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El Imperio llevó su mano rápidamente a su cuello al sentir el dolor de la grieta, se dió cuenta de que no le quedaba mucho tiempo

- Alemania - llamó a su hijo volviendo a sentarse, este salió enseguida y se sentó frente a él
- ¿que pasa papá?
- este año cumples 18, eso lo sabes, lo que no sabes es que con la llegada de tu mayoría de edad...yo...
- papá, por favor dime que no es lo que estoy pensando - dijo el alemán entendiendo el comportamiento de su padre, este bajó la cabeza
- creo que si es lo que piensas, puedes verlo por ti mismo - dijo Reich apartando un poco su ropa, el alemán se puso en pie y miró el cuello de su padre, explotó en llanto al ver la grieta creciente en la piel de Reich, este levantó la cabeza y al ver a su hijo llorando lo abrazó, este se sentó en las piernas de su padre y puso su cara en el pecho de él, nunca le gustó que lo vieran llorar

- ¿como le diré esto a Chile? - preguntó llorando el alemán
- solo dile... que me tuve que ir.

El cumpleaños de Alemania estaba cerca, no podía dejar de pensar que la llegada de ese día, un nuevo año de vida, sería el último de su padre.

Explicarle a Chile sería lo difícil, ya había perdido a sus dos padres biológicos y ahora perdería al que lo adoptó con tanto amor.

Nuestro pequeño Perú pasaba una situación similar, su madre aprovechaba sus días de vida para enseñarle a manejar su imperio, pero este no podía concentrarse al ver cada día una grieta nueva en el rostro de su querida madre.

Los días seguían pasando, ella ya no pudo salir de la cama otra vez, Perú se encargó de cuidarla solo.

Alemania se sentía culpable de que esto le estuviera pasando a Reich

- papá, lo siento mucho - dijo el alemán llorando, Reich se encontraba en cama, Chile en la escuela
- ¿por qué lo sientes?
- es mi culpa que estés así, debí morirme aquella vez en la autopista, así no cumpliría 18 y seguirías vivo... si solo no hubiera nacido... - dijo Alemania secando sus lagrimas
- no digas eso hijo, yo decidí tenerte y fue un alivio que no hubieras muerto en ese accidente... además, necesitaba un heredero para este territorio - dijo el imperio sonriendo, Alemania sentía como su corazón se hacia pedazos, iba a extrañar esa sonrisa
- ¿si me muero tú seguirías vivo? - le preguntó el alemán con la voz algo entrecortada por el llanto
- deja de decir esas cosas... igual, respondiendo tu pregunta, aunque te mueras ahora, igual voy a morir, cuando aparece la primera grieta ya es tarde y no hay nada que hacer

El alemán no pudo seguir hablando y se retiró de la habitación, no podía dejar de llorar, su garganta dolía, estaba temblando completamente.

El 3 de octubre estaba cerca, ese día era su cumpleaños, solo le quedaban 2 semanas de vida a Reich.

URSS no se iba a salvar de las grietas, supo que Reich luchaba por su vida, a él solo le quedaba un año junto a sus hijos, al tener tantos hijos, no importaba quien cumpliera la mayoría de edad, simplemente las grietas comenzarían a aparecer de un día a otro acabando así con su vida.

Ucrania y México habían llegado de la escuela, Bielorrusia estaba en un viaje escolar y no se encontraba en casa, llegaría una semana después, Rusia se reía con ganas, sentado en la pierna de su padre.

Rusia disfrutaba plenamente de sus 6 años, jugaba todo el día y disfrutaba de pasar el rato con su padre, este cuidaba mucho de el pequeño y secretamente, lo quería más que a sus otros hijos.

El chileno ya había llegado de su escuela, tiró la mochila al suelo y corrió a  la habitación de su padre

- hola papá... ¿cómo estás? - preguntó el chileno algo preocupado, Reich volteó a mirarlo enseguida
- mi pequeña estrellita... - dijo el imperio algo débil, Chile sentía que todo esto era su culpa por desearle la muerte
- hoy en la escuela me dijeron soy el mejor de la clase - contó el chileno sentándose en una silla que estaba al lado de la cama, aquella estaba ahí pues Alemania a veces tenía que darle de comer a Reich
- que bueno mi niño - contestó el imperio sonriendo
- ¿por qué estás así? - preguntó el chileno algo triste
- cariño ya lo sabrás... ve a comer hijo, Alemania hizo algo delicioso - dijo el imperio, Chile obedeció y salió de la habitación maldiciendose a sí mismo por haber sido tan malo con Reich.

Alemania puso un plato de comida frente a el chileno, este tomó el brazo de  Ale y no lo dejó irse

- necesito que me digas, por que papá está así... ya sabes, las grietas - dijo el chileno, Alemania no se pudo resistir a la mirada llena de duda, temor y tristeza de el chileno, se sentó frente a él y respiró hondo antes de contar

- hermanito, papá tendrá que irse pronto, no sé dónde, solo espero que el lugar sea lindo... él no se siente bien y por eso se irá - el alemán su puso en pie y fue a la habitación de Reich, no se sentía preparado para explicarle mejor a Chile que en poco tiempo el imperio ya no estaría entre ellos.

Chile pensó las palabras de su hermano mientras comía, una idea cruzó su cabeza, el apetito se le quitó enseguida y la comida frente a él le pareció asquerosa, dejó de comer y se puso en pie para dejar el plato en la cocina.

Cuando Alemania salió de la habitación, Chile entró y tocó el suave pelo de su padre, su cara aún no había sido atacada por las grietas, aquello era un alivio, pues no soportarian verlo así; Chile miró a su padre con los ojos llenos de lágrimas, Reich abrió sus ojos y miró fijamente a Chile

- hijo...
-¿es cierto que vas a morir? - preguntó Chile con la voz quebrantada
- ¿quién dijo eso? - preguntó el imperio queriendo evadir la pregunta
- ¿es cierto? - preguntó el chileno mientras sentía sus lagrimas correr por su mejillas
- Chile... lo siento
- ¡¿por qué papá?!... yo te necesito, por favor no te mueras - gritó el chileno adolorido cayendo de rodillas al suelo, Reich quiso levantarse y calmarlo pero una nueva grieta le impidió moverse, se limitó a ver con dolor como su querido Chile se desmoronaba frente a él

- Chile... hijo no llores - dijo el imperio con dolor, Chile levantó la cabeza y se secó las lágrimas repetidas veces, su corazón dolía y su cabeza daba vueltas, no podía creerlo, no quería creerlo.

Chile no sabía que hacer, Alemania quiso retenerlo y abrazarlo al comprender que había pasado, pero el chileno salió de casa y corrió, corrió sin rumbo alguno mientras el viento se llevaba sus lágrimas.

No sabía cómo, pero sus piernas lo llevaron sin saberlo a aquel parque de su infancia, casi no había gente allí, se sentó en una de las escaleras que iban hasta las casitas e intentó calmarse para saber como volver a casa.

¿por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora