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Los trece días después fueron desesperantes.

Slash estaba realmente alterado y Cliff le insistía mucho. El chico no olvidaba las palabras de Saul y por eso era persistente, necesitaba saber sobre qué hablaba su amigo. Pronto se iría y necesitaba al menos despedirse. Duff estaba deprimido, soñaba con sus padres todos los días y luego despertaba sin ellos. No era que odiase estar con Slash, pero extrañaba a su familia, necesitaba los abrazos de su mamá.

Las cosas se estaban saliendo de control, Slash estaba mal, hacía las cosas mal, de repente le daban ataques que lo dejaban temblando. El pequeño del hogar se percataba de eso, aunque Slash hiciera hasta lo imposible con tal de que Duff no se diera cuenta de nada, sin embargo, no podía hacer nada porque era solo un niño cargando con demasiadas cosas a su corta edad. Cada vez le costaba más calmarse, era difícil fingir tanto para Duff.

Duff veía televisión en la sala, mientras que el moreno estaba sentado en la cama de su habitación, jadeando. Necesitaba encontrar la solución a sus problemas, y él creía que a esas alturas sólo había una solución: suicidarse.

Estaba harto de su vida que no tenía ningún rumbo, no podía soportar más, tenía demasiado encima. Iba a rendirse finalmente, lo haría en silencio. Pero no podía dejar a Duff así nada más, tenía que encontrar a los McKagan sea como sea.

Mientras estaba hundido en sus dañinos e insanos pensamientos, su teléfono sonó, lo había dejado en la cocina, así que tuvo que levantarse y dirigirse hasta allí para atender la llamada. Llegó a la sala primero y vio a Duff dormido en el sillón, se veía tranquilo, por lo que optó por dejarlo dormir en paz. Sabía que el pequeño estaba durmiendo mal esos días por sus pesadillas.

Cuando contestó lo primero que escuchó fueron jadeos, lo cual le provocó espasmos.

¿Slash? ¿Slash?

La conocida voz de su amigo le sacó el miedo de encima, relajó el cuerpo al ver que no se trataba de ninguno de sus maltratadores y le habló.

— ¿Rachel?

Slash, viejo, tienes que escapar con Duff ahora mismo.

— ¿Qué? ¿Qué está pasando?

El jefe quiere hacerle cosas horribles...

Slash puso una mano en su frente, su corazón comenzó a latir con fuerza por el terror.

— ¿Qué quiere hacerle?

Lo tiene todo escrito, esto me hizo vomitar... Lo leeré... —la voz de su compañero se quebró un poco, al moreno se le llenaron de lágrimas los ojos y se mareó—. Quiere abusar sexualmente de él, quiere torturarlo, quiere golpearlo, dejarlo sin comida y otras cosas espantosas. Cuando el pequeño crezca un poco más, quiere prostituirlo por mucho dinero. Quiere dejar que hombres abusen de él.

El pecho de Slash se apretó, comenzó a llorar con solo imaginar a Duff pasando por el mismo infierno que él. Siendo golpeado, obligándolo a hacer cosas que no quería, entre otras. Tenía tanto miedo y dolor que temblaba, el frío lo invadía con la fuerza de una ola, le costaba respirar. Estaba teniendo una de sus crisis, y una muy fuerte de la cual perdió el control. Entonces la vida se sentía irreal, como si de repente no estuviese ahí y solo fuera un espectador de un infierno. Estaba tan mareado que se tambaleó y estaba seguro de que iba a vomitar pronto. No podía controlarse a sí mismo, estaba en un tremendo colapso que lo aterraba.

— ¡No, no, no, Rachel, no! —gritó con los ojos cerrados, dejando salir su llanto— ¡No, por favor, no pueden destruirlo a él también! ¡Si quieren que me maten a mí, pero a él no!

𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐫. ⌞Sluff⌝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora