zombie que sostenía la olla señaló una revista en donde varias personas comían alrededor de una mesa. Con la mano indicó lo que encontraron.
—Wow, mira unnie, hay atún y durazno enlatado—Rosé se aproximó a su gemela—. Muchas gracias—frotó su nariz y juró ver una sonrisa a través de la tela.
Por otro lado, Jennie comprobó la fecha de caducidad de la comida enlatada y, en efecto, aún era comible. Fue a la mutante con fleco y restregó su mejilla, la no-muerta se inclinó para recibir gustosa ese cálido tacto lleno de gratitud.
—Muchas gracias... ¿gemelas? Rosie creo que necesitan un nombre—dijo la castaña al sentirse un poquito mal al nombrarlas así.
—Está bien, pero luego de comer. Me muero de hambre y no podré pensar en un nombre si tengo hambre—la rubia no espero respuesta alguna y se sentó.
—El día que no tengas hambre será el fin del mundo, ah, cierto, ya estamos en él—rodó los ojos.
Ambas intentaron abrir las latas, pero era imposible, no sin un abrelatas.
¡No me voy a dejar vencer por una estúpida lata!, por la mente de la castaña cruzó una maravillosa idea y parecía que Rosé la tuvo igual. Ambas se acercaron a las gemelas y con indicaciones lograron que ellas captaran lo que querían y con suma facilidad abrieron las latas, ahora podían comer y, por supuesto, les agradecieron a su manera.
Todos saben lo sensible que era la rubia con respecto a la comida, luego de varios años tuvo la oportunidad de probar nuevamente el delicioso durazno que unas cuántas lágrimas de felicidad se escaparon inquietando a la mutante. Se acercó veloz y limpió sus lágrimas revisándola en el proceso.
—Estoy bien... solo que está muy rico ¿sabes? Gracias a ustedes pude comer algo tan delicioso—la rubia se limpió—. Estás son lágrimas de felicidad—señaló sus ojos—. Así que no te preocupes.
La mano de la australiana acarició la mejilla de la mutante con delicadeza para luego acercarse y abrazarla, escondió su rostro en la hendidura del cuello por unos segundos, se apartó y frotó de nuevo su nariz. Se alimentó más tranquila después de eso.
Asimismo, la gemela con fleco al ver que los ojos de esa humana botaban ese líquido, se aproximó a la chica con ojitos gatunos y tomó su cara con ambas manos mirándola fijamente verificando su estado. Jennie casi se atora con la comida cuando giraron su cara de forma brusca haciendo incluso crujir su cuello, todo para darse cuenta que era su gemela, estuvo a punto de gritarle, pero se detuvo al notar esos orbes rojos ¿preocupados? No podía pensar en otra palabra que no sea esa, porque eso era todo lo que esa mirada transmitía al verla, le causó ternura.
—Hey, no te preocupes, estoy bien. Es solo que Rosie ama la comida, es normal en esa boba—juntó las manos con las suyas acariciándolas y restregando su mejilla en ellas.
—¡No soy boba, tú eres peor con Chanel!
—¡¿En serio estás comparando Chanel con comida?!—dejó de lado las manos de la mutante poniendo una mirada afilada.
—¡Sin comida te mueres es lo más obvio, Jen! ¡Chanel no te mantiene viva!—la rubia se cruzó de brazos.
—¡Pues sin Chanel yo me muero!—se tocó el pecho simulando un infarto.
—No puedo contigo—se palmeó la cara—. Por cierto, unnie ¿te vas a comer eso?
—Ahora por decir esas babosadas no te voy a nadar nada—le sacó la lengua.
—Egoísta—Rosé infló los cachetes.
Y Jennie cumplió lo que dijo, nadie insultaba a Chanel, ni siquiera su amada Rosie, pero tal vez muy en el fondo haya guardado dos duraznos para la rubia, se lo daría más tarde.
—Bueno es hora de ponerles nombre ¿les gustaría tener uno?—la castaña dirigió la mirada a las gemelas quiénes no hicieron ningún gesto.
—Jennie, yo digo que solo las nombremos, no creo que se enojen—se alzó de hombros—. Solo pensemos algo decente y ya.
Ella estuvo de acuerdo con su mejor amiga, igual solo era para poder llamarlas y no confundirlas. Pasó exactamente una hora y ninguna de las dos pensó un nombre decente. Jennie se frotó la sien, suspiró y se puso de pie, se dirigió a su zombie y la analizó de pies a cabeza hasta que se percató de su cuello el cual tenía un tatuaje.
—"023". ¿Qué rayos significa ese número? Rosie revisa el cuello de la otra gemela—con lentitud las yemas de sus dedos tocaron ese peculiar tatuaje, fue áspero al tacto.
—Jen, ella también lo tiene es "031" y detrás de la oreja tiene tatuado una "J"—siguió buscando, tal vez encuentre otro tatuaje.
La castaña salió de su ensoñación y buscó detrás de la oreja de la mutante y sin duda llevaba una tatuaje con la diferencia que era una "L".
—Lalisa...—se escapó ese nombre de sus labios.
—¿En serio, Jennie? ¿Vas a ponerle el nombre de tu pato de peluche?—ella seguía buscando hasta que se le ocurrió un nombre—Jisoo, ese será tu nombre.
—¿Qué tiene de malo? ¡Es un excelente nombre, además se lo ganó a pulso! Lalisa me protegía de los monstruos y ahora ella lo hace con monstruos de verdad—lo decidió, nadie le haría cambiar de opinión—. Ahora te llamas Lalisa y de cariño Lisa ¿entendiste? Y debo admitir que Jisoo es un buen nombre
Las mutantes Lalisa y Jisoo no comprendían lo que las humanas les trataban de decir, se miraron entre sí y supusieron que era algo bueno ya que sus ojitos brillaban, aunque no sabían cual era la causa, se limitaron a verlas.
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Proyecto L
FanfictionJennie y Rosé han sido las mejores amigas desde que tienen memoria, siempre han sido ellas dos, incluso cuando el mundo llegó a su fin de la forma menos y más inesperada. Después de cuatro años siguen unidas, pero ahora deben sobrevivir. ¿Qué suced...