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Ambos hermanos iban camino a la dirección escrita en el diario, el alemán iba un tanto preocupado por que fuera verdad que la madre de Chile era agresiva, el chileno se sentía muy nervioso de verla otra vez.

El lugar era hermoso, verde césped por aquí y por allá, el cielo azul y los altos árboles decoraban el gran espacio, además de unas bellas flores rojas que parecían campanas, el chileno quedó fascinado con ellas.

No pasó mucho tiempo hasta que alguien se les acercó, era una mujer de bella y clara piel, su cabello caía libre por sus hombros hasta llegar más abajo de su cintura, las cintas de colores caían desordenadas sobre el cabello, vestía casi completamente de negro, era hermosa.

El chileno abrió los ojos asombrados, ella se mantuvo algo alejada de el pequeño quien no parecía tener más de 10 u 11 años, no lo reconocía, era un desconocido para ella

- ¿quiénes son? - el chileno se estremeció al escuchar la voz de la mujer frente a él
- buenos días... usted conoció a mi padre, se llamaba Reich - dijo el alemán con un poco de miedo, la mujer asintió
- si, lo conocí... tu debes ser Alemania, no se cansaba de hablar de ti - respondió la mujer, ella vio que aquella inesperada visita no era una amenaza y los invitó a conocer su hogar.

El chileno no había dicho una sola palabra en el trayecto, se sentía nervioso de tener a su madre al lado; hubo un momento en que el alemán se tuvo que retirar, Chile quiso ir con él,  pero este se negó

- ¿usted es un imperio? - fue lo primero que preguntó el más pequeño aún nervioso
- algo así - respondió de inmediato la mujer
- Mi papá... me dijo que eres mi madre ¿es verdad? - el chileno no quería perder su tiempo y preguntó aquello que su corazón le pedía saber hace tanto tiempo, la mujer se estremeció un poco al oír la pregunta
- ¿hablas de tu padre?¿él volvió por ti luego de...
- no entiendo ¿luego de que?¿pasó algo que no sé?
- pasaron muchas cosas pequeño, demasiadas cosas - respondió la mujer caminando sin rumbo alguno, el chileno la seguía
- entonces... ¿usted si es mi madre? Necesito saberlo, por favor, mi padre no sería capaz de mentirme y menos con algo tan serio como esto - dijo el chileno exigiendo una respuesta, la mujer se sentía paralizada y una furia comenzaba crecer en su cuerpo sin control
- tu padre... ¡¿cómo puedes decir que no sería capaz de mentir?!... ¡él fue un gran mentiroso conmigo, me engañó! - gritó enfurecida la mujer asustando a él pequeño quien se detuvo cerca de ella
- ¡eso no es verdad, no te creo lo que me dices, mi papá no era así, no es verdad! - respondió enfurecido el menor, la mapuche cegada por la ira atacó a él pequeño quien cayó al suelo
- ¡cállate!
- ¡Chile! - gritó un alemán trotando hasta su hermano quién tapaba su ojo con sus manos mientras lloraba y se quejaba, la mujer aún enfurecida no sintió la más mínima culpa por ver al hijo de su propia sangre sufrir frente a ella

- ¡no los quiero ver otra vez aquí, fuera!

El alemán dirigió una enfurecida mirada a la mujer y cargando a él pequeño en brazos se fue de aquel hermoso lugar que ahora se había tornado oscuro a sus ojos.

Algún rato después

El menor se encontraba descansando en el sofá, no había apartado su mano de su ojo, el alemán estaba muy preocupado y esperaba con impaciencia a aquel doctor que había llamado.

Cuando el doctor llegó, revisó con cuidado el ojo de el chileno, miró con preocupación a él alemán quien se encontraba sentado en una de las sillas

- ¿pasa algo?
- es complicado, debemos atenderlo enseguida o puede perder la visión de su ojo derecho

Más tarde

Ya se encontraban atendiendo a él chileno, Alemania sólo recordaba su rostro lleno de dolor y la estrella sobre su ojo que antes se mostraba blanca, ahora  manchada de sangre.

Fueron unas horas preocupantes para el mayor, se culpaba a si mismo de llevar a él chileno con aquella mujer.

El doctor finalmente había salido de la habitación, la señal de negativa que había dado con la cabeza dejó el alma de el alemán pendiendo de un hilo

- es extraño... habíamos salvado el ojo de Chile, pero comenzó a tornarse negro, él decía ver todo perfectamente aunque no lo forzamos mucho, pues aún tiene algunas heridas en el párpado, le recomendamos que use un parche por un tiempo
- gracias doctor... ¿puedo pasar?
- claro

El alemán entró a la habitación, él pequeño lo recibió con una sonrisa

- ¿cómo te sientes?
- el señor dijo que tengo que usar un parche
- ¿qué tal ves?
- muy bien, sólo duele un poco, pero me dijeron que es normal y que ya estoy bien

Ambos hermanos siguieron conversando hasta que pudieron salir de ahí, ambos se dirigieron a casa a paso lento, el menor portaba un parche blanco sobre su peculiar estrella, el alemán se sentía más aliviado de ver que el chileno estaba bien, le hizo prometer que nunca más volverían con esa mujer, el chileno estuvo de acuerdo con la promesa y luego cambiaron el tema a algo más alegre.

¿por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora