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-¡Más! ¡Mi señor! ¡Oh, si! ¡Si, joder, joder, joder! ¡Me voy a correr! ¡Por todo lo sagrado, mi señor!

-¡Oh, nena, maldita sea! ¡Oh, Sirius!- Palmeó de nuevo ese precioso culo pálido lleno de marcas de mordiscos y sus dedos, ella se corrió con un gemido, apretándole- ¡Joder, preciosa! ¡Preciosa! ¡Joder, joder! ¡Oh! Te encanta, ¿verdad?- Ella gritó un fuerte "¡Si!"- Si, a mi perra preciosa le encanta que su amo se la folle a cuatro... ¡Ah!

La cabeza de ella cayó contra la almohada, de lado, tenía los ojos brillantes, la piel sudada y marcada y la boquita abierta de la cual caía un hilo de saliva.

Adoraba tenerla así. Era la décima vez o así que la tenía en esa posición en un día o día y medio.

No habían salido de la cama en todo el día anterior.

No habían parado de hacerlo. No habían podido parar. Mucho más lento que de costumbre, había sitios donde a Sirius aún le dolía que le tocaran, sobre todo donde fue apuñalada... Pero no habían parado. Comiendo fruta en el cuerpo del otro (que acabó en otro polvo con sabor a manzanas y muchas risas) y durmiendo a ratos (y él se despertó una de las veces con su novia haciéndole una mamada espectacular).

Pero sin parar.

Recuperando esa semana de exámenes que no habían podido hacer nada que no fuera dormir mini siestas bajo el sol soñando con el siguiente examen.

Recuperando, en realidad, varios meses.

Levantó ligeramente más la cadera de ella, dándole un ángulo que le gustaba más y que sabía que Sirius también adoraba, y constató cuando la chica comenzó a gritar con fuerza e incoherencia.

-¡Oh, señor! ¡Mi señor! ¡Severus, mi señor! ¡Eso es...! ¡Ah! ¡En ese...! ¡Oh, me encanta que...!

Ese punto.

Qué bien se conocía ya ese punto de su interior caliente, húmedo y mojado. Adoraba taladrar con fuerza ese lugar, al final del todo, en el jodido fondo, en el puto cérvix. Ella se volvía loca cuando le daba ahí.

Y él se volvía loco al verla ser incapaz de procesar una frase coherente.

Le clavó las diez uñas de sus manos en el hueso de la cadera mientras la embestía, con gotas de su sudor cayendo en la espalda de ella y mirando su cara de desesperada con los ojos cerrados y los puños apretados.

-¡Por Merlín, oh, mi señor! ¡Mi señor! ¡Oh, si! ¡Si, si, si, si, si!- Comenzó a moverse más rápido, reconociendo ese cosquilleo en su bajo vientre, siendo apretado por el interior de ella- ¡Mi señor, Severus! ¡Voy a...! ¡Joder, joder! ¡Me voy a correr! ¡Joder, si! ¡Sisisisisisisisisisisi! ¡Oh, por favor! ¡Necesito que me llenes! ¡Lléname, joder! ¡Si! ¡Mi señor! ¡MI SEÑOR!

-Joder... Sirius... ¡Sirius!- Ese tono de voz llamándole "mi señor" le volvía loco. Loco de atar. Y ese cuerpo. Joder, ese culo tan follable- ¡Oh, nena! ¡Voy a llenarte ese precioso coño tuyo con mi puto semen! ¡Oh, Sirius! ¡Sirius! ¡Nena! ¡Preciosa, oh, joder! ¡Oh, si! ¡Si! ¡Ah! ¡Si! ¡Si, nena, si! ¡Sirius! ¡SIRIUS!

Sus últimas embestidas fueron fuertes y profundas, con un orgasmo brutal donde más adentro pudo, con los gritos de ella de fondo...

Ella se soltó de él y se fue del todo contra el colchón. Escuchó sus huesos crujir con la acción y ella emitió un quejidito.

Él se tumbó de lado y ella se giró para poder abrazarla haciendo la cucharita- ¿Te duele?- Le acarició el hueso de la cadera.

Ella hizo un gesto y los tapó a los dos con la sábana que flotó hacia a ellos- Un poco... Nada que no se parezca a un entrenamiento de Quidditch...

Puzzle De FetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora