UNO

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¿Pasaste de página? Eso es más de lo que cabría esperarse. Supongo que te debo dar las gracias, aun cuando me obligues a escribir. Y lo que es más, me siento obligado a escribir algo de tu agrado.

Me encuentras en mi bar favorito. Siéntate conmigo. Pide lo que quieras. Yo me estoy bebiendo un güisqui (así es como me gusta escribirlo). Indistintamente de tu género, todas las mujeres que están sentadas alrededor son guapas, algunas voluptuosas y otras más atléticas. Los hombres son todos apuestos y visten como en las revistas. Suena tu música favorita y a nadie parece molestarle. La luz es tenue; esa que insisten en calificar de "acogedora". ¿No se supone que lo acogedor es lo que nos recuerda a nuestros propios hogares? Pero bueno, es sabido que este mundo está lleno de sinsentidos.

Ahí viene Jack Walker. ¿Quieres agua? Espero que no me defraudes tan pronto. Vamos, estamos en un bar y yo invito (sic).

—Ponme otro güisqui.

—A la orden. ¿Y tú?

Sí, te está mirando a ti, así que pide algo. Eso es.

Jack me mira un segundo luego de tomar tu pedido. Yo asiento. Él se inclina por sobre la barra.

—El encargo... Está hecho.

—¡Es maravilloso oír aquello! Gracias, Jack.

—Yo nunca he dicho eso —aclara.

Está de más decirlo, pero se ve que se lo toma en serio. Nos da la espalda para encargarse de nuestro pedido.

Es bueno que estés aquí conmigo, ¿sabes? Tengo un par de cosas que quiero conversar y qué mejor que hacerlo en la intimidad de tu lectura y de mis confidencias.

Bien, este Jack Walker que acabas de conocer suele oír un sinfín de peroratas. Esa es su verdadera profesión, porque al igual que todo barman está predestinado a tolerar las penas de los borrachos. Me hace favores de vez en cuando. Entiendo que el último se llevó a cabo, pero no lo he comprobado por mí mismo. Quiero que me acompañes.

Eso es lo primero.

Lo otro que me gustaría darte a conocer es algo en lo que estoy trabajando. Podría decirse que es mi idea más reciente, pero no pasa de ahí. Una idea. Hasta ahora, mis ideas han sido tan desafortunadas como te las puedas imaginar. No sé por qué insisto en tenerlas.

Deja que te muestra algo para que entremos en materia.

Saco un papel doblado de un bolsillo de mi chaqueta. Te pido perdón de antemano por la calidad del papel, pero no voy a andar con una carpeta para llevar una única carta. Y ya verás de qué carta se trata... Creo que son las únicas cartas que aún se escriben a día de hoy. Ten.

La coges y la extiendes sobre la barra, porque ahí te da la luz "acogedora" y porque el grandioso espejo del fondo te refleja nítidamente por entremedio de las innumerables botellas.


Mundo cruel:

Ahora me doy cuenta de que el FIN no es el fin más que para mí. Para el resto todo sigue igual. Y recién lo sé AHORA, cuando me toca forzar mi propio final. ¿Me toca? Sí, las causas me fuerzan a tomar esta decisión. Ya es demasiado tarde. Nada me acerca al arrepentimiento.

A ti, mi luz, que estas palabras nunca te lleguen y que mi desaparición no sea más que eso, un burdo intento de cobardía.

A ti, amigo querido, es a quien agradezco por las sonrisas y por los abundantes sinsentidos. No te encargues de mí más de lo que yo me encargaría de ti. Si las menudencias póstumas te abruman, olvídate de mí y déjame en una fosa común. ¿Existirán todavía?

A mis padres no les puedo recriminar ningún grito. Creo que fueron más de lo que debieron ser, pero para ser padres eso está bien. Yo acaso lo hubiera sabido de ser padre, pero tanto fue lo que insistieron que acabaron quitándome las ganas de serlo.

A mí... ¿Algunas palabras? ¿De consuelo? Quisiera tenerlas, pero aquellas palabras me acercarían nueva y temiblemente al arrepentimiento y ya tomé mi DECISIÓN.

¿De quién se despide uno en situaciones semejantes? Acaso de los mismos de quien uno se despide en situaciones adversas.

¡HASTA LA VISTA!


Me miras con la cara que estaba esperando ver en ti. ¡No arrugues el papel! Devuélvemelo, ya que no tengo copias.

¿Qué te parece? Honesto, ¿no es verdad? Yo también lo creo.

Acabas de leer las últimas palabras de una persona. En mi cabeza perdurarán para siempre. ¡Para siempre! Un concepto abrumador, sin lugar a dudas. ¿Has pensado cómo te gustaría que las personas te recordaran para siempre?

Yo ni siquiera lo pienso, porque siento vértigo.

Aquí viene otra vez Jack. Repite su postura confidencial por sobre la barra. En su puño cerrado adivino lo que se esconde.

—Habitación Amalfi. Hotel Montenegro.

—Exacto.

Suelta la llave en mi mano abierta. Tú no has visto nada, ¿vale?

Andando.

«¿A dónde?», te preguntarás.

Pues a la Habitación Amalfi del Hotel Montenegro. ¿A dónde si no?


ENTRAMADOS POR UN CADÁVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora