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- papi... Chile se quedó dormido - dijo el pequeño alemán entrando a la habitación de el imperio
- ya voy - respondió este bajando de la cama.

Cuando llegó, vio que el pequeño estaba en posición fetal en el sofá, sobre él estaba un abrigo de el alemán, el chileno tenía una sonrisa en su carita mientras dormía

- hijo... Alemania - dijo el imperio, el alemán trotó hasta su padre
- ¿si?
- lleva tu abrigo y vete a la cama - dijo cargando a el pequeño que seguía tranquilamente dormido
- ¿donde dormirá? - preguntó el alemán tomando su abrigo
- conmigo hijo... vamos, ve a tu cama que ya es tarde
- ¿no puedo dormir contigo también? Por favor papá - rogó el pequeño juntando sus manitos frente a su padre que lo miraba sonriendo
- mi cama no es tan grande Alemania y tú tienes tu cama - dijo el imperio riendo y caminando hasta su habitación, el alemán se resignó a ir a su propia habitación.

El imperio recostó con delicadeza a él pequeño chileno, este seguía dormido, al parecer lo había cansado mucho jugar en el parque, luego él entró a la cama y abrazó a él pequeño, hacia frío esa noche.

Chile despertó un poco al sentir el abrazo, miró hacia arriba solo para ver a Reich que lo miraba también, al sentir que se había movido

- ¿tú eres mi papá ahora? - preguntó el chileno algo adormilado, Reich pensó un momento la pregunta
- si... hijo - dijo el imperio, su corazón latió rápidamente al decir la palabra "hijo"
- te quiero papi - dijo el pequeño acurrucandose en el pecho de Reich, este sonrió y cerró los ojos para poder dormir.

- ¡No puedo creer que estés con otra mujer, España! - gritó Imperio Azteca con lágrimas en los ojos
- cariño... fue solo una noche Azte, yo os quiero más a vosotros - dijo el español abriendo los brazos ante la mujer con intención de abrazarla
- lo nuestro también fue de una noche y salió él - dijo la mujer apuntando al pequeño mexicano que solo estaba parado sin saber que hacer
- podemos abandonarlo si qui...
- ¡¿abandonarlo?!¡España, es mi hijo, no puedo hacerle eso! -gritó la mujer triste y enfurecida, México estaba asustado por los gritos y corrió lejos de allí para no escucharlos más
- Mapuche no tuvo ningún problema en abandonar a Reino de Chile - susurró el español cruzando los brazos y mirando a otro lado, Azteca lo escuchó de todos modos enojandose aún más
- pues yo no soy como esa mujer... vete España, vete - dijo la mujer adolorida, España la abrazó por la espalda
- Azte...
- ve a abrazar a tu otra mujer - dijo la azteca secándose las lágrimas y apartándose de el español, este se sintió culpable por verla así, recordó que Mapuche lloraba igual cuando se enteró de su relación con Azteca.

El pequeño mexicano corrió muy lejos de la casa, sus piernas no podian más y cayó de rodillas sobre unas flores

- mi papá me va a dejar - lloraba el pequeño mientras se tapaba la cara con sus manitos sucias de tierra
- ¡México! - gritó una alegre voz lejana, el mexicano levantó la cara, se secó las lágrimas para ver mejor a quien decía su nombre
- ¡Chile! - gritó el mexicano feliz al reconocerlo, el chileno corrió hasta su amigo y se puso de rodillas frente a él, el chileno puso sus manitos en la cara de el mexicano que seguía llorando, limpió las lágrimas y la tierra que este tenía en la cara
- ¿por qué lloras?
- mi papá le dijo a mi mamá que me iba a abandonar - dijo el pequeño con un poco de hipo por llorar tanto

- ¡¿Chile, donde estás?! - gritó Reich preocupado, el chileno había salido corriendo y se le perdió de la vista rápidamente 
- ¡México! - gritaba una mujer desesperada desde otro lado.

Ambos niños levantaron sus cabezas para ver a sus respectivos padres que los llamaban

- ¡papi! - dijo feliz el chileno alzando los brazos para que el imperio lo cargara, este estuvo a punto de hacerlo hasta que lo vio todo sucio de tierra
- ¡mamá! - dijo llorando un pequeño mexicano, su madre lo cargó sin importarle lo sucio que estaba
- no vuelvas a escapar de casa México, me asusté mucho - dijo la azteca con un rostro aliviado
- nunca más - dijo el pequeño para luego hundir su cara en el hombro de su madre, Reich tomó la mano de Chile y se lo llevó de el lugar, la mujer también se fue, los niños hicieron un pequeño movimiento de manos para despedirse.

Esta vez él chileno no se salvó de la ducha, el imperio apenas llegó a la casa le quitó la ropa y con ayuda de el Alemán le dieron un baño

- ¡sueltenme! - dijo el chileno empujando la mano de el alemán que intentaba quitarle la tierra de los brazos y la cara
- quédate quieto Chile - decía el imperio pasando una suave esponja sobre la espalda de el pequeño.

El problema más grande en la ducha, fue cuando tuvieron que lavar sus partes íntimas, pues el pequeño no se dejaba tocar

- por favor Chile - dijo Alemania con la esponja en la mano
- ¡no!¡si me tocas te muerdo! - amenazó el pequeño metiéndose en la tina hasta que el agua le llegó al cuello
- tranquilo - el imperio acercó su mano a él pequeño para sostenerlo, este intentó escapar, saltó de la tina y corrió por toda la casa mientras el alemán iba tras él intentando atraparlo.

Fue difícil, pero lograron atraparlo y meterlo a la tina nuevamente, para alivio de Reich el pequeño no se había caído mientras corría.

Reich sostuvo los brazos y piernas de el pequeño mientras Alemania con el mayor cuidado de el mundo, lavaba las partes íntimas de el chileno, luego de eso lo sacaron de la tina y secaron su cuerpo con una toalla, el pequeño intentó correr otra vez pero ambos lo tenían bien sujeto.

Reich llevó a él chileno a la habitación de Alemania, buscó alguna ropa de el alemán que ya no le quedaba, junto a algún pijama, este último se lo puso a Chile, este se estaba quedando dormido gracias a el baño y de haber jugado todo el día, el imperio lo cargó en sus brazos y lo llevó a su cama, lo arropó con cuidado y luego fue con Alemania para cenar y ver la televisión.

¿por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora