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Slash, lo que te diré a continuación te va a convencer.

— Nada de lo que digas me convencerá —reafirmó el moreno—. No te esfuerces.

¡Mierda, Saul, ya cállate! —le gritó Cliff. Cuando Slash guardó silencio, suspiró—. Gracias. Bien, como te decía... Aunque no dejes ir a Duff, él asistirá.

— ¿Cómo?

Escapándose por la ventana.

Slash abrió la boca con sorpresa y miró hacia todos lados, como buscando alguna ventana por la cual pudiese huir. Ahora estaba inquieto, muy inquieto.

— Él no sería capaz de hacer algo como eso.

Seguramente lo tiene en cuenta.

— Maldición...

Es cosa de pensar como adolescente. Yo también lo fui una vez y confieso que me escapé un par de veces de casa con tal de ir a una fiesta.

— Hey —el moreno arrugó la nariz—. Le diré a tus padres.

Ya lo saben, yo mismo se los dije hace como un año o algo así —explicó con simpleza—. Como sea, el punto aquí es que debes darle permiso a Duff.

— ¡Antes me mato!

¡Ugh, pero qué terco! Saul, Duff se las arreglará para escapar y será horrible. Lo mejor es que tú lo supervises, que lo dejes en la casa de su amigo y ya sabes, conocer un poco el ambiente.

Hudson permaneció pensativo y tomó un vaso de whisky para darle un largo sorbo. Mientras el alcohol le bajaba por la garganta, hizo una mueca y pestañeó rápidamente. Volvió a pensar en lo que dijo Cliff y en si realmente era lo mejor o no.

Sabía que para Duff era muy importante esa fiesta porque iba a ser la primera a la que asistiría. Recordó que Duff también le compartió su sentir y que se vio bastante insensible en ese momento. Un grado considerable de culpa invadió a Slash en ese momento. Pensaba en el rubio sollozando y se le apretaba el pecho. Duff merecía ser feliz y divertirse una noche con sus amigos y demás chicos de su edad. Sería una experiencia increíble para él, lo agradecería siempre.

El moreno chasqueó la lengua y resopló.

— Tienes razón, Cliff.

Lo sé.

— Creo que le debo disculpas al bebé.

¡Exacto! Ve a charlar con él antes de que se quede dormido.

— Lo haré; hablamos luego, te amo.

Y yo a ti.

Slash cortó la llamada y se levantó del sillón para caminar hacia las escaleras. Las subió lentamente y dio algunos pasos más hasta llegar a la habitación del adolescente. Apegó su oreja a la puerta para tratar de escuchar algo. No escuchó nada. Se atrevió a dar un par de toques y se oyó un bufido.

— ¡Déjame solo! —exclamó molesto el menor.

— Duff, necesito hablar contigo.

— ¡No quiero hablarte! ¡Vete de aquí! —replicó.

— Por favor.

— ¡Entiende que no quiero verte ni escucharte!

— Michael, abre la puerta ahora mismo.

— ¡No lo haré!

Hudson respiró profundo para calmarse y frunció el entrecejo.

— Bien, dame tu teléfono, estás castigado.

𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐫. ⌞Sluff⌝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora