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El biceleste abrazó al de la estrella apenas escuchó su respuesta, este no sabía que hacer, así que solo correspondió al abrazo

- pensé que dirías que no - casi gritó el argentino, producto de la emoción
- te quiero Argi - dijo el chileno rezando porque no fuera muy pronto para decirle aquellas cosas
- y yo a ti pequeño.

Un mexicano desde otro lado se despedía de Perú, aquel no había tenido un buen día.

Se dirigió a una de las bancas para observar a su alrededor, apenas en ese momento se percató de la presencia de el chileno, se hubiera acercado a él de no haberlo visto con alguien más.

Se veían felices, el más alto abrazaba a el pequeño por el cuello, este reía sonrojado, el biceleste era la razón de su risa... aquella risa, no había cambiado con los años, como deseaba que aquellos años volvieran para jugar tranquilamente con su amigo chileno.

La tarde había transcurrido rápidamente, el argentino tomó la mano de Chile y le dijo que lo acompañaria a su casa cuando esté dijo que debía irse, el de la estrella aceptó contento y comenzaron a caminar, el mexicano se había retirado de el lugar hace unos minutos.

En el camino a casa, ambos iban platicando y tomados de la mano

- bueno...supongo que te veré en la escuela mañana - dijo el argentino junto a un suspiro
- si... que tengas una buena noche Argentina, nos vemos - dijo el chileno entrando a casa mientras se despedía con un ligero movimiento de manos, el biceleste copió el gesto y se fue cuando el chileno cerró la puerta.

El alemán miró al chileno de pies a cabeza, este se quedó quieto

- ¿dónde estabas? - preguntó el alemán con un tono ligeramente amenazador, Chile se estremeció
- no sabía que hacer en casa y salí al parque que está cerca - respondió el chileno con sinceridad
- sabes que me molesta que salgas sin mi permiso, puede pasarte algo
- ¿pero qué querías qué hiciera? Me aburría aquí solo - dijo el chileno quejandose enseguida
- mañana vas a ir a la escuela y volverás directamente a casa - Alemania se veía realmente serio esta vez, pero este no intimidada a Chile
- ¿pero por qué?
- ve a darte una ducha y luego ven a comer, tengo que hablar una cosita contigo un momento - dijo el alemán, Chile intrigado se metió al baño para darse una ducha.

Cuando ya estaban ambos sentados, el alemán dejó una taza de café frente a Chile, este no quería comer nada más, pues no sentía hambre

- ¿y entonces?
- papá dejó algo para ti, dijo que solo podías verlo cuando él... ya no estuviera, dijo que seria mejor porque así no podrías atormentarlo con preguntas y más preguntas - recordó el alemán junto a una pequeña risa, el chileno sonrió al escucharlo
- ¿y qué es?
- no lo sé, eso debes verlo tú, papá dijo que de seguro te iba a gustar - el alemán le dio la espalda un momento a el chileno para buscar aquello que Reich le había dejado, era una pequeña libreta, el chileno miró confundido aquel regalo

- voy a mi habitación - casi murmuró el chileno tomando la vieja libreta entre sus manos 
- pero aún no terminas tu café - le dijo el alemán viendo como su hermano se levantaba de la silla
- ya no quiero, gracias... buenas noches hermano, que descanses - el chileno se acercó a su hermano para darle un beso en la mejilla, luego entró a su habitación cerrando la puerta tras de sí.

Se tiró a su cama con la vieja libreta en mano, la examinó lentamente como si el fuera un doctor y la libreta su paciente; las tapas estaban algo desgastadas, sobre una de ella decía "para mi pequeña estrellita" con aquella letra de Reich, Chile sonrió con algo de pena al leerlo y secó alguna que otra lágrima intrusa que amenazaba con salir de sus brillantes ojos

- si solo supieras cuanto te extraño papá,  daría todo por verte otra vez - dijo el chileno mirando las estrellas y en voz alta sin importarle que el alemán lo escuchara hablar solo

Repasó las hojas algo rápido, ver la letra de su padre lo hacía sentirse mal y muy triste, comenzó a derramar algunas lágrimas sobre el amarillento papel de lo que ahora parecía más un diario que una libreta cualquiera; sus ojos que antes miraban rápidamente las palabras, ahora se detuvieron en una frase de una hoja cualquiera

Oh mi Chile, no me sentía capaz de decirte la verdad, eras muy pequeño e inocente, pero ahora que no me queda mucho tiempo, debo decirtela...

El chileno no soportó más la presión en su pecho y comenzó a llorar, dejó el diario sobre su mesita de noche y apagando la luz se metió a la cama para intentar tranquilizarse; el simple hecho de recordar a su padre mataba su corazón lenta y dolorosamente.

El pequeño lloró hasta quedarse dormido, su hermano jamás supo que Chile había llorado tan desconsoladamente esa noche...




¿por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora