Capítulo Trece

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Abrí los ojos a causa de un movimiento a mi derecha, parpadeé un par de veces y llevé una mano a mi cabeza.

-¿Qué ocurrió? ¿Dónde estoy?

-Te desmayaste, en la enfermería.

-¿Dónde está el castaño?- pregunté con confusión.

Es extraño que me haya desmayado con un castaño y despierte con un rubio.

-No tengo idea- respondió, encogiéndose de hombros y veo la hora en mi reloj de muñequera.

-Mis amigas me matarán- susurré para mi misma y me bajé de la camilla.

-De nada- murmuró y rodé los ojos- Espera, ¿quién es el castaño?- exigió, tomando mi mano.

-No te incumbe- dije firme y traté de soltarme.

-¿Te han dicho que mientes muy mal?

-¿Y a ti que eres muy molesto?- respondí y hace una mueca.

Finalmente me suelta y salí de la enfermería. Es la segunda vez que vengo y la enfermera no está.

-¡Lesya!- me llamó, pero lo ignoré.

Xavier y yo no tenemos nada de que hablar.

-¿Qué quieres?- gruñí con irritación y ajustó su agarre en mi brazo.

-Disculparme. No quiero saber si te interesa o no, sólo quiero que escuches lo que tengo que decir- pidió con tono de súplica.

Debería quedarme y escuchar lo que va a decir, pero si es como en las películas terminaremos reconciliándonos y no es algo que quiera, además él tiene a Paulina.

-¿Por qué no se lo explicas a Paulina?, ella de seguro querrá escucharte- vociferé y me solté de su agarre por segunda vez, corrí hasta las escaleras para evitar ser tomada de nuevo.

Subí los escalones de dos en dos y me detuve en cada piso con la esperanza de ver al castaño recostado de alguna pared o sentado en el pasillo. Pero como la vida no es tan buena, no logro verlo, de hecho a nadie, todo está deshabitado.

Las chicas me matarán. Abrí la puerta con sumo cuidado pero esta emite un pequeño chirrido y las luces se encienden al instante. Que alegría.

-¿Dónde estabas? Pensamos que te habías marchado como Leila.

-Tuve un inconveniente en el campo, me desmayé y tuve un enfrentamiento con Xavier. Y Leila no se fue para siempre, volverá, confío en ella.

-¿Qué ocurrió en el campo?- preguntó Silvana sentándose en la cama de Leila.

-¿Qué ocurrió con Xavier?

-Es... No, se volvió un idiota.

[...]

-¿Cómo hacen para estar listas temprano si tardan tanto?- pregunté cruzándome de brazos.

Estas chicas duran veinte minutos para despertar, veinte para bañarse y treinta para vestirse y maquillarse.

-Nos levantamos más temprano- respondió Silvana aplicándose rímel, bostezó y frunció el ceño.

-¿A qué hora me levantaron?- pregunté con una mueca.

-4:30- respondió Amber echándose perfume.

-Que bien, ahora me quedaré dormida en la primera clase- me quejé y volví a bostezar.

-No creo que puedas, tenemos gimnasia.

-Mátenme.

-No te preocupes, si Leila no aparece hoy lo haremos- amenazó Silvana y puse los ojos en blanco.

Amber asintió apoyándola e hice una mueca ofendida.

-Que buenas amigas.

-Listas- anunció Amber y salieron de la habitación.

Más le vale a Leila que aparezca esta noche. Al salir de la habitación noté que mis amigas no estaban, lo cual significa que a) se escondieron para asustarme o b) recorrieron 3 metros en 10 segundos.

No tengo idea de dónde se metieron, pero si fue la b son mis ídolos. Quizás sólo se distrajeron con alguien más en el pasillo, o entraron a la habitación de Camelia, que está junto a la mía.

Bajé las escaleras dando saltitos, lo más lejos posible del barandal. El golpe de aquella vez me dejó un hermoso morado que pareciera una mancha negra, si doliera un poco más podría jurar que me fracturé una costilla. Me detengo en el primer piso y miré de un lado al otro el desolado pasillo, siento una extraña sensación de Deja Vú al ver dos chicos hablando al final del corredor.

No escuché su conversación, pero siento que traman algo que no va a ser nada agradable para cierta chica. Ignoré la extraña sensación y seguí bajando las escaleras.

-¿Dónde andabas?- preguntó Ian, llevando un caramelo a su boca.

-Me distraje en el pasillo- respondí y me senté junto a Jeremy.

Las chicas fruncieron el ceño y las miré mal.

-¿Cómo es que desaparecieron en 10 segundos?

-¿De qué hablas?- preguntó Silvana, abriendo los cubiertos.

-Entramos en la habitación de Camelia y luego bajamos por el ascensor- explicó Amber y sólo asentí, pasé la mirada por todos en la mesa y agarré la manzana sobre la bandeja de Charlie.

-Tragona.

-A ti no te gustan las manzanas verdes- me defendí y ríe.

Entre Silvana y él pasaba algo raro, ya no están sentados uno junto al otro, están separados por Ian y Amber lo cual no es bueno. Aunque intentaba descifrar lo que pasaba entre ellos me distraje con otra persona.

A lo lejos logré ver a Cael recostado de la pared, llevaba un ramito de uvas en su mano y cada cierto tiempo se llevaba una a la boca. Parece estar esperando a alguien.

-¿Qué ves?- susurró Jeremy y fruncí el ceño.

-Nada- respondí un poco perdida y asintió no muy convencido.

¿Dónde estará Thomas? No lo veo desde ayer y no sé cómo es que terminé con McCrory.

-¿Lesya?

-¿Ah?

-Charlie y Silvana necesitan hablar- dijo Jeremy.

Miré al frente sólo quedan Charlie y Silvana, todos esperaban a que me levantara.

-Si, claro- solté.

-¿Hay algo que quieras contarme?- preguntó Ian, separándome del grupo.

-¿Soy tan obvia?

-No, de hecho soy el hombre araña- decidí ignorar su comentario y contarle lo que ocurrió anoche.

Caminamos por la cafetería y nos sentamos bajo un árbol.

-Pareció ser una experiencia bastante intensa- comentó seguido de un suspiro.

-¿Tú crees?

-Sobretodo porque un castaño nos está observando de forma muy disimulada- dijo, inclinándose un poco hacia mi.

-¿Eso es sarcasmo?- pregunté un poco confundida y busqué con la mirada "al castaño".

-No, sabe disimular muy bien. Pero no es suficiente para mi sentido arácnido.

-Que tonto eres, Ian.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora