Capitulo Cuarenta y Dos

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—Hola, quisiera hacer una visita.

—Un momento, por favor— dijo el oficial con la mirada en la pantalla del computador. Le di un rápido vistazo a mi alrededor— ¿Cuál es su relación con el recluso?

—Familia— respondí mirándolo con una pequeña sonrisa. Por su mirada decidí mantener un perfil serio, no quería resultar sospechosa.

—Nombre completo y edad.

—Lesya Petrov Vasíliev, 21 años.

—¿Algún papel de identificación?— pidió con aburrimiento, bajé la mirada a mi cartera  y busqué un papel que me sirviera de identificación.

Le entregué mi carnet de estudiante y mi licencia de conducir. A mis espaldas pude escuchar a dos personas hablando, por las voces supuse que se trataba de una mujer y un hombre. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca reconocí la voz masculina. Maldije por lo bajo. Miré por sobre mi hombro y su mirada conectó con la mía brevemente.

—¿Nombre del recluso?— preguntó el oficial en la pequeña casilla, capturando mi atención.

—Alvin Cruyff— respondí sin dejar de mirarlo. Le dirigió algunas palabras a la mujer que lo acompañaba y esta se marchó.

Después de haber pasado varios días evitándolo no esperaba que nuestro reencuentro fuera en una cárcel. En esos pocos días sin él me di cuenta de lo mucho que cambiaba mi actitud.

—¿Qué haces aquí?— preguntó llegando a mi lado.

—¿Podría repetirme el nombre?— pidió el oficial.

—Alvin Cruyff— repetí.

—¿Por qué quieres verlo?— preguntó. Me negué a responder.

—¿Motivo de la visita?— preguntó el oficial.

—Sólo vengo a ver cómo está— respondí. Me volví hacia Christopher mientras guardaba el carnet y la licencia en mi cartera.

—Ya puede seguir— dijo finalmente el oficial.

Al ver que Christopher iba a seguirme se puso de pie para detenerlo, pero este mostró su placa y lo dejó ir.

—¿Dónde has estado?— preguntó cruzándose en mi camino.

—Intentando ponerle un poco de orden a mi vida— respondí evitándolo.

No estaba enojada, para nada. Pero en este momento no quería perder mi enfoque.

—Y quisiera saber si en realidad formo parte de ella— dijo y me detuve sintiendo su penetrante mirada a mis espaldas.

—Sólo diez minutos, el horario de visitas acabará pronto— indicó un oficial frente a una puerta de acero. Asentí y abrió la puerta dejándonos entrar.

En la pequeña habitación había una mesa y tres sillas, la que estaba sola del lado izquierdo era ocupada por un Belarion aún más demacrado y esposado. Christopher y yo tomamos asiento frente a él.

—Es bueno verlo otra vez detective— comentó Belarion— Y tan pronto.

—¿Ya estuviste aquí?— le pregunté a Christopher con el ceño fruncido.

—Es mi trabajo— respondió obvio.

—Что ты здесь делаешь (¿Qué haces tú aquí?)— preguntó con mala cara.

—Cael находится на грани смерти, я чувствую, что вы делаете (Cael está en coma al borde de la muerte, ¿qué le hiciste?)— cuestioné. Largó una carcajada.

Una Ecuación Peligrosa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora