Capitulo Doce

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Cuando nos separamos relamí mis labios, reviviendo la sensación de sus labios sobre los míos. No sabía que debía hacer, no quería dejar ir ese peculiar sabor que me habían dejado los labios de Ian. Pero Ian era mi amigo y los amigos no se supone que deban besarse.

—Ya entiendo porque a Xavier le gustaba besarte tanto— comentó y lo golpeé en el pecho, sin poder mirarlo a los ojos.

—¿Sabes que no está bien?

—¿Por qué no?

—Porque somos amigos Ian, los amigos no se besan.

—No me hubieras respondido el beso entonces— dijo. Me quedé en silencio buscando alguna respuesta para eso— Lesya, si crees que estoy enamorado de ti o siento alguna especie de atracción hacia ti, no es así. Sólo te besé porque quise hacerlo, eres mi amiga y no tengo ninguna doble intención contigo.

—¿Entonces qué haremos, pretenderemos que nunca pasó?

—¿Eso es lo que quieres?

[...]

—¿¡Dónde está Leila!?— preguntó Amber entrando a mi habitación con el resto de los chicos.

—Te dije que les explicaras— le dije a Jeremy.

—Lo sé, pero ya sabes como son de alteradas.

—¿Podrías explicarnos de nuevo dónde está la pelirroja?— pidió Silvana con una sonrisa que me hace dudar por unos segundos de si realmente estoy a salvo con amigas así.
Les conté todo tan cual había sucedido.

—¿En serio,Lesya? ¿Nunca has visto esas películas en la que el protagonista huye diciendo que tiene que hacerlo solo y al final sus amigos son los que lo rescatan?

—De hecho no, eso me suena a Toy Story por alguna razón— dije haciendo una mueca y Amber parece estar por lanzarse sobre mi.

—Como sea, el caso es que tenemos que buscar a Lesya— dijo Silvana y fruncí el ceño.

—Yo estoy aquí— dije y sacudió la cabeza.

—Leila, hay que buscar a Leila.

—Seguro querrán asesinarme por esto, pero yo digo que deberíamos esperar hasta mañana.

—Estoy del lado de Lesya— dijo Jeremy.

—¿Están locos? Podría estar muriendo en este instante.

—Ella dijo que no lo hiciéramos, tenemos que confiar en ella— agregó Charlie. Las chicas suspiraron dándose por vencidas.

—Escuchen, sé que pareciera que no le estamos dando importancia a la situación, pero no es así. Estoy tan preocupada como ustedes— dije y saqué la etiqueta del bolso que se llevó.

—¿Qué es esto?— preguntó Ian, tratando de quitarme la etiqueta.

—Si la tocas perderé su rastro— advertí— El bolso que se llevó, yo se lo regalé hace un tiempo. He tratado de rastrearla con la etiqueta.

—¿Cómo...?.

—No preguntes— interrumpí a Amber.

De repente estoy en un lugar abierto, al aire libre. La vista es hermosa y no hay rastro de Leila o de alguna persona, puedo sentir un aire de seguridad. Por alguna razón me siento tranquila, es como si supiera que ella está bien.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora