Capitulo Dos

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Me removí incómoda en la cama un par de veces, no lograba encontrar una posición cómoda para seguir con mi reconfortante sueño.

—¿Estas despierta?— preguntó Leila y decidí darme por vencida.

—Si— bufé molesta y me senté en la cama.

Tomé mi celular y revisé los mensajes recientes.

—¿Quieres ir a una fiesta?— pregunté y miré a Leila, quien me observaba confundida.

—Habrá una en un salón de fiesta. Es de Junior, me pasaron la invitación anoche— dije mientras leía el resto del mensaje.

—¿Que día es hoy?— preguntó y la miré mal.

—Sábado.

Frunció el ceño.

—Los chicos también están invitados— dije y suspiró.

—Si, está bien— aceptó finalmente y sonreí.

Entré al baño y me di una necesitada ducha helada para quitar cualquier rastro de sudor y mugre del día anterior.

Salimos de la habitación como una hora después, de camino al comedor había un grupo de chicas que, sin disimulo, me señalaban y hablaban estupideces.

—¿Qué murmuran aquellas chicas?— preguntó Amber y suspiré.

—Nada que valga la pena repetir— respondí.

Siempre me habían molestado por ser rusa. Aparentemente somos un problema para los norteamericanos. Y por mis amigas juntarse conmigo también terminaban siendo blanco de lenguaradas.

Al llegar a la cafetería nos encontramos con las demás, el comedor estaba abarrotado de estudiantes como de costumbre.

—Hoy nos toca comer afuera— dijo Amber y me volví hacia ella.

—Nosotras nos encargamos de la comida, ustedes busquen un lugar— ordenó Leslie llevándose a Amber y reí.

Silvana me tomó del brazo y me arrastró hacia afuera.

—Aquí esta bien— dijo y paramos bajo un árbol, se podía ver todo desde aquí y el lugar era fresco lo que me pareció perfecto.

Nos sentamos en el suelo y esperamos a los demás.

—¿Por que esas chicas hablaban mal de nosotras?— preguntó y me encogí de hombros.

—No tienen autoestima o simplemente no saben que hacer además de criticar— respondí sin darle importancia.

—Hola nenas— saludó Charlie.

Junto a el venían Ian y Xav.

—Hola preciosa— me saludó Xav sentándose junto a mi y depositando un beso en mis labios.

[...]

—¿Leila podrías apurarte por el amor de Dios?— me quejé de nuevo.

La puerta crujió ligeramente y me acerqué a esta para ver quien era.

—¿Están listas?

—Leila aun no esta lista— respondí e Ian rodó los ojos.

—Si quieren pueden adelantarse, yo espérate por ella.

—¿Seguro?—pregunté y asintió.

Le regalé una sonrisa a Ian y tomé del brazo de Xav que me esperaba ansioso. Llegamos hasta las escaleras y descendimos con calma.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora