Capitulo Diecisiete

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—¿Qué ves?

—Nada, ¿de qué hablas?

—Claro, fingiré que no noté tu mirada perdida en alguien detrás de mi— habló Silvana con sarcasmo y entrecerré los ojos.

Seguí mirando al chico por sobre su hombro, se me hace casi imposible ya que Silvana mide 10 centímetros más que yo.

—Eres buena en esto— solté finalmente— Es un chico, me llama la atención pues no lo había visto antes.

—Cambiemos de lugar— dijo y dimos un par de pasos, me tomó de los brazos y me detiene repentinamente quedando ella frente a él.

—Creo que él si te conoce— comentó después de un rato y fruncí el ceño.

—¿Por qué?

—No te quita los ojos de encima. Anda con él, estaré en la cafetería con Ian y Jeremy— dijo y empezó a caminar sin darme chance a detenerla.

Me giré decidida a ir a enfrentarlo de una vez. Estaba recostado de la pared con ambos brazos cruzados sobre su pecho, su postura era intimidante, sus ojos castaños son indescifrables.

Estoy a dos pasos de él y no sé qué de supone que debería decir. Tiene los ojos medianamente entrecerrados y no me transmite nada bueno.

-—¿Por qué me miras así?— la pregunta se escapa de mis labios sin siquiera pensarlo.

Tenía planeado irme, no entablar una conversación.

—No es a ti a quién veo.

—¿Entonces a quién?— cuestioné, dudando de si en realidad había sido yo la que habló porque mis labios ni siquiera se movieron.

—A Lesya Petrov— respondió con tono burlón y fruncí el ceño o al menos creo que lo hago.

—¿De qué hablas? Yo soy Lesya Petrov.

¿Qué diablos te pasa?

—No, tú eres Vinetta Viiperi— dijo muy seguro de si.

¿Vinetta Viiperi? ¿Quién es? ¿A quién se refiere con que soy Vinetta Viiperi?

Sentimientos de ira, dolor y desesperación empiezan a recorrer mi cuerpo, esto no huele bien. Repentinamente empiezo a sentirme liviana y segundos después una gran fuerza me empuja hacia adelante, me vi con la cabeza contra la pared pero por suerte nunca llegué a rozarla.

Segundos después empiezo a llorar. No por mi, sino por la chica. Todo el tiempo desde que la ira me atacó hasta terminar en los brazos de Cael pude ver recuerdos, de los años 60, pero no eran míos, eran de Vinetta.

—¿Estás bien?— preguntó acariciando mi espalda.

Puedo sentir su incomodidad al tenerme cerca, yo le incomodo y quiero averiguar porqué.

—Creo— respondí, separándome un poco, sus manos sostuvieron mi cintura unos segundos y luego se alejaron— ¿Quién era ella? ¿Me estaba poseyendo? ¿Por qué siempre que estamos cerca te tensas y malas sensaciones me persiguen?

—Una chica, si y no puedo responderte aún.

Me hizo a un lado y siguió con su camino. Lo seguí con la mirada hasta cierto punto. Fue extraño. Mis mejillas y muñecas arden, es un ardor ligero pero me molesta. Revisé mis muñecas pero están normales, toqué mis mejillas y no están calientes.

Creo que necesitas a Belarion.

[...]

Salí corriendo de la universidad y tomé un taxi hasta las afueras de la ciudad. Pagué al señor y me bajé para empezar la caminata.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora