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Slash despertó primero, Duff estaba profundamente dormido como era de esperarse. El moreno sonrió, le dejó un beso en la frente y con mucho cuidado se levantó de la cama para ir a la cocina. Preparó el desayuno y antes de colocar las cosas en el comedor, pensó un poco.
Luego, fue por una bandeja y dejó las cosas ahí. Llevó la bandeja a su cuarto y la dejó en su escritorio, para después ir hacia su cama y comenzar a dar caricias en el rubio cabello del menor.

— Duff, despierta

El rubio abrió lentamente los ojos, bostezó y estiró sus brazos. Slash lo observaba con una sonrisa, lo cual lo sonrojó al instante.

— Oh, buenos días. —sonrió el menor.

— Buenos días, cariño, ¿qué tal dormiste?

— Bien, muy cómodo a tu lado; ¿Tú cómo dormiste? ¿No te molesté?

— No, para nada; dormí excelente —Slash acomodó sus rizos—. Recordé cuando llegaste, esa noche también dormimos juntos.

Los dos se quedaron en silencio un instante, ambos recordando aquel momento. Duff recordaba a la perfección lo protegido que lo hizo sentir Slash desde aquella noche. Los dos se sonrieron un tanto nerviosos ahora.

Ambos tenían las mejillas calientes.

Duff se atrevió a colocar su dedo índice en la punta de la nariz de Slash, notando como el mayor se estremecía.

— Usted es muy abrazable, señor Hudson. Me cae bien. —dijo Duff, como hace años atrás lo había hecho.

Slash se hundió en los recuerdos. Fue como si por unos segundos viese al Duff de ocho años. Tuvo que pestañear para borrar esa imagen y comenzar a ver a Duff como el chico grande en el que estaba convertido.

Era fuerte recibir aquellos azotes de realidad que le ponían los pies en la tierra, en donde su lucha consistía en admitir que los años transcurrían y Duff crecía, como él, que ahora era el adulto que a temprana edad quiso ser. Ahora se veía perjudicado por si mismo, por su mente para ser precisos. Envuelto en la incapacidad de pasar a la etapa de aceptación y tratar a Duff como debía ser adecuado; ¿Pero cómo aceptarlo? Si desde tan pequeño tuvo responsabilidades tan grandes, mucho peso con el que cargar, fue obligado a crecer cuando no era momento.

Las heridas del pasado seguían dejando sus huellas.

Y Slash ya no quería cargar con dolores, con heridas abiertas que intentaba cubrir y distraer a los demás, diciéndoles lo que querían escuchar: ya cerraron.

Saul parpadeó varias veces, se talló los ojos y calló su mente. Se apresuró a formar una sonrisa y recordó rápidamente en lo que estaban.

Tomó las manos del menor y las acarició. Quería decir algo, sin embargo, no lo sentía necesario. Quería transmitirle su amor al rubio con caricias, sonrisas y miradas bonitas. Lo mejor de todo fue que Duff logró sentir lo que Slash quería que sintiera.

Duff pensó que iban a besarse porque Slash se estaba acercando mucho a su rostro. Sus ilusiones cayeron como esperanzas en mal momento cuando el mayor depositó un dulce beso en su frente.

— Te traje desayuno. —dijo el moreno.

— ¿De verdad? ¿Con mi ave...?

— Sí, cariño, con tu avena, por supuesto.

— Eres perfecto. —Duff soltó un suspiro enamoradizo.

Slash le guiñó un ojo, se levantó de la cama y fue hasta su escritorio para llevarle la bandeja a su querido chico. Duff se acomodó en la cama, Slash le entregó la bandeja, abrió las cortinas para permitir que entrara la luz y también una ventana, la cual le permitió sentir una fresca brisa mañanera.

𝐓𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐩𝐞𝐫. ⌞Sluff⌝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora