Despertó siendo de día. Al principio, no recordó dónde estaba y se extrañó cuando notó que estaba desnudo y abrazado al estilo cucharita a otra persona.
Era Sirius. El olor le llegó antes que la vista, sobre todo por que estaba bastante oscuro, aunque de entre los doseles de la cama algo de luz se colaba.
Notaba el pelo de la chica esparcido por la almohada. Estaba encogida y él tenía su brazo derecho y su pierna sobre ella de manera bastante posesiva, el izquierdo lo había alargado y Sirius lo usaba de apoyo en el cuello. Tenía todo su pecho sobre la espalda de la chica y su mentón encima de la cabeza de ella.
Tuvo que sincerarse internamente: le gustó mucho despertarse junto a ella. Junto con su cuerpo, su calor y su olor. Se quedó allí, escuchando su respiración y quedándose con su olor, sus sonidos y sus gestos.
¿Por qué no se la quitaba de la cabeza?
Se levantó despacio para no despertarla. A los pies de la cama había un arcón, allí la chica había dejado su ropa del día anterior totalmente limpia y doblada, aparte el pijama, una bata y unas zapatillas de estar por casa.
Se puso el pijama y la bata, total, no pensaba ir a ningún sitio. Acabó yendo al baño a mear y lavarse los dientes. Se dio cuenta de que estaba mucho más relajado y le dolía mucho menos la espalda. Delante del espejo, notó que su pelo estaba mucho más suave y desenredado que de costumbre.
Cuando volvió a la habitación, la cama estaba hecha y las cortinas quitadas dejando la habitación iluminada. La chica no se encontraba en su sitio inicial.
Salió fuera, todas las habitaciones estaban abiertas con las cortinas quitadas para que entrase el sol y la claridad. Una escoba y un recogedor mágicos barrían el pasillo solos.
Escuchó la radio en el piso de abajo y allí bajó. La habitación de costura estaba abierta y una tela azul marino flotaba junto con un metro, tijeras, aguja e hilo. ¿Sería su traje o el de Reg? Caminó hasta el salón, estaba recogido, las cortinas que daban a la terraza abiertas y pudo ver un jardín nevado con árboles llenos de nieve y un cenador absolutamente cubierto de blanco.
También había un árbol de Navidad al lado de la chimenea con regalos debajo de él. Continuó por dentro, yendo a la cocina cruzando el salón.
Podía ver a Sirius con el camisón y la bata en la cocina, haciendo el desayuno, la cocina de estilo mágico le pegaba mucho más que una cocina muggle. Tarareaba el villancico de la radio- ¡Buenos días! ¡Feliz Navidad!- Dijo girándose a él- Siéntate en la mesa, no te preocupes por el desayuno, en seguida estará...
¿Por qué tenía que ser tan amable?
-Buenos días... Feliz Navidad...- Se acercó a ella rodeando la bancada de la cocina. Intentó no pensar en la imagen de una bonita Sirius Black cocinando, embarazada y con un bebé en brazos- ¿Necesitas ayuda?- ¿Por qué le preguntó? Normalmente, él hacía cosas y Sirius se jodía si no quería que las hiciese.
-Gracias, no te preocupes, está todo controlado- Ella le dio un pico de varios segundos mientras le cogía de las mejillas, que él correspondió- Si quieres hacer algo de provecho, tus regalos están debajo del árbol...
Normalmente, su madre interceptaba las lechuzas de Lucius y Regulus a escondidas de su padre y le dejaba los regalos en su habitación. Al no estar en casa, las lechuzas habían ido directamente a casa de Sirius.
Caminó dejando a la chica en la cocina. Se acercó al árbol y buscó los regalos que llevaban su nombre debajo.
Encontró una elegante caja azul, dentro, Lucius y Narcisa le habían regalado unos gemelos de plata, absolutamente brillantes. Y seguro que absolutamente caros.
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Puzzle De Fetiches
RomanceEl joven Severus Snape tiene un fetiche. No es un fetiche muy raro. Y tampoco le hubiera extrañado a nadie que lo tuviese dado que, al fin y al cabo, vivía en el límite de las Artes Oscuras. La jovencita Sirius Black tiene un fetiche que es absoluta...