Capítulo Uno

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Foto: Lesya Petrov







—¡Lesya vámonos!— me gritó Leila desde la puerta de la habitación y gruñí cual perro rabioso.

—No gritara si te apuraras.

—Siempre llegamos tarde por tu culpa no te quejes— me defendí y me puse de pie. Cerré la puerta detrás de mi y nos dirigimos hacia el comedor.

—Hola Silvana— saludó Leila y ladee la cabeza. Se saludaron con un beso en la mejilla y yo la saludé con una abrazo como de costumbre.

Llegamos a la cafetería unos minutos después y estaba acaparada de estudiantes. Divisé una chica a lo lejos y sonreí.

—Por allá esta Amber— avisé.

—Leila y yo pedimos la comida, las alcanzamos en unos minutos— dijo Silvana y asentí, tomando caminos diferentes.

Me dirigí hacia la mesa de Amber.

—Santa Madre— susurré señalando el hermoso collar que colgaba del cuello de Amber.

—Mi mamá me lo regaló— dijo observando el collar.

Le regalé una sonrisa compasiva y me respondió con una ladeada. Su madre había muerto hace dos años en un accidente de autos, su padre enloqueció por la pérdida y se volvió alcohólico. Apuesto que debe vivir un infierno en su casa todos los días.

Sé que lo digo como si no fuera la gran cosa, pero no conozco lo que esta sintiendo y por mucho que quisiera sentirlo para llorar con ella, no puedo. No puedo hacer más nada que ofrecerle mi hombro para que llore.

—Aquí estamos— avisó Leila, sentándose junto a mi y dejando las bandejas junto con Silvana.

A los pocos minutos llegó el primer chico.

—Hola muñecas— saludó Ian dándonos un beso en la mejilla a cada una.

Al terminar se sentó junto a Silvana y pasó su brazo por los hombros de ella, pero esta removió y todos reímos.

—Hola princesa— susurraron en mi oído y me estremecí.

Alcé la vista y ahí estaba el actual amor de mi vida. Xavier McCrory. Saludó a los demás en la mesa y luego se sentó junto a mi.

—Hola chicas— saludó Jeremy y se sentó entre Silvana y Amber. Posterior a él llegó Charlie sonriente igual que todos los días.

—¿Qué clase les toca?— preguntó Charlie y todos intercambiamos miradas.

—Inglés— dijeron Leila e Ian al mismo tiempo.

—Historia— dijo Xavier.

—Arte— dijeron Charlie y Amber.

—Matemática— dijimos Silvana y yo y sonreímos.

Nos pusimos de pie y antes de irme con Silvana, Xavier me detuvo.

—¿Te vas sin despedirte?— preguntó y reí. Me acerqué un poco mas y besé su mejilla antes de irme.

El timbre sonó y el resto de los estudiantes se dispuso a marchar hacia sus respectivas clases.

[...]

—Esta ha sido una de las mañana más pesadas de la semana— suspiró Amber con fastidio mientras nos estirábamos.

—Ya hoy es viernes, aprovéchalo— la animó Silvana y sonreí.

—¿Dónde está la entrenadora?— susurró Leila llegando hacia nosotras, volteando a todos lados.

—Está tomando agua, cálculo que tienes cinco minutos— dijo Silvana y Leila se apresuró en soltar sus cosas y empezar a calentar con nosotras.

La entrenadora Masters no era la más sutil de todos los profesores cuando se trataba de sus clases de gimnasia, fácilmente podría ponerte a hacer cincuenta flexiones por llegar cinco minutos tarde, o bien pudiera dejarte entrar así no más; todo depende de su ánimo.

—Buenos días, Castilla— saludó la entrenadora a Leila llegando a nuestro grupo.

Leila bufó y las demás reímos.

—Hoy estoy de humor— anunció con cierto aire de superioridad y siguió de largo.

—Bruja— susurró y me mordí la lengua.

Las chicas rieron y a los pocos minutos empezamos a practicar para la competencia de este año. Al parecer en esta universidad hacen competencias todos los años y mis amigas y yo ya teníamos previos entrenamientos de gimnasia así que... ¿Por que no?


—Creo que tendrán que cargarme de regreso— murmuró Silvana, dejándose caer en el suelo junto a mi.

—¿Tú dices?— murmuré sintiendo dolor en cada rincón de mi cuerpo.

—¡Buen entrenamiento chicas! ¡Las veré la semana que viene!— y con eso se despidió la entrenadora.

Miré a las chicas y ninguna tenía intenciones de pararse a excepción de un par de rubias y trío de castañas que nos miraban con ¿repulsión?

—¿Les debemos algo?— cuestionó Amber hacia ellas y fruncieron el ceño como si fuéramos muy poca cosa para ellas.

—¿Están cansadas?— preguntó la indudable voz de Jeremy y reí sin abrir los ojos.

—No se burlen y ayúdenos— se quejó Amber y abrí los ojos encontrándome con esos hermosos ojos verdes que conocía desde hace siete bonitos meses.

Pasó sus manos por mis piernas y espalda, y me levantó entre sus brazos. Miré a las chicas y Charlie cargaba a Amber, Jeremy a Silvana e Ian a Leila.

—¿Quienes comparten habitación?— preguntó Ian.

—Leila y yo en el tercer piso, habitación 305— dije.

—Amber y yo habitación 206— dijo Silvana y los chicos asintieron.

Cerré mis ojos y escondí mi rostro en el cuello de Xav.

—Con amigos así quien necesita un novio— murmuró Leila y todos reímos.

Ian y Xav empezaron una conversación sobre fútbol a la que traté de prestar atención, pero simplemente no pude, mis piernas parecían estar al fuego.

Cuando llegamos a la habitación Xav me dejó en mi cama y gemí por el dolor.

—Hasta mañana, linda— susurró y depósito un beso en mis labios antes de irse junto con Ian.

Lo más que pude hacer fue sonreír ante el tacto de sus labios sobre los míos. Lo único que quería hacer en estos momentos era dormir.

Y darme una ducha. Pero más dormir.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora