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Despertó boca abajo abrazado a la almohada. Tanteó buscando la varita y apagó el modo despertador de la misma que vibraba y sonaba encima de la mesita de noche. Se giró, estaba agarrotado y todo le crujió al moverse.

Los recuerdos de la noche anterior aparecieron en su mente, lo que había hecho con la chica, la cuál por cierto, no estaba en la cama.

Pronto, apareció quitando los doseles despacio- Buenos días... Venía a apagar el despertador- Iba en albornoz, con el pelo suelto mojado. Puso su rodilla en el colchón y se besaron castamente.

-Buenos días...- Olía a flores y su piel brillaba por el agua.

-¿Quieres bañarte? El agua aún está caliente...- Asintió y se incorporó, la chica avanzó hasta el vestidor- Y no hagas la cama... Que te veo venir.

Avanzó hasta el baño y allí se dio una larga ducha. En el espejo pudo constatar que la chica le había dejado arañada toda la espalda y otras partes de su cuerpo, hasta la Marca Tenebrosa. Le había llenado el cuello y el pecho de chupetones y mordiscos.

Una noche para recordar toda la vida.

Se metió dentro del agua y se restregó con gel y champú. Salió y se vistió con la ropa con la que vino hacía dos días. Bajó las escaleras mientras se hacía una coleta y escuchó a la chica en el comedor.

Le recibió un olor a desayuno.

Y la chica más bonita que había visto nunca.

Quizás, tenía un pequeño fetiche con el hecho de que fuera una sangrepura solo para él.

Iba con una falda de tubo hasta las rodillas, gris, muy apretada. Una camisa blanca apretada de hombros abullonados con un lazo gris en el cuello. Llevaba tacones altos y el pelo totalmente liso. Iba maquillada con los ojos negros y los labios rojos.

-Vamos... Que se enfría...

Se había quedado tonto mirándola.

La había visto mil veces con el uniforme. Otras mil con ropa muggle. Pero esa ropa de bruja aristocrática le estaba poniendo a tono en un momento.

Desayunó haciendo como que leía el periódico pero la belleza de la chica le estaba nublando la mente.

¿Desde cuándo estaba tan buena?

-Severus... ¿Estás bien?

-La verdad es que no...- Se levantó, rodeó la mesa y sacó a la chica de su silla mientras ella solo le miraba. La apartó hasta la otra punta de la mesa, la subió de la cadera y la besó con hambre.

Debía ser un buen pintalabios porque él no se estaba manchando.

Pronto ella le correspondió y sus gemidos comenzaron a salir de sus labios- ¡Ah, Severus, joder!- Él ya estaba durísimo desde hacía rato así que la embistió por encima de la ropa.

La separó de él y la giró contra la mesa, la chica apoyó las palmas contra el mueble y alzó la cadera. Él solo le subió la falda, bajó la ropa interior y se bajó ligeramente los pantalones.

Él estaba muy duro y ella muy mojada, al parecer, no era el único que lo estaba deseando.

Entrar en ella fue sencillo y pronto comenzó a entrar y salir dentro de ella apretando su cadera.

-¡Oh, joder! ¡Joder! ¡Joder!- La chica golpeó con sus puños la madera- ¡Más fuerte, joder! ¡Fóllame más, joder! ¡Oh, Merlín, me encanta!

La verdad, es que se tenían muchas ganas y la escena de su polla enterrada en ese culo no ayudaba en absoluto.

Puzzle De FetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora