Algo se remueve en mí al ver a Max. El parecido con Morton es innegable, aunque es como ver el negativo de mi amigo. La mitad de la cara está muerta, por decirlo de alguna manera. Es el rostro de una momia anexado al molde de un cráneo humano. Los ojos son lo único que están presentes en ambos hemisferios con el mismo brillo, si bien son oscurísimos como pozos secos. Resulta un tanto aterrador.
—Max, tienes visita.
Un gruñido de desagrado refleja su fastidio. Espero que se deba al hecho de que el televisor está apagado. Camina a un lado. Formamos una fila india con Max por delante, el enfermero en segundo lugar y nosotros al final. En algún momento del trayecto el enfermero desvía a Max colocándose delante de él. Es evidente lo mucho que evita tocarlo.
—No, Max. Las visitas las recibimos en la sala de visitas. A la celda iremos luego. —Espera a hacer contacto visual—. Ya conoces el camino.
Max corrige el rumbo a regañadientes. Tras dos recodos llegamos a una sala que, francamente, no me esperaba. Es acogedora y la luz es cálida, contraria al minimalismo y la blancura del resto del edificio. Hay revisteros junto a cada uno de los varios sofás. Las ventanas enrejadas tienen las cortinas corridas. Las mesas de puntas redondeadas imitan maderas costosas. Max prefiere sentarse aquí antes que en uno de los sofás. Nosotros ocupamos las otras sillas. Una queda desocupada, ya que el enfermero prefiere quedarse de pie.
Así que aquí estamos. Max, tú y yo.
—Hola, Max, quizás has oído hablar de mí. O quizás te acuerdes de esa vez que te conocí hace muchos años. Soy el mejor amigo de tu hermano, Morton. —Ante la mención de su hermano se nota que un relámpago de incomodidad lo recorre—. Vine por la sencilla razón de que no doy con tu hermano. Me temo que esté escondiéndose. Quisiera saber si te vino a ver.
Los oscuros ojos de Max se aprietan para generar una sonrisa. Quizás le agrade que su hermano esté "escondido". El enfermero se cruza de brazos y carraspea para llamar la atención.
—Pruebe con preguntas que puedan responder con un sí o con un no, ya que a Max no le gustan las explicaciones.
Vemos cómo Max asiente con énfasis, completamente de acuerdo con lo que acaba de decir el enfermero.
—Bien... Bien... Max, quiero saber si tu hermano te vino a ver hace poco. Digamos que el lunes de la semana pasada.
—Zí.
Es como si su lengua fuera un gusano que quisiera escapar de la cavidad bucal.
—Vino acompañado, ¿cierto?
—Zí.
—¡Perfecto! Eso quiere decir que vino con Luci, su novia. Algo pasó que al día siguiente quebraron. El día lunes aún estaban juntos, pero el día martes se terminó la relación. ¿Sabes por qué?
Tengo la sensación de que Max se incomoda nuevamente, aunque su reacción no es tan evidente como antes cuando nombré a su hermano.
—M-no.
Su respuesta no es de duda, sino que se esfuerza por juntar los labios de un extremo de su boca para hablar. Aun así no estoy conforme.
—Tengo entendido que no venía a verte con frecuencia. ¿Vino porque Luci insistió?
La pregunta lo aflige. El enfermero carraspea nuevamente para arrugar la nariz, como si la pregunta tuviese mal olor. Entendí la indirecta.
—Ya —digo para rellenar—. ¿Te gustó conocer a Luci?
—Zí.
—¿Sabes si ella se alegró de conocerte a ti?
—M-no.
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ENTRAMADOS POR UN CADÁVER
Mystery / ThrillerMi mejor amigo se suicidó en mi habitación de hotel. Quiero entender por qué lo hizo... Nuestra investigación (la tuya y la mía) nos lleva a recrear sus últimos pasos. Así sabremos qué fue lo que pasó por su mente antes de tomar la terrible decisión...