El desayuno termina bien; no lo vomito. Don Carlo no presiente que la desaparición de Rosa tiene que ver con nosotros y, precisamente por esto mismo, no intuye qué fue lo que ocurrió en la Habitación Amalfi. Nos conviene haber aceptado el trabajo propuesto por Don Carlo, porque yo también siento la urgencia de saber quién sustrajo ambos cadáveres. Deduzco que encontrando a Rosa encontraremos también a Morton. Me gustaría asegurarlo con absoluta certeza, pero dadas las consecuencias se me hace imposible.
Hay un alboroto en la recepción. No doy crédito a mis ojos. ¡Es Lionel! Sí, el mismísimo Lionel que ayer dejó en el suelo a nuestro perseguidor. Trae cara de pocos amigos. Y ahora entra en el comedor. Vale decir que me está buscando. Qué curioso.
—¡Ahí estás! —apunta con un dedo innecesariamente acusador. De pronto se enciende de furia y camina con paso de asedio.
—¡Lionel! Me sorprendes. ¿Qué te trae por aquí?
Me toma por las solapas. Esto sí que no me lo veía venir.
—¡Llevo un día entero diciéndome que es imposible! ¡Así que vengo a preguntártelo en tu maldita cara! ¿Eres tú el amante de mi mujer?
—¿¡Qué!? Es la segunda cosa más absurda que he oído hoy.
—¡No juegues conmigo! ¡RESPÓNDEME!
Intento soltarme en vano.
—Yo no soy el amante de tu mujer. Soy tu amigo. ¿Me puedes decir de dónde sacaste semejante idea?
Su manera de aflojar mis solapas es empujándome. Por suerte que te tengo a ti para que me sostengas.
—Dices que eres mi amigo, pero ayer escapaste después de que le di una golpiza al hombre que te estaba siguiendo a ti o a tu acompañante. Esperaría que un amigo hubiera salido en mi ayuda.
¿Cómo le digo que teníamos cosas más importantes que hacer?
—La verdad es que toda la situación me pilló por sorpresa. Si me hubieras adelantado que se trataría de una redada con todas las de la ley...
—Le reventé la boca al tipejo ese. No podía hablar de la sangre que tenía. Perdió unos cuantos dientes —sonríe como si fuera una gran gracia—. Cuando pudo balbucir me dijo que no estaba ahí por mi mujer; que solo pasaba por ahí. Yo no lo creí, porque vi cómo os seguía. En resumen, algo está fuera de lugar.
—Eh, Li, sea lo que sea que estaba haciendo ese tipo, te aseguro que no estaba escapando de tu casa en el momento en que pasé el poema por la puerta. Y seguramente viste de tu escondite cómo eso fue lo único que hice. Tu mujer no es ni gato ni ratón en este juego.
Lionel arruga la nariz. Es como si oliera algo podrido.
—Esas mierdas de poemas tuyos la tienen enamorada. Aún cree que son míos, pero si llegaras a decir que son tuyos...
—Tranquilo; jamás lo haré. Te lo prometo.
—Ya.
Se da media vuelta y rehace sus pasos con la duda propia de quien no sabe qué pensar. Pobre Lionel. ¡Los celos se lo comen! A mí lo que me carcome es la curiosidad. ¿A ti también? Necesito saber qué fue de Rosa.
¡No descansaré tranquilo hasta saberlo!
—¿Todo bien? —pregunta Don Carlo—. Puedo restringir el acceso a personas indeseadas. Es cosa de que los huéspedes lo soliciten.
—No será necesario. Se trata de un amigo.
Don Carlo aplasta la cara como diciendo «Vaya amigos que tienes». ¡Me causa mucha gracia! Si supiera la clase de huéspedes que aloja, estoy seguro de que los cambiaría por mis amistades.
Teléfono.
—¿¡Y ahora qué!? —grito antes de contestar.
Es Luci. Seguramente llamará preguntando por su coche ahora que ha despertado completamente lúcida. No tengo intención de contestarle. Oh, vaya, me deja un mensaje.
«OYE SABELOTODO A EURÍDICE NO LE GUSTÓ TU VISITA».
Son amigas hasta el día de hoy. Por supuesto que Eurídice le contó acerca de nuestra visita. Intuyo que lo hizo para saber quién eres tú, porque hace tiempo que yo dejé de despertar cualquier interés en ella.
Respondo: «AHORA NO PUEDO HABLAR, ENCANTO. EU ME DIJO LO QUE NECESITABA SABER».
Démosle unos segundos para responder.
[...]
Luci: «ELLA NO ENTIENDE POR QUÉ».
Y por mí que siguiera así de por vida.
Respondo: «ES IRRELEVANTE. MAX SE ESCAPÓ DE LA ESCUELA Y NO DEL AUTOBÚS».
Luci: «PUEDES PREGUNTARLE AL MISMÍSMO MAX SI TANTO TE INTERESA. JA, JA».
Respondo: «¿JA, JA? ¿CREES QUE PUEDA PREGUNTARLE A ÉL?»
Luci: «CLARO. TIENES MUCHO QUE APRENDER DEL MUNDO. VE AL MANICOMIO Y ENTREVÍSTATE CON ÉL. PAN COMIDO. ¡ESTOY SEGURA DE QUE PASARÁ A SER TU MEJOR AMIGO!»
Me quedo con el teléfono en la mano. No sabría cómo responder a ese mensaje. En fin, ¿te apetece una visita al manicomio? Yo mismo terminaré loco si no resolvemos la desaparición de los cadáveres.
Sí, dirás que estoy perdiendo el tiempo. Llevas razón, pero en mi experiencia con las historias te puedo decir que la linealidad no existe. Es más, siempre hay distintas historias tejiéndose entre sí. Muchos autores pretenden seguir el hilo de una sola historia, pero eso logra una historia plástica e insulsa. Yo sé que soy parte de una historia (o de muchas historias), por consiguiente sé que los retorcidos caminos por los que me lleve(n) ha(n) de converger y divergir sucesivamente. Cada encuentro de esos hilos significa un giro en la historia que esté bajo observación. ¿Por qué si no crees que los demiurgos sufren delirios de grandeza?
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ENTRAMADOS POR UN CADÁVER
Mystery / ThrillerMi mejor amigo se suicidó en mi habitación de hotel. Quiero entender por qué lo hizo... Nuestra investigación (la tuya y la mía) nos lleva a recrear sus últimos pasos. Así sabremos qué fue lo que pasó por su mente antes de tomar la terrible decisión...