Capitulo Dieciocho

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Cuando regresé de la casa de Belarion fui directo a la habitación de Thomas, teníamos un trabajo pendiente y también puedo desahogarme con él porque seguramente conoce a Belarion o ha oído hablar lo suficiente para entenderme, después de todo su hermana es igual que yo.

Toqué una vez y no obtengo respuesta. Toqué la segunda. Nada. A la tercera. Nada. Solté un bufido irritada y empecé a caminar hacia las escaleras. Es extraño, son las 5:30 él debería estar ahí.

¿Me habré perdido de algo mientras no estuve?

—¡Lesya!

Fruncí el ceño y alcé la mirada. Apenas logré enfocar la vista cuando tengo la mano de Xavier sobre mi boca empujándome hacia una habitación.

—¡¿Qué ебать te pasa?!—  grité apenas quitó su mano y debido a mi reacción vuelve a cubrirme la boca.

—No querrás que nos atrapen.

—¿Quiénes?— pregunté con una mueca de desagrado cuando por fin me libera.

—Los matones, un grupo de hombres se infiltró en la universidad. Están reuniendo a todos en el campo, los que desobedecen son golpeados.

—¿Y qué hacemos aquí en vez de estar allá? ¿Cómo es que yo entré hasta aquí sin que me vieran? ¡¿Por qué tú no estás allá?!— susurré y abrió sus ojos más de lo normal de forma amenazadora.

No entiendo su reacción, al menos susurré.

—Si nos entregamos nos golpearán, tenemos que simular que no sabemos nada hasta que nos encuentren y estaremos bien. No lo sé, recuerda que desde el campo no se ve la entrada y este ala está bastante alejado. Logré escaparme antes de que pudieran llegar a mi habitación.

—¿¡Cómo sabes que no revisaran este ala en cualquier momento y cuando nos encuentren no nos golpearan!?— grité en un susurro y rodó los ojos.

¿Es mi idea o Xavier se ha vuelto odioso?

—¡Esta fue el primer ala que revisaron!— gritó en un susurro y esta vez soy yo quien rueda los ojos.

—¿Dónde están mis amigas?— pregunté unos minutos después y se giró hacia mi.

—En el campo. Leila y Amber quisieron luchar y terminaron golpeadas.

—¡ублюдки!— grité llena de ira pero como es de esperarse Xavier se lanzó sobre mi para hacerme callar.

Me señaló la puerta en silencio y noté que por debajo se ve claramente la sombra de una persona, más bien dos. Nos ponemos de pie, sin apartar su mano de mi boca, envolvió mi cuerpo con su brazo libre parándose detrás de mi y llevándome con cuidado al baño.

La impotencia, ira, desesperación y miedo recorren todo mi cuerpo gracias a que golpearon a mis amiga y hay personas afuera. Pero si no quiero convertirme en un saco de boxeo tengo que controlarme y colaborar con Xavier. Esto es increíble, de todas las personas ¿Por qué tenía que toparme con Xavier? No es justo.

—Nos meteremos en el guardarropas con cuidado y trataremos de cubrirnos con la mayo cantidad de cosas posibles ¿si?— susurró en mi oído y asentí repetidas veces, apartó su mano lentamente y exhalé todo el aire contenido en mis pulmones.

Corremos las puertas de madera y maldigo para mis adentros.

Los condenados dueños de la habitación tenía ocupado la mayor parte del closet con cajas llenas de objetos grandes y notablemente ruidosos.

—Si quieres puedes sentarte ahí, yo te cubro y buscaré otro escondite para mi— propuso y di un vistazo rápido al lugar.

Por mucho que me duela admitirlo no hay otro lugar seguro, es decir, Xavier y yo tendremos que cuadrarnos en ese pequeño espacio. Sería muy cruel que lo enviara a otro lugar y lo golpearan o asesinaran por mi culpa.

—No, está bien. Pode... Podemos acomodarnos ahí... Juntos— solté con un nudo en la garganta.

Un fuerte estruendo se escuchó en la habitación de al lado, supuse que tumbaron la puerta.

—Apúrate, ya vienen— dije empujándolo dentro.

Apagué las luces del baño, habitación y por ultimo el guardarropas. Esto es lo más incómodo que he hecho en mi pobre vida. Cerré la puerta de madera dejándome sin más opción que sentarme en las jodidas piernas de Xavier. Si, en las jodidas piernas de mi ex.

Sus brazos más largos que los míos se las arreglan para acomodar la ropa frente a nosotros y tirarnos una sábana encima. Nos pegamos la más posible al fondo de nuestro escondite y por ende uniendo nuestros cuerpos. Yo estaba completamente tensa, de pies a cabeza, estar sentada en las piernas de Xavier sin duda me incomodaba.

Sobretodo porque, aunque me costara admitirlo, aún no lo superaba.

Más cuando estas se encontraban cruzadas haciéndome caer dentro de un pequeño hueco. Por otro lado Xavier parecía relajado o no sé si es que estoy tan tensa que lo siento así. Escuché un nuevo estruendo más cerca por lo que creo...

—Tumbaron la puerta de nuestra habitación— susurró Xavier de forma muy pausada.

Me encogí lo más que pude en mi lugar y los brazos del rubio me envolvieron, puedo sentir su aliento en mi cuello la punta de su nariz deslizarse por la zona. Me estremecí y la respiración empezó a fallarme.

Los interruptores de luz hacen su típico "tic" dejando entrar luz por la parte inferior de la puerta. La mano de Xavier huela a mi boca tratando de callar mi autoventilación irregular. Empezaba a desesperarme tanto silencio y giré mi rostro hacia la pared, logré voltear mi cuerpo lo suficiente como para poder esconder mi cara en el hueco de su cuello.

Estaba muriendo del miedo. Podía sentir mis manos sudar. Los dedos de Xavier en mi cadera dibujaban círculos disimulados y de vez en cuando subían y bajaban tratando de calmarme.

Un nuevo golpe se escuchó demasiado cerca. Abrí mis ojos por la sorpresa, pero los músculos de Xavier bloquearon cualquier movimiento de mi parte. Habían abierto la puerta corrediza del closet. Empecé a reducir las porciones de aire que entraban por mi nariz hasta el punto de aguantar la respiración. Sentía la mirada de alguien sobre nosotros pero no se escuchaba nada.

—¿Por qué tardan tanto? Necesitamos que vuelvan aquí. Hay que poner orden— se escuchó una voz a través de una radio.

—Tranquilo jefe, ya vamos en camino— respondió el hombre frente a nosotros.

—¿Señales de la chica?— preguntó un tercero y fruncí el ceño.

¿Buscan a una chica?

—No, aún no— habló de nuevo el segundo y escuché pasos alejarse.

Pero mi peor pesadilla ocurre cuando escucho la ropa correrse.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora