𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐫. ⌞Sluff⌝

.39.

Duff abrió grandes los ojos por la sorpresa que le ocasionó el imprevisto comentario de Slash, que delató la curiosidad del moreno disfrazada de un comentario obvio.

— Soy virgen, Slash.

El moreno rió con ganas, y al ver que Duff no reía, como indicando la supuesta ironía, se puso nervioso.

— Por favor, no soy estúpido.

— De verdad lo soy. —insistió.

— ¿Cómo es que...?

— Simplemente lo soy —le interrumpió, para luego encogerse de hombros—, entre Johnny y yo no ha pasado nada. Casi pasa con Krist, pero no llegó a nada.

Slash se dio cuenta de que había metido la pata y trató de deshacerse de esa sensación de incomodidad que odiaba.

— Bueno, seguramente ocurrirá en la playa.

— No lo creo. —aseguró.

Lo único cierto era que Duff llevaba años guardándose para Slash, y lo seguiría haciendo. El hombre digno con quien quería vivir ese especial momento era él y nadie más.

Pero Slash no sabía eso.

— No tenía idea de que seguías siendo virgen.

— ¿Vas a empezar a criticar o algo?

— ¿Y tú vas a dejar de pelear? —Slash frunció el ceño.

— Sí, porque las zorras pelean.

— ¡Yo no dije que eras una zorra! —se exaltó.

Duff esbozó una pequeña sonrisa. Decía eso sólo para ver a Slash molesto, porque lo adoraba.

— Da igual, estabas ebrio pidiendo que te besara.

— ¿Qué? —Slash se sorprendió—, ¿cuándo te pedí eso?

— Oh, Saul, no te hagas el imbécil.

— Que yo recuerde sólo te pregunté si ibas a besarme o no.

— Querías que te besara, lo sé.

— No, estaba confundido. Joder, ya ni recuerdo las cosas que dije. —Slash resopló frustrado.

— Como sea, iré por mis cosas.

— ¿Ya te vas?

— Ajá.

Duff rodó los ojos y se retiró. Slash bufó y se alborotó los rizos.

*\*\*\~

Cliff cruzó el pasillo entre la sala y la cocina, con intenciones de llegar hacia su habitación, hasta que vio a Slash en el sillón de la sala jugando videojuegos. En la mesa de centro habían dos botellas de cerveza, una vacía y otra hasta la mitad.

Burton tuvo que parpadear varias veces para confirmar que lo que estaba viendo era real. Y sí lo era.

Se acercó hacia él y alzó una ceja al notar lo desordenados y esponjosos que estaban sus rizos.

— Slash, no puedo creer que sigas en pijama.

— Es sábado. —contestó, sin despegar la mirada del televisor.

— Sí, pero tú no eres así.

— Estoy flojo hoy, Cliff. —se excusó, moviendo rápidamente los dedos sobre los botones del joystick.

— Esto no es normal.

Cliff entrecerró los ojos y se sentó al lado de Slash, ahora viendo que lo que Slash jugaba era un juego de carrera de autos, que a juzgar por su tensión, significaba que no iba en el primer lugar. Esas simples cosas estresaban a Slash, cosa que Cliff sabía muy bien porque era observador.