El sonido de la varita vibrando y sonando tenuemente le despertó.
Por un momento, no recordó dónde estaba hasta que el peso de otro cuerpo extra, que pasó por encima de él, lo aplastó mientras apagaba la varita y maldecía a varios dioses muggle.
Sirius se dejó caer encima de él con cero delicadeza- No quiero levantarme... No quiero madrugar...- Se tapó hasta arriba, escondiéndose con la manta y la colcha.
Aún era de noche así que tanteó buscando su varita dado que, encender las velas sin ella ahora que no sabía ni que día era, era un peligro. Apartó los doseles y las encendió. Una fuerte tormenta de nieve cubría las ventanas y la mesa y sillas del balcón. Movió a la chica- Sirius... Hay que levantarse...- Bostezó. La chica levantó la cabeza, sacando solo sus ojos plateados, tenía cara de sueño.
Ella bostezó de vuelta. Luego, se incorporó y se dejó caer sonoramente y a propósito en la alfombra- Estoy muerta...- Se rió con ella- Los cadáveres no pueden ir a clase...
Eso le hizo reír. Se levantó y le dio con el pie- Si, está muerta...- Luego, la alzó del suelo y, como si fuera un saco de la fábrica, se la colgó del revés del hombro cogiéndola de las pantorrillas
-¡Severus!- Ella se rió. Su pelo le rozó los tobillos.
Caminó al baño- Los muertos no hablan...- Allí abrió los grifos del agua- Me pregunto qué clase de experimentos podría hacer con el cadáver de una perrita obediente...- La chica se río- O quizás me pase a la necrofilia- Ella se carcajeó más fuerte.
Los metió con ropa y todo en el agua. Allí se besaron mientras se reían y se quitaban los pijamas mojados y se despejaban la modorra.
Tras unos diez minutos, salieron para secarse y alistarse. Ella, que tardaba más que él, salió la primera al vestidor. Mientras se lavaba los dientes pudo escucharla desde allí- Severus, ¿Cuando vayas a la habitación puedes guardar mi bata en el arcón, por fa? Graciaaaaas...- Hizo un ruido de asentimiento con el cepillo dentro de la boca.
Cuando acabó, se cercioró de que todo en el baño estaba recogido y las toallas y albornoces colgados para secarse.
Volvió a la habitación, la cama estaba hecha y ambos pijamas secos y recogidos al lado de las almohadas. Su arcón ya estaba en la puerta de la casa pero el de la chica aún estaba en la habitación. Cogió la bata de la chica que estaba en el suelo cerca de la cama y abrió la tapa del arcón.
Tenía todo recogido y ordenado, algo raro en Sirius que era un desastre.
Él, en el interior de la tapa del suyo, tenía un bolsillo con los ingredientes y viales más delicados y un bolsillo con un botón hechizado que solo se abría con su huella que tenía su correspondencia y notas que deseaba guardar.
Ella tenía la escoba, un bolsillo cerrado y unas cuantas fotos: Una de ella y de Regulus no hacía mucho en el césped, muy sonrientes. Una de todos Los Merodeadores y Lily en un sitio que, dedujo por la decoración, era la sala común de Gryffindor, era una foto con bastantes risas y cojinazos. Una polaroid a color muggle de Lily y ella con ropa muggle, en una cafetería con un neón brillante detrás, bebiendo del mismo batido con sendas pajitas.
Y la foto recortada del periódico del día anterior donde salían ellos dos bailando.
Eso le perturbó.
Había guardado una foto de ellos dos.
Dejó la bata encima de todo, mientras el corazón le latía con fuerza. Cerró y se sentó encima del arcón intentando no pensar.
Se serenó negando con la cabeza.
Eran amigos al fin y al cabo, o algo así, ¿Si tenía fotos con sus otros amigos? ¿Qué diferencia había con él?
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Puzzle De Fetiches
RomanceEl joven Severus Snape tiene un fetiche. No es un fetiche muy raro. Y tampoco le hubiera extrañado a nadie que lo tuviese dado que, al fin y al cabo, vivía en el límite de las Artes Oscuras. La jovencita Sirius Black tiene un fetiche que es absoluta...