Capitulo Catorce

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Últimamente mis días de paz se han tomado unas vacaciones totalmente inoportunas, sino soy acosada por las sensaciones escalofriantes o fantasmas simplemente me cuesta dormir, lo bueno es que sorprendentemente mis notas no bajaron ni un poco.

Ahora no sé qué hacer, me toca voleibol pero no creo ser capaz de verle la cara a Paulina, al ser la capitana del equipo, por lo que me encuentro sola vagando por los pasillos del campus. Con la única compañía del conserje de 30 años, ojos claros y cabellera castaña.

No he hablado mucho con él pero es un hombre agradable, cuando me encuentro desorientada sé que puedo pedirle ayuda, era mi vecino del piso de arriba cuando vivía en un apartamento de Philadelphia. Por cosas del destino me lo encontré con él aquí, según mamá éramos muy unidos pero por alguna razón no recuerdo haber cruzado más de tres palabras con él.

-Hola, Les.

-Hey, Jesse- respondí a su saludo y me desvié al gimnasio, lejos de campo donde se desarrolla la práctica de voleibol.

Nunca me había tomado tanto tiempo para recorrer la universidad, este es mi segundo año en ella y creía conocer la estructura bastante bien. Hasta ahora he descubierto dos baños, fuera de servicio, el aula de profesores y una oficina desolada. Al final del pasillo una puerta entreabierta, del lado derecho, capta mi atención.

Nunca había visto esta puerta, de hecho no recuerdo si quiera haber pasado por este pasillo antes, parece como una calle ciega pues no hay salida. Terminé de abrir la puerta completamente y una escalera de madera me sorprende, un aire frío sube con rapidez envolviendo mis rodillas.

-Si, dígame que necesita- habla la ronca voz del director, miré el pasillo y luego las escaleras, pasillo, escaleras.

Divisé la sombra del viejo agrandarse por lo que me obligué a encerrarme en lo que parece ser un sótano, cerré la puerta con sumo cuidado y un clic me indica que ya cerró. Saqué mi celular y activé la linterna para bajar sin caerme.

Si algo he aprendido en las películas de terror es que nunca debes inspeccionar el sótano, pero como yo soy Lesya Svetlana Petrov Vasíliev y me gusta el peligro me adentro en la oscura habitación como si fuera mi propia casa.

Sólo espero que esta no sea la escena en la que se escucha un ruido, la protagonista va a investigar y termina dándose un tremendo susto. A medida que avanzo voy tomando consciencia de todo. Hay todo tipo de cosas aquí abajo, disfraces, latas de pintura, cajas grandes y pequeñas, utensilios de limpieza y un carrito de basura.

Las malas sensaciones me atacan de nuevo, un escalofrío me estremece y mi corazón se acelera.

Creo que estoy entrando en un estado de pánico. El director seguro ya se fue y será mejor que salga de aquí. Corrí a las escaleras y al tocar el primer escalón tiraron de mi hacia atrás. De mi boca no escapa, nada más, que todo el aire retenido, traté de gritar pero nada se escuchaba, sólo pasos..., Pero no eran míos, alguien me sujetaba de la cintura y cubría mi boca mientras me ocultaba tras un estante.

-No. Hables- ordenó y sólo asentí.

Esa voz, rasposa y seca. Su cálido aliento choca en mi oído haciendo que mi piel se erice. Todas las sensaciones de inseguridad desaparecieron, mi corazón mágicamente dejó de latir.

Sentí sus labios en la base de mi cuello y escucho como aspira mi aroma, un pequeño gruñido escapa de su garganta. Libera la mano sobre mis labios y me da una vuelta brusca pegando mi espalda a la pared, cubriendo una vez más mi boca.

-Estos jóvenes, siempre buscando la manera de molestarme- gruñó un señor sacudiendo unas cosas, se escuchó que escupió e hice una mueca de asco.

El señor cierra la puerta y supongo que estamos solos. Finalmente aparta su mano de mis labios.

-Todas esas malas sensaciones que has sentido son señales, alguien quiere hacerte daño y aún no lo ves- habló.

-¿Qué? ¿Cómo sabes...?- pregunté bastante confundida apartando sus manos, quise irme pero me lo impidió.

-Sé lo que eres, y no creas que por advertirte quiero tenerte cerca.

-¿A qué te refieres con que sabes que soy?

Su actitud parece cambiar, más allá de sus cambios físicos puedo sentir lo que él siente. Lo que quiere hacer, si está molesto o irritado y es desconcertante pues nunca he tenido este tipo de conexiones con nadie.

-Ni una palabra de esto a nadie, Lesya- advirtió, atando una venda en mis ojos. Una vez que el nudo está echo me giré, me sujeté de sus hombros a lo que el me aparta y deja recostada de la pared.

-No quiero tener contacto contigo y sólo lo diré una vez más... Ni una palabra de esto a nadie, Petrov- repitió con un tono amenazador, siento como se aleja de mi y por ende su aproximación a la puerta, espero a que esta se abra y con un el clic de la cerradura me arranco la venda y salgo a toda velocidad del lugar.

[...]

-¡Lesya!- me llamó Ian y me di la vuelta, aturdida. El suceso de la mañana aún rondaba mi cabeza- Es Leila, volvió.

Sonreí ampliamente y me abrazó, alzándome en el aire.

-¿Dónde está?- pregunté cuando me dejó en el suelo y ríe.

-Está en la habitación de Amber y Silvana- respondió y entrelazó su brazo con el mío.

-¿Qué estamos esperando?- lo animé a dar el primer paso y me subió a su hombro como un saco de papas.

A estas alturas de nuestra amistad empiezo a disfrutar este tipo de paseos.

En cuestión de minutos ya nos encontramos en la habitación y lo primero que hice al llegar fue: exigir una explicación a su repentina desaparición y abrazar a una de mis mejores amigas durante unos 15 minutos.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora