Información Veraz

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-¡Ah! ¡Si! ¡Oh, joder! ¡Más duro, maldita sea! ¡Más fuerte! ¡Siiiiii!

Se habían despertado hambrientos el uno del otro.

Bueno, él se había despertado hambriento de ella.

Siempre estaba hambriento de ella.

Amaneció tal y como se había dormido, descansado pero absolutamente empalmado por haber soñado con su perra favorita.

Para su gozo, la tenía justo debajo, abrazada a él y con una mano entrelazada a la suya.

Así que besó el cuello de la chica que estaba con una cara adorable y tierna, despacio, admirando cada rubio bello que se ponía de punta, su piel ponerse de gallina y su respiración hacerse acelerada.

-Hmmm...- Gimió debajo de él. Mordió algo más fuerte y ella hizo un tenue "Au" que le pareció adorable. Poco después, ella abrió los ojos y parpadeó- ¿Mi señor?

Si ya tenía poco autocontrol, escuchar esa frase dicha con esa voz dulce, los ojitos entreabiertos y la boca con una pequeña "o"... Perdió la cabeza...

Se le fue mucho.

Pero fue... Brutal.

Pronto estaban besándose con él entre las piernas de ella, absolutamente duro y ella atrayéndole con las suyas con fuerza.

Simplemente, se inclinó ligeramente y entró en ella de golpe mientras el gemido de ambos se perdía en la boca del otro dado que estaban besándose como desesperados.

Tardó poco en moverse dentro de ella con fuerza mientras ella gritaba, cerraba los ojos con fuerza y tiraba su cuello para atrás.

-¡Oh, joder! ¡Por Merlín, me encanta! ¡Me encanta que me folles, joder! ¡Ah!

Su maldita perra boca sucia.

Joder, y a él le encantaba hacerlo.

No sabía que pensar exactamente respecto a la chica.

Pero si sabía que quería oírla gemir y gritar bajo de él a como fuera lugar.

Y que era suya.

Jodidamente suya.

Nadie tenía derecho a verla, tocarla u oírla como él lo hacía.

Cada atisbo de ella le pertenecía y le encendía de una manera insana saber cuántas cosas hacía por su comodidad y sobre todo, por sus órdenes.

Podría estar liado, con un montón de mierda por procesar. Con cosas en las que no podía o no quería pensar.

Pero una cosa si sabía...

Sirius Black era suya, le jodiese a quién le jodiese.

La alzó de las caderas, metiendo sus rodillas debajo, levantándola más. Aún así la dobló en un ángulo imposible para alguien sin tanta flexibilidad como la chica.

Ella deslizó sus piernas al lado de su cara, donde el mordió esos pies tan pequeños y elegantes que tenía mientras la embestía. Tenía sus brazos contra el cabecero, dado que la estaba embistiendo con tanta fuerza que estaba estampando su cabeza contra el mueble.

Pero simplemente no podía parar.

Cuánto más pensaba en la chica que estaba poseyendo.

Más la tocaba. Más la oía. Más la sentía . Más la olía. Más la veía...

Más la necesitaba.

Que solo fuera su trofeo en una vitrina donde todos pudieran admirarla, pero solo él tuviera la llave.

Puzzle De FetichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora