Información Vital

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-¡Canuto!

-¡Cornamenta! ¡Lunático! ¡Lily!

Los cuatro amigos se fundieron en un abrazo extraño en mitad de su salón con gritos y saltos.

Su salón.

Esos días se había traído muchas cosas de la casa de su padre. Casi toda su ropa, ropa que su padre le dio, cosas de su madre, libros, reliquias de los Prince que su madre tenía por ahí, álbumes de fotos...

De hecho, en ese mismo salón había una foto de su madre cuando se graduó en Hogwarts, que encontró en un anuario, y otra de Alphard Black de joven. Una al lado de la otra, con un jarrón que mantenían con flores frescas.

La echaba de menos.

Seguro que le hubiera gustado mucho su casa.

-¡James, eso es mi culo!- Gritó Lupin, sonrojado, sacando la cabeza de debajo de Sirius.

-Perdona Remus, pensé que eras Lily...

-¡Pero ahora no me metas mano en público, James!- Gritó ahora la pelirroja dándole un golpe.

-No, eso he sido yo- Dijo Sirius- Pero ha sido a propósito.

-¡Pero Sirius...!

-¿Qué?- Dijo ella levantando las manos y yendo hacia a él- Vi una tetas en mi cara, ¿qué otra cosa podía hacer?- Luego, fue a sus brazos.

Rodó los ojos mientras la abrazaba brevemente. Sirius metiendo mano a Lily era un acontecimiento diario que siempre le causaba gracia: Sirius era una aprovechada y Lily un poco mojigata, la combinación perfecta.

Luego, la pelirroja se abrazó a él- Hola, Sev...- Aún estaba ligeramente sonrojada- ¿Qué tal la paciente Black?

Le devolvió el abrazo mucho más contento. El saber que Sirius y él estaban juntos a todos los aspectos, le había hecho mucho más libre. Devolver los abrazos a Lily, cosa que jamás había podido sin pensar que se iba a morir de amor, era libertador y fuerte. Miró brevemente a su novia, subida a caballito a Lupin y hablando con Potter. No se había girado a mirar, no era celosa, era una chica que sabía de su propio valor como mujer, bruja y ser humano.

-Hola, pelirroja. Es una paciente horrible, horrenda, insufrible- Mentira, había sido buena, paciente y obediente. Pero si se lo decía, sabrían cuán mal estaba aún, así que tuvo que mentir- No te voy a contar nada que no sepas...

Acabaron sentados en el suelo del comedor con los cojines, apoyados en los sofás, con la radio y los aperitivos en la mesa de café. Solo se quedaban a cenar, todos madrugaban para estudiar pero habían venido hacía un par de días de Hogwarts y querían ver a Sirius.

Todos vestidos a los muggle con vaqueros y camisetas hablando de todo un poco. De las clases, de lo que pasó cuando Sirius se fue (la gente se pensó que se habían fugado para casarse lo cuál le hizo casi sonrojarse y a ella le dio la risa), de los deberes, del equipo, de Regulus... Las cosas de Avery se las llevó Slughorn el mismo día que ellos se fueron. Y según Nott le contó a Potter en la reunión de Prefectos, iba muy serio y claramente enfadado.

Seguramente, Dumbledore le habría contado que pasó en realidad.

Le gustó esa situación. De estar en casa haciendo prácticamente nada. ¿Prefería trabajar en sus cosas o estar con los Slytherin? Cien mil veces si. Aunque, después de lo de Avery, se llevaban algo mejor con estos.

Por eso le gustaba como estaba hoy a esa hora.

Y sobre todo le gustó la sensación cálida en su pecho al tener a Sirius con la cabeza apoyada en su hombro, con su mano en su torso, mientras él deslizaba su mano por su cintura. Estaban más cercanos y más melosos.

Puzzle De FetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora