Capitulo Quince

3.1K 187 5
                                    



El cansancio y aburrimiento recorría mi cuerpo de pies a cabeza, pero era la mirada del profesor que me mantenía activa, de cierta forma. El hombre tiene unos treinta y dos años muy conservados, fácilmente podría pasar por un chico de veintiocho sino fuera por esos anticuados anteojos, mide alrededor de 1,90, ojos verdes, buena musculatura y melena castaña.

Mentiría si dijera que no me atrae su físico, pero al menos sé controlarme no como las otras que sólo le hacen preguntas para que se acerque a su puesto.

Detrás de mi está sentada Silvana quien susurra cosas con Leila, cosas que en estos momentos ignoro. Llevaba más de diez minutos buscando una posición cómoda para dormir, pero este hombre, el profesor de geografía, no me quita los ojos de encima, es como si supiera que estoy apunto de colapsar.

Se preguntarán que ha hecho mi mañana tan pensada, la razón es que tuve pesadillas durante toda la noche, desperté aturdida y en la cafetería a una castaña, muy pesada, se le ha ocurrido que sería divertido echarme su bebida en mi pantalón.

-¿Señorita Petrov?- me llamó el profesor y alcé la vista.

-¿Ah? ¿Qué pasa?- pregunté confundida y varios ríen ante mi reacción.

-Estaba preguntando sobre la ubicación de Coblenza, Aquisgrán y Kémerovo- dijo un poco molesto.

-¿Ya le ha preguntado a otros?- pregunté y asintió fastidiado- ¿Responderá o no?

-Son ciudades de Alemania, excepto Kémerovo, esa es de Rusia- respondí finalmente ahogando un bostezo y asiente satisfecho.

-¿Tiene alguna idea de su expansión territorial?- negué con la cabeza y enfocó la mirada en algún otro alumno detrás de mi.

-Thomas ¿no?- preguntó el profesor señalando a alguien detrás de mi.

Inmediatamente me tensé, miré sobre mi hombro y si es él.

¿Thomas había estado en la misma clase que yo todo este tiempo y no lo había notado?

Dios, que distraída.

-¿Dónde se ubica Izhevsk?- soltó el profesor y pasan unos segundos de silencio.

Sonreí inconscientemente ante la pregunta sin poder evitar sentir una oleada de orgullo. Izhevsk es mi ciudad natal y sabía todo de ella.

-En Rusia.

-¿Superficie?- preguntó y giré para verlo.

Tiene un ligero moretón en mi ojo que me hace sentir mal, aunque yo no haya tenido nada que ver.

¿Qué le pudo haber pasado?

-Trescientos kilómetros cuadrados- respondió muy seguro de si mismo.

-Trescientos dieciséis kilómetros cuadrados- me atreví a corregir y todas las miradas se posan en mi.

-¿Año de fundación?- me preguntó directamente.

-1760- respondí y parece pensarlo mientras rasca su barbilla.

Mira la hora en su reloj y hace una mueca. Es realmente hermosa esa sensación satisfactoria que te recorre cuando respondes bien a los ataques de un profesor.

-Es todo por hoy, recojan sus cosas- indicó y un murmullo se alza en el salón, poco a poco todos se van poniendo de pie, cuando estoy por salir el castaño nos llama a Thomas y a mi.

-Su participación en la clase de hoy fue excepcional, igual que en las anteriores. Sobre todo tú, Lesya.

-Gracias- solté mirándole con fijeza.

Miré de reojo a Thomas y no parece muy contento con esto, no es que yo lo esté pero él parece saber para que estamos aquí.

-Saben que falta poco para la feria de geografía que se presentará junto a la de historia, arte, ciencia y biología- continuó y fruncí el ceño.

Ya sé a que viene esto.

-Y usted quiere que uno de los dos se presente- hablé y él ríe.

-No Lesya, quiero que ambos lo hagan.

-¿Disculpe?- cuestionó Thomas.

Ahora que estaba más cerca podía detallar con precisión el moretón en su ojo izquierdo, de lejos no era tan evidente pero de cerca se podía ver a la perfección que era reciente... De hace unos pocos días.

-Lo que oyeron, deberán hacer una pequeña tesis sobre: Rusia, Alemania y El Vaticano. Deben investigar desde su geografía hasta las culturas de cada país, revisaré su progreso en cada clase.

Nos tiende un par de hojas y Thomas se apresura tomar la suya.

-¿Qué ganamos con esto?- pregunté tomando la hoja de su mano.

-Puntos extras en esta materia, historia y artes.

-¿Cuánto tiempo dice que falta para la feria?

-Dos meses- respondió y asentimos, nos encaminamos hacia la puerta y tomé de la mano al castaño.

Según recuerdo tenemos una conversación pendiente.

-Tenemos que hablar.

-Te escucho.

-¿Qué fue lo que pasó aquella noche en el campo?- pregunté buscando su mirada pero no logro dar con ella.

Tengo la sensación de que ese moretón en el ojo está relacionado con esa noche. Miró a ambos lado del pasillo y luego me arrastra por el pasillo hacia quién sabe dónde.

Entramos en un salón vacío y cierra la puerta detrás de él.

-¿Por qué no podíamos hablar en el pasillo?

-Quieres hablar ¿no? Bien, hablemos. Mi intención no era dejarte pero cuando estábamos a unos metros de la enfermería dos chicos aparecieron, tenían el rostro cubierto y uno parecía estar enfermo... Me ordenaron que te dejara en el suelo y luego me fuera pero me negué, insistieron, se acercaron y me derribaron. Caíste sobre mi y no tardaron en tomarte, mientras uno corría contigo el otro me golpeo y me dejó inconsciente en el pasillo.

-¿Seguro que no sabes quiénes eran?

-No te preocupes, estoy bien- dijo con una sonrisa.

No entiendo cómo está tan tranquilo, lo golpearon sin razón y no piensa hacer nada.

Acaricié su ojo maltratado y cierra los ojos por unos instantes, su rostro está relajado y su cutis es totalmente liso y suave.

-Sé quién es ideal para ti- dije repentinamente y tiré de su brazo para salir del salón.

-¿Adónde quieres llevarme?- preguntó con cierta diversión.

-Tranquilo Eberhard, serás el regalo perfecto para mi amiga, está de cumpleaños hoy y no sé qué darle.

-¿Cómo sabes mi nombre?- cuestionó.

-Tengo un don.

-¿Y crees que un chico que posiblemente no sienta nada por ella ni ella por él será la mejor opción?

-Confía en mí. Te enamorarás apenas la veas y ella de ti, así que enséñale tu mejor sonrisa alemana y conquístala- lo empujé dentro de la habitación y entré detrás de él con mi mejor sonrisa.

Más le vale que le guste Thomas y a Thomas Leila o sino tendré que casarlos a la fuerza.

-¿Quién es él?- susurró Silvana en mi oído.

-Nuestro nuevo cuñado.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora