Capitulo Treinta y Ocho

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Despertar entre los brazos de Christopher era la mejor sensación que había conocido hasta ahora. Tenía mi espalda pegada a su pecho, tuve que quitar su brazo que rodeaba mi torso para poder darme la vuelta hacia él. Por mi movimientos se despertó bruscamente, abrió los ojos un poco sorprendido y reí levemente.

-Buenos días- murmuré acurrucándome en su pecho.

-Espero no haber sido una molestia en la noche- dijo besando mi cabeza.

-Para nada- dije alejándome un poco para ver su rostro somnoliento. Sonreí levemente, eliminando la distancia entre ambos.

Sin dar cabida a las dudas, juntó sus labios con los míos y en menos de lo que nos imaginamos el beso se profundizó y Christopher se encontraba sobre mi, apenas dándome oportunidad a respirar. Una de mis manos se abrió paso por su abdomen con intenciones de retirar su camisa, antes de que pudiera hacerlo giramos quedando yo arriba de él y rompió el beso. Jadeé brevemente.

-No puedo hacerlo- dijo mirándome a los ojos- Las cosas están yendo muy bien hasta ahora y no quisiera ir demasiado rápido. Lo siento.

-¿Por qué te disculpas?- pregunté con diversión- No hay nada que deba perdonarte. Eres, hasta ahora, lo mejor que me ha pasado en un buen rato. Gracias.

Le di un pequeño beso en la mejilla, me levanté y agarré mi ropa para cambiarme. Cerré la puerta del baño y me quité la camisa que Christopher me había prestado para dormir, rápidamente me coloqué mi ropa, me enjuagué la boca con agua y peiné un poco mi cabello con mis manos.

Cuando salí del baño noté que Christopher aún estaba acostado, me senté a su lado y acaricié su cabello suavemente, peinándolo hacia atrás. Abrió los ojos con pereza y le sonreí.

-Debería volver a la universidad.

-Y yo ir a trabajar- dijo sentándose en la cama. Se levantó y se metió al baño.

Decidí esperarlo abajo en la sala. Cuando salí al pasillo le eché un vistazo al lugar donde había visto esa entidad la noche anterior. Me incomodó el hecho que esa entidad pudiera volver por Christopher. O bien pudiera ser un ente maligno intentando ganarse mi confianza o llegar a él. Me di la vuelta y seguí el camino hacia las escaleras.

Con algunas cosas que conseguí en el refrigerador, preparé un desayuno para Christopher. Sentí una mano en mi hombro y me di la vuelta.

-Bajaste justo a...- me callé al descubrir que me encontraba sola en la planta de abajo- ¿Eres tú, no?

No hubo respuesta. Unos segundos después escuché a Christopher descendiendo por las escaleras, apenas su mirada se cruzó con la mía su ceño se frunció instantáneamente.

-Te ves pálida- dijo acercándose- ¿Te sientes bien?

-Si, uh. Yo, te hice el desayuno- murmuré apartando la mirada. Me hice a un lado y se acercó a la barra donde descansaba un plato con un par de tostadas con mermelada- No es mucho, pero fue lo que conseguí.

-¿Ya tú comiste?

-Si- mentí y forcé una sonrisa.

-Gracias por esto.

Tomó asiento y empezó a comer. Mientras estaba concentrado en comer no podía evitar mirar a mi alrededor de vez en cuando. Tenía un ligero mal presentimiento. Era una sensación extraña que me mantenía alerta.

-¿Tengo que preocuparme por el fantasma de anoche?- preguntó, captando mi atención.

-No, no va a molestarte- respondí parándome junto a él. Pasé mi brazo por sus hombros y lo besé en la coronilla- Me aseguraré de ello.


Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora