Capitulo Treinta y Nueve

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—Christopher— lo llamé antes de que se fuera, se volvió hacia mi— Nada. Olvídalo.

—¿Segura?

—Si.

Sólo bastó que cruzara esa puerta para que miles de punzadas atacaran a mi cabeza, era como si algo o alguien intentará meterse. Sentía agujas heladas enterrándose en mi lóbulo occipital, todo mi alrededor se había vuelto distante. Gemí por el punzante dolor y masajeé mis sienes con los pulgares, en un intento de calmar el dolor. Sentí que mi mente se desconectó por algunos segundos y luego volvió.

Tenía mucho frío, mis dedos temblaban y tuve que ocultarlos bajo la mesa cuando escuché la puerta abrirse.

—Lesya— me llama Christopher y me vuelvo hacia él— El sargento de la estación, John Kyser.

—He oído de ti— comentó, tendiéndome su mano. Al momento de estrechar su mano, sus ojos me miraron extrañados. Mis manos estaban sudando y eso las hacía más frías. Le dirigió una mirada a Christopher— ¿Cuántos años tienes?

—Veintiuno— respondí. Volvió a mirar a Christopher.

—¿Estás estudiando?

—Si, estoy en mi...

—Sargento, esto no se trata de ella— me interrumpió Christopher y lo miré.

Negó levemente con su cabeza hacia mi y bajó la mirada hasta John Kyser cuando este se volvió hacia él.

—¿Por qué no hablaste antes?

—Me amenazaron con hacerle daño, tanto a él como a Christopher, si decía algo.

—¿Qué cambió?

—Nada, yo temía, temo por su bienestar.

—Pero no hablaste sino hasta ahora.

—Usted no lo entiende, yo sé quién lo tiene y también sé que no puede matarlo. Lo necesita con vida. A mi también— hablé sonando más ruda de lo que me hubiera gustado.

—Pareces nerviosa— inquirió, entrelazando sus manos sobre la mesa se inclinó ligeramente hacia adelante.

—Directo al grano, sargento.

—¿Dónde está?— preguntó. Las punzadas se intensificaron.

—¿Lesya, te sientes bien?—intervino Christopher.

—Está en la mansión, a las afueras de la ciudad— solté, sacudiendo levemente mi cabeza.

¿Qué está pasando? ¿hay alguien intentando entrar en mi mente? Piensa Lesya, ¿qué puede ser?

—¿La casa del vidente?— cuestionó John.

¿Y si se tratara de Cael? Belarion ha de estar haciéndole algo. Cerré mis ojos con fuerza. Escuché e Christopher llamándome, pero lo omití; alguien intentaba decirme algo.

Lesya, escúchame. Es ahora o nunca.

—Mañana iremos por él. Los quiero a ambos aquí a primera hora.

—No podemos esperar tanto. Tiene que ser hoy mismo— hablé abriendo los ojos. Christopher estaba de cuclillas a mi lado y John me miraba con el ceño fruncido— ¿Podemos ir por Cael hoy? Cuanto antes mejor.

—Prepárense, saldremos en diez minutos— habló John, poniéndose de pie.

Salió de la habitación después de mirar a Christopher por algunos segundos, examinándolo. Suspiré y eché mi cabello hacia atrás con cierta frustración por lo que estaba sintiendo.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora