Capitulo Veinticinco

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Desperté con esa horrible sensación de ahogo. Intenté respirar por la nariz pero el oxígeno no llegaba, abrí la boca y empecé a hiperventilarme. Arqueé la espalda despegando mi cuerpo de la cama. Escuché que alguien me gritaba pero no entiendo qué dice.

Segundos después mi cuerpo cae, mi respiración se regula.

-Lesya. ¿estás bien?- habló de nuevo esa voz y abrí los ojos con pesadez.

Frente a mi se encontraba el policía.

-¿Dónde estoy?- pregunté con una mano en mi pecho, el sujeto me ayudó a reincorporarme. Recorrí el lugar con la mirada.

La habitación es pequeña, gris, oscura, no hay ventanas ni otra puerta además de la de salida. Pareciera como una habitación en remodelación.

-En mi casa.

-¿Hay alguien más en la casa?- pregunté.

-Si, tus amigos. Me pidieron un lugar mientras despertabas. No querían llevarte al hospital- habló limpiando mi rostro con un pañuelo, sonreí levemente y me devolvió el gesto.

¿Mis amigos?

-¿De qué amigos me hablas?

-El castaño que casi te mata y el otro- respondió y se alejó.

Con cada paso que daba para alejarse me sentía cada vez más sumida en la oscuridad, algo está mal con esta casa.
En una esquina logré ver una sombra, una mancha oscura.

-¡Espera!- grité bajándome de la cama de un brinco. Corrí hasta él y me crucé en su camino, sin darle la espalda a aquella sombra.

-¿Qué? ¿Qué tienes?- preguntó, sujetándome de los antebrazos.

-No me dejes sola- murmuré con la vista fija en aquella sombra.

-Está bien...- soltó confundido y me dejó atravesar el umbral de la puerta primero que él.

Recorro la estancia rápidamente, un par de muebles, un televisor y una mesa de centro.

-¿Cael, Jack?- pregunté detrás de los chicos sentados en el mueble, no veía sus rostros pero eran los únicos que me venían a la mente.

-Hasta que despertaste- murmuró Jack, poniéndose de pie junto con Cael.

Rodearon el mueble y retrocedí hacia Jack, recordando lo que había pasado segundos antes de que la Policía llegara.

-Deja de mirar como a un asesino- dijo Cael.

El oficial, cuyo nombre aún desconozco, mantenía distancia en todo momento, evaluando mis movimientos con cautela.

-No eres tú el que me preocupa- solté entornando los ojos en dirección al policia.

Ambos captaron mis intenciones y disimuladamente le dirigieron una mirada al oficial que nos miraba con otros ojos. Detrás de él se distinguía perfectamente una sombra negra que iba hasta el techo.

El miedo me invadió al instante, mis ojos se cristalizaron cuando la sombra avanzó, se desplazaba por el techo cubriendo todo lo que estuviera en su camino. Por inercia fui directo a los brazos de Cael, las lagrimas empezaron a caer mientras él me sujetaba.

-No me dejes, por favor- susurré en su pecho con voz quebrada.

Sentía que él quería moverse pero yo estaba paralizada en mi lugar, sus manos se pasaron por mis piernas y espalda, me levantó y empezó a caminar hacia la puerta.

-¿Adónde van?- pregunta una voz completamente distorsionada, era escalofriante.

Miré aquella sombra y seguía avanzando, mi corazón se aceleró y mi expresión era de terror puro.

-¡Corran!

Cuando llegamos a la puerta, esta se cerró de un portazo, bloqueándonos el camino. Jack la pateó un par de veces pero era inútil.

-¡Jack, la ventana!- intervino Cael.

Escuché cuando el cristal se rompió y segundos después Cael me sacó por la ventana, dejándome en los brazos de Jack. De último salió él y empezaron a correr sin rumbo fijo.

-Por la derecha- dije rápidamente.

Mantenía los ojos cerrados pero no podía evitar sentir la mirada de todas las personas. Probablemente pensarían que me estaban secuestrando o algo parecido.

-Izquierda.

-¿Adónde nos llevas?- preguntó Jack y se detuvieron.

-No lo sé, los cruces sólo vienen a mi mente- respondí.

Jack luchaba para pasar entre la gente sin que me golpearan o yo a ellos.

-Cael, estaba temblando- susurró Jack. Pasaron unos segundos de silencio hasta que me pasó a los brazos de Cael nuevamente.

-Deja de temblar- me susurró Cael y me aferré más a él.

No podía evitarlo, lo que había visto en aquella sombra me ponía los pelos de punta. Temía por mi vida y la de ellos.

-Al segundo el taxi que vean, en el canal derecho- solté y se detuvo en la acera, pasaron unos segundos y escuché a Jack parando al taxi.

Cael me dejó en el asiento y cerró la puerta, ambos hombres se subieron por el otro lado.

-¿Adónde los llevo?- preguntó el taxista.

-Ella lo va a guiar- respondió Cael.

En el puesto de copiloto vi a una señora de cincuenta y tantos. Era extraño que el taxi se detuviera aún con alguien adentro.

Mi cuerpo se estremeció, Cael me abrazó nuevamente y oculté mi rostro en su pecho. El camino fue más largo de lo que esperaba y por alguna razón la señora que iba de copiloto nunca se bajó del auto.

-Deténgase aquí- indiqué en una esquina.

-Cincuenta billetes, jóvenes- dijo el chofer.

-Cárgalo a mi cuenta- intervino la vieja.

Cael abrió la puerta para mi y me bajé del auto, posteriormente ellos.

-¿Ahora?- preguntó Jack, viendo de un lado al otro.

-Derecha- dijo Cael. Supongo que ya sabía dónde estábamos.

-¿Cuánto falta para llegar?- preguntó Jack después de un rato.

-Ten un poco de paciencia, ya lo verás- hablé, caminando junto a Cael.

Tenía la sensación de que alguien me miraba por detrás y que en cualquier momento me halarían por un brazo arrastrándome hacia quién sabe dónde. Sin embargo, Cael ya había cargado conmigo por mucho tiempo y era algo que to podía controlar.

-Te noto nerviosa aún- susurró Cael, inclinándose hacia mi.

-Ya se me pasará- murmuré.

Estuvimos andando por algunos minutos hasta que finalmente pudimos divisar la gran mansión al estilo gótico.

-¿Es ahí?- cuestionó Jack.

-¿Hay algo malo con eso?- pregunté.

-Es increíble- soltó acelerando el paso. Reí levemente y me volví hacia Cael.

En su rostro podía ver que no estaba muy feliz de estar aquí.

-¿Pasa algo?

-¿Por qué la casa de Belarion?- preguntó con la mirada sobre la estructura.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora