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— ¿Cómo estás?

Duff se puso al lado de la cama de Slash y sonrió levemente.

— Aburrido como la mierda —el moreno frunció el ceño y se cruzó de brazos—, ¿qué me trajiste?

— Uhm, te traje plastilina. —Michael le sonrió mostrando los dientes y le entregó una cajita con las plastilinas.

Slash rodó los ojos y carcajeó.

— Duff, no tengo cinco años.

— Dame las gracias por lo menos. Con esto te diviertes un rato —el adolescente tomó un semblante más serio—. Oí que aquí hacen actividades. ¿Por qué no te inscribes en ping pong?

— No, gracias. No vine a socializar. —Slash volvió a fruncir el entrecejo.

— ¿Y cómo pretendes mejorarte así?

— Oye, ¿qué esperas? El tipo de la habitación de al lado es un esquizofrénico que pelea solo.

Duff resopló al escucharlo.

— Slash, esa gente tiene problemas y están aquí para mejorarse. No deberías hablar de esa forma. —lo regañó.

— ¡Oh, ya cállate! —exclamó—. ¡Tú no eres el que está aquí!

— ¡Bueno, intento ayudarte!

— ¿Por qué me mezclaron con los locos? Ya me humillaron, estoy tan humillado que podría llorar, ¿felices? —Hudson entrecerró los ojos.

— Slash, por favor, estamos tratando de ayudarte.

El moreno negó varias veces y desvió la mirada unos segundos. Estaba molestándose demasiado con el rubio y no quería perder el control o tendrían que dormirlo para tranquilizarlo. Y eso además de humillante sería incómodo.

Slash volvió a posar su mirada en el rubio.

— No me voy a matar, ¿de acuerdo?

— Llevas tres días aquí.

— Y ya estoy bien; sáquenme. —Slash sonrió de manera forzada.

— No vamos a sacarte. Son solo dos semanas, tranquilo.

El mayor respiró profundo con tal de controlar su ira que cada vez salía más a flote. De a poco toda esa ira iba transformándose en tristeza.

— Ya estoy harto, Duff, estoy sufriendo aquí.

A Duff lo estaba destruyendo oír a Slash de esa forma y verlo tan débil.

— Slash, esta es la única forma en la que puedo ayudarte.

— Qué gran ayuda. —dijo el moreno, destacando el sarcasmo.

— Me lo vas a agradecer.

— Ya vete, no quiero que sigas aquí.

Slash cerró los ojos y apuntó a la puerta. Duff se sorprendió y a la vez entristeció. Su relación con Slash se había vuelto realmente difícil y mala después de todo lo que había pasado.

— ¿De verdad quieres que me vaya?

— Vete. —insistió.

— Abre los ojos y vuelve a decirlo.

— ¡Sal de aquí! —gritó.

— Sácame tú entonces. —lo enfrentó el menor.

Slash abrió los ojos de golpe y se sentó en la cama, justo frente de Duff, y lo tomó por los hombros, mirándolo fijamente.

𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐫. ⌞Sluff⌝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora