Capitulo Treinta y Cuatro

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Cuatro días después del interrogatorio de mis amigos en la habitación era el cumpleaños de Ian. Ese día me desperté muy temprano, me di una ducha corta y me vestí con algo cómodo para ir al cementerio. Procuré irme antes de que Leila despertara y me hiciera más preguntas.

Los últimos tres días habían sido extraños. No hubo pesadillas ni ninguna punzada que me dijera que Cael estaba en peligro. En esa parte estuvo muy tranquilo.

Mis padres se desentendieron completamente de mi, intenté contactarlos pero nunca respondieron así que fui a visitarlos. Cuando me vieron dijeron que estaban felices de saber que aún seguía con vida, pero ni siquiera me dejaron entrar a la casa. Me dieron dinero en efectivo y me desearon suerte. Cuando volví al campus el banco se contactó conmigo para decirme que tenía una cuenta a mi nombre, además me enteré de que mis padres seguían pagando la universidad.
No parecían ellos. Mis padres nunca me habían dado la espalda de tal forma, al contrario, siempre se preocupaban por mi al ser su única hija.

Respecto a mis amigos; un día se preocupaban por mi y al otro no. Ya no desayunaba o salía con ellos, me daban la espalda igual que mis padres. De Xavier no volví a saber, supongo que se cambió de universidad porque tampoco lo volví a ver por los pasillos.

Mientras todo el mundo me estaba dando la espalda, Christopher, era lo único que me quedaba. Salíamos a almorzar o cenar, dependiendo de su trabajo, otros días simplemente íbamos a una cafetería para pasar el rato. Era tanto lindo como triste, debido a que, a veces me decía cumplidos y no tenía a quien contarle.

-Disculpa...- llamé al chico en el suelo, alzó la vista y se levantó-¿Dónde está la sección F?

-Bajando, el tercer cruce a la izquierda- respondió señalando la dirección.

-Gracias.

El cementerio estaba vacío a excepción de algunas personas, esparcidas por el lugar. Yo diría que hay un máximo de 10 en toda la propiedad. Me abracé a mi misma a causa de un escalofrío.

Pocos minutos después logro ubicar la sección.

Me dejé caer frente a la lápida de Ian con un tarro de helado que tenía guardado para la ocasión, lo abrí y saqué una cuchara pequeña de mi cartera para empezar a comer.

-¿Por dónde debería empezar a recordar?- dije para mi misma en un hilo de voz. Sonreí levemente y recargué mi frente en la piedra- Después de tantos años viendo fantasmas y no puedo verte. Que ironía.

Me sentía destruida en muchos sentidos. En su mayoría por Ian. Era como si alguien quisiera obligarme a ser mala, dura y rígida. Pero había otra parte que seguía siendo humana y trataba de apegarme a esa pequeña parte. Sin embargo, seguía perdiéndolo todo.

-¿Por qué tenías que pelear?- cuestioné, echándome hacia atrás, parpadeé un par de veces para aclarar mi vista- Siempre fuiste muy tranquilo. No merecías esto. Cuanto daría por estar en tu lugar. Te extraño tanto. Habían tantas cosas que querías hacer. Feliz cumpleaños, por cierto.

Una brisa fría me hizo estremecer y le di un vistazo a mi alrededor. A varios metros de nosotros había un hombre parado frente a una lápida, estaba poniendo un ramo de flores sobre esta. Se pasó una mano por el rostro y acomodó la gorra sobre su cabeza. Empezó a hablar. Intenté escuchar lo que decía.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora