33

115 14 10
                                    

Al llegar a casa, Chile le comentó a su hermano lo que había pasado

- y dijo que sentía haberme abandonado, dijo que se llamaba... España - dijo el chileno, Alemania no supo que responder, él sabía de qué España hablaba, incluso Reich lo había mencionado en el diario que le dejó a Chile, quizás lo había olvidado
- hermano, quizás deberías leer el diario que papá dejó para ti - fue lo único que dijo Alemania, luego no volvieron a tocar el tema, Chile comió rápidamente y se retiró, necesitaba buscar el diario y leerlo, recordar quien era este hombre que se había encontrado.

Cuando al fin lo encontró limpió el polvo que había sobre la cubierta de cuero, separó las páginas de tonalidad amarilla y olor a húmedo una por una hasta que encontró el comienzo de el diario

"...Te juro que busqué y busqué por años.
Yo conocí a tu padre, pero tu querías a tu madre de vuelta y la encontré hijo mío, la encontré.
Es una buena mujer, ella no quería abandonarte pero tuvo que hacerlo, me contó todo lo que pasó entre tu padre y ella, puede que seas muy pequeño para comprenderlo ahora, pero eres inteligente y confío en que entenderás y sabrás perdonarla.
Quizás no te interese esto, pero tú padre se llama España, aunque yo creo que no deberías buscarlo, tu madre me contó que la idea de abandonarte fue de él ..."

Chile cerró el diario al leer eso, sintió como la sangre se le fue de la cara, aquel hombre si era su padre biológico, no sabía cómo reaccionar, sintió un extraño peso caer sobre su cuerpo, sintió la necesidad de abrazar a su hermano y así lo hizo

- hermano... - dijo el chileno saliendo de la habitación
- ¿Qué te pasa? Estás pálido - se preocupó el alemán
- necesito un abrazo - Chile se sentó en el sofá en dónde estaba Alemania, ambos hermanos se unieron en un fuerte abrazo mientras que Chile le contaba como se sentía después de recordar todo eso de su padre.

Esa misma tarde cuando el chileno ya se sentía mejor, fue a la casa de la mapuche, necesitaba hablar con ella sobre esto

- ¿Mamá?...¡Mamá! - llamó el chileno a la mapuche, esta dejó de trabajar y con una sonrisa saludó a su hijo
- Chile, mi niño... Cuántos años sin vernos, te extrañé - dijo la mujer abrazando a su hijo ignorando el dolor de las grietas que se formaron en sus brazos al hacerlo
- mamá no me abrazes... ¡Mira tus brazos, ya basta! - la alejó el chileno, Mapuche se puso algo triste, pero sabía que su hijo lo hacía por su bien
- ¿Te pasa algo? - preguntó la mujer al ver al chileno tan alterado
- mamá...yo fuí a ver a mi papá al cementerio y cuando me iba a un hombre se le cayeron unas flores y yo lo ayudé, todo bien hasta que me empezó a llamar su hijo y me entero que es mi padre, mi papá de verdad, España
- ¿España? - la mapuche sintió un peso en su corazón al escuchar aquel nombre, se sintió mal y tuvo que sentarse, Chile al verla le dió algo de agua
- ¿Estás bien?
- si hijo... Si vuelves a encontrarlo no le hagas caso, es un hombre malo y hasta incluso loco... Abandonó a muchos de sus hijos para irse a conquistar a otras  mujeres sin parar  - recordó la mujer con algo de pesar, Chile puso su mano en el hombro de su madre
- ¿Cuántos hijos tiene ese viejo?
- no sabría decirte, solo conocí a uno, era hijo de mi amiga Azte, Imperio Azteca...se llamaba Nueva España, Azte murió cuando él era pequeño, yo me encargué de él por un rato pero luego perdí todo contacto con él - dijo la mujer sin querer revelar que lo había abandonado igual que a Chile
- no lo conozco - dijo el chileno retirando la mano de el hombro de su madre al escuchar un crujido
- bueno, volveré a trabajar - dijo la mujer poniéndose de pie otra vez
- está bien, yo volveré con mi hermano, vendré a visitarte otro día - se despidió el chileno, la mujer quiso abrazarlo pero él se alejó enseguida
- cierto, lo olvidé - rió la mujer haciendo sonreír a Chile
- abrazo psicológico - dijo el chileno haciendo el gesto de un abrazo, la mujer hizo lo mismo mientras ambos sonreían, luego el chileno se fue mientras que la mapuche siguió tirando semillas en la tierra previamente limpiada.

Antes de volver a casa él chileno se encontró con su amigo, este estaba solo en una banca comiendo un chocolate con almendras

- hola México - saludó contento el chileno, México sonrió apenas al verlo y lo invitó a sentarse
- hola Chile ¿Quieres chocolate?
- bueno - el mexicano partió el chocolate a la mitad dándole la mitad más grande a su amigo, se quedaron mirando a los niños jugar en las casitas de madera mientras disfrutaban el dulce sabor de el delicioso chocolate con almendras
- ¿Te acuerdas cuando jugábamos ahí? Eramos tan pequeños
- si me acuerdo, teníamos como 5 años...¿Te acuerdas cuando ambos escapamos de casa y nos juntamos aquí?
- ¡Si! Fue muy loco que sin saberlo ambos nos encontraramos en el mismo lugar... Y luego nuestros padres nos salieron a buscar, creo que me castigaron
- creo que a mí también - ambos rieron mientras recordaban.

Pasado un rato el mexicano pasó su brazo por sobre el cuello de su amigo, este no se quejó y en cambió se acomodó más cerca de él, México sonrió cuando Chile hizo eso.

Las primeras estrellas se divisaban en el cielo que había pasado de un celeste a teñirse naranjo y morado, Chile miraba impresionado el cielo, siempre le había gustado verlo y siempre le causaba la misma emoción, los ojos de México brillaron al ver las estrellas brillar sobre sus cabezas, le causaba una hermosa emoción que no sabía explicar, no había pasado mucho rato cuando ambos se dieron cuenta de que estas sensaciones eran las mismas que sentían al verse el uno al otro, se miraron fijamente a los ojos y sonrieron, aquella sonrisa desapareció de ambos rostros cuando sus labios se juntaron en un beso bajo el cielo nocturno.


¿por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora