Capítulo 3

9K 1K 279
                                    

Ambas cruzaron miradas, en un acuerdo silencioso fueron a la salida a paso lento, era mejor evitar todo lo relacionado con zombies o vivos, daba igual, aunque los vivos siempre han sido los más peligrosos. Al estar por salir se oyó un sollozo casi inaudible más el silencio fue ayudante de aquello.

—Vamos, Rosé. Ni lo pienses—la advirtió con la mirada y susurrando—. Ni creas que mirándome lindo con tu carita de ardilla abandonada va a servir, no señor—pasaron los segundos hasta que se decidió—. ¡Bien, tú ganas!—bufó.

—Gracias, unnie—soltó un risilla.

—Solo cuando quieres soy tu unnie...—murmuró con un puchero.

Ella conocía el gran corazón que poseía la rubia, era demasiado amable y tímida aunque no lo parezca, a pesar que el mundo ya no es lo que solía ser, era su deber de proteger el corazón de su pequeña Rosie o lo qué queda de él.

Con un asentimiento las dos muchachas se encaminaron a la puerta de los empleados, la castaña con un ligero temblor giró la cerradura y abrió la puerta con lentitud. Miró a una mujer protegiendo a una niña con una martillo.

—¡N-no se acerquen! ¡No den un p-paso más o van a l-lamentarlo!—apegó a la niña más a su cuerpo.

—Hey, no vam... ¿Nayeon?

—Jennie, ¿eres t-tú? ¿Rosé?—las vio asentir—Gracias al cielo son ustedes ¿qué hacen aquí chicas?

La chica llamada Nayeon poseía cabello liso negro largo y unos peculiares dientes delanteros que la hacían parecer un conejo.

—Íbamos en camino a tu refugió, pero queríamos nueva ropa—sonrió la castaña modelando su nuevo outfit—. Divino ¿verdad?

—Me encantó, no lo voy a negar. Y chicas podrían por favor llevarnos a Ella y a mí. Di hola—habló con suavidad a la niña.

—H-hola...—escondió de nuevo el rostro en el cuello de la mayor.

—Hola Ella—saludó Rosé con voz infantil—. Y vamos antes que oscurezca, ya es tarde.

Salieron de la tienda y subieron al vehículo, los ojos de la pequeña se agrandaron al ver el interior de este, las mayores rieron.

—Oh, cierto, toma Rosie—le entregó unas gafas—. Ahora sí estamos completas.

—Nos vemos fabulosas—la rubia sonrió al retrovisor, pasar mucho tiempo con Jennie le afectó—. Ahora que lo pienso ¿qué hacían allí?

—Me separé de mi grupo de búsqueda hace tres días, estamos cortos de suministros médicos y me ofrecí como voluntaria. Unos cuántos zombies por aquí por allá, ya saben, lo normal, pero dos mutantes salieron de la nada y atacaron a nuestro grupo—tomó un respiro—, no sé si han visto a los mutantes, pero hay de varios tipos y para mala suerte los dos que estuvieron esa tarde fueron los Bolt, sus piernas son largas y fuertes, sus brazos están pegados a su torso por una membrana.

—No hemos visto ningún mutante de ese aspecto—respondió Jennie.

—Son muy veloces y saltan muy alto, parece que tuvieran resortes. Con todo el bullicio que se formó atrajo a los zombies, corríamos a los autos, pero tropecé y solo rodeé debajo de un pequeño auto, me mantuve quieta y tapé mi boca con las manos para no gritar. Pasé despierta toda la noche con miedo a dormir, una vez en la mañana estuvo despejado y salí, encontré una ferretería y tomé este martillo—alzó la herramienta—, y me encontré con Ella.

—Wow, la pasaste muy duro Nayeon—dijo Rosé con una mueca triste.

—Sí, pero estamos vivas, es lo que cuenta—lanzó un suspiro de alivio.

Proyecto LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora