Capitulo Veintiuno

2.4K 172 0
                                    



Giré sobre mis talones y me agaché a su lado.

—No te levantes, quédate sentado— le dije ayudándolo a recostarse de la pared.

Su rostro estaba notablemente más dañado que el de Cael, contaba con un ojo morado y brotado y unos cuantos moretones y cortes adicionales. Tenía ojos azules, muy claros, cabello negro y mandíbula cuadrada; tenía más músculos que Cael y, posiblemente, que Xavier.

—¿Tienes algún dolor o golpe en alguna otra parte del cuerpo?— le pregunté intentando encontrar una posición cómoda para él.

—¿Sabes algo de medicina?— cuestionó.

—Creo que las series de televisión serán suficientes en esta ocasión— dije— ¿Cuál es tu nombre?

—Jack— respondió con una mueca— ¿El tuyo?

—Lesya.

Nos quedamos en silencio durante varios minutos hasta que él volvió a hablar.

—¿Qué te ocurrió en la mano?— preguntó, señalando mis nudillos.

—Estaba enojada y golpeé la pared.

—Que buena idea.

—No tan buena— murmuré, ignorando que había usado sarcasmo— El otro chico está inconsciente, así que iré a ver cómo está.

Me levanté del suelo sin nada más que decir y me dirigí hacia el colchón donde descansaba Cael. Suspiré con decepción al notar que aún seguía dormido. Le quité la chaqueta de los pies cuando su rostro recuperó el color y se la llevé a Jack, para que al menos pudiera usarla como almohada. Posteriormente volví con Cael. Alcé su cabeza con cuidado y me senté en el espacio libre, recostándola en mis piernas.



Sentí que Cael empezó a moverse en mis piernas y bajé la mirada.

—Pensé que habías muerto— murmuré cuando abrió sus ojos.

Cubrí mi boca para bostezar y desvié la mirada hacia Jack, quién seguía durmiendo.

Tanto como Cael y Jack pasaron la noche entre quejas, gruñidos, algunas sacudidas y murmullos que no llegué a comprender. Gracias a todo esto yo no pude dormir en todo el rato.

Emitió un gruñido y trató de levantarse. Era evidente que aún sentía dolor, pero trataba de ocultarlo.

Después de algunos minutos ambos hombres estaban despiertos y más lúcidos que antes. Yo me encontraba especialmente inquieta, caminaba de un lado al otro regularmente, a veces gruñía recordando todo lo que podría estar haciendo en este momento en lugar de estar aquí.

—¿Por qué están tab tranquilos?— pregunté con el ceño fruncido y una mueca de disgusto.

—No quieres saberlo.

—Que asco, Jack.

—Ni siquiera sabes a qué me refiero— girando su cuerpo hacia mi.

—Tengo una idea— dije alzando ambas cejas y se queda en silencio, Cael se remueve incómodo constantemente.

Supongo que no encuentra una posición cómoda.

Lo poco de buena persona que me queda sale a flote y me acerco a él, ayudándolo a acomodarse sobre mis piernas.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora