Capítulo 19

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Vencer

Los gritos de guerra, los cañones disparados, las olas de mar embravecidas y los metales de las espadas chocando unas con otras hacían la orquesta perfecta para una masacre. Noé resistía protegiendo a los civiles de los inminentes ataques al mismo tiempo que luchaba por evitar que los marines desembararan en su isla.

Múltiples de sus copias tamaño humano hechas de agua defendían desde tierra formando y lanzando esferas enormes del líquido cristalino. Ella se encontraba de pie sobre una torre de agua al centro de la isla controlando cada uno de sus clones como uno solo.

Los barcos que habían quedado intactos se preparaban para tomar la situación bajo sus manos y el mando de Akainu. Ordenando así una invasión inmediata, si alguien caía debían seguir adelante con el nombre y justicia que se les había encomendado.

El sudor bajo su frente, sus manos empuñando un arma, la determinación en sus ojos, les dió el valor y simplemente... saltaron al mar nadando a tierra firme donde se atrincheraron y dispararon hacia donde estaba Noé.

La albina levantó muros al rededor suya hasta formar un cubo perfecto que giraba sobre su eje lentamente. Cada bala que intentaba atrevasarlo quedaba atrapada en las corrientes internas y luego era regresada con la misma potencia letal. Algunos marines parecían al descuido y sorpresa de no ver el objecto hasta que era demasiado tarde y atravesaba sus frágiles cuerpos.

Akainu observaba todo con furia creciente en su pecho, bajo sobrepasando el agua del mar hasta la arena derritiendo y quemando todo a su paso. Las viviendas pronto se convirtieron en un creciente incendio masivo adiestra y siniestra. Las manos de Noé se elevaron al cielo atrayendo el agua del mar el agua formando un espiral gigante hasta terminar en punta que luego se dispersó como lluvia constante apaciguado las llamas.

Parecía que no podría ganarle con terceros, si quería ganar, Akainu debería ir por el cerebro y problema de raíz.

<<La mocosa>>

Se dijo en su cabeza.

Lo que pasó a continuación aún tenía conmocionado al mundo. Si te dijeran que ese día alguien moriría ¿Harías caso o lo olvidarías? No es necesario que cínicas quien será el desafortunado, pero si es así... ¿Qué harías? Precisamente, que te lo digan no quiere decir que sea verdad sin embargo, no hay que confundirlo y tomarlo con algo imposible.

La manga del saco del almirante se quemaba a paso lento, la espesa lava ganaba terreno. Su mirada ensombrecida, su porte determinado indicaban que buscaba pelear cara a cara con la emperatriz, sin rodeos y sin trucos, solo ellos en el campo de batalla.

De pronto, Noé salió de su cubo de protección bajando lentamente al suelo. El cielo se tiñó de negro, los pájaros huyeron y los perros ahuyaron. El almirante levantó la mirada intrigada y llena de ira, clavándose sobre la pequeña figura de la menor que lo observaba desde su lugar a unos cuantos metros.

Noé ya había sacado a los lugareños a un palacio sobre el mar hecho de agua, lejos del desastre y su hogar en estos días aparte del Oro Blanco. Tenía terreno libre para no preocuparse por los demás, esta vez iba a ser diferente a otras luchas. Algo en el aire y una corazonada le daban mala espina, pero ya estaban los dos ahí, no había vuelta atrás.

El aire sopló con fuerza moviendo el cabello de ambos al son de las brisas. El ambiente se puso tenso y como si de una escena ensayada levantado sus manos dominantes al frente lanzando su mejor ataque. Un brillo desternillante opacó el cielo y todo aquello visible para la vista.

Si alguien aparte de ellos y los marines hubiera visto aquello, juraría que pudo sentir un escalofrío recorrer su columna vertebral. Cuál presa rogando antes de la muerte. La luz bajaba poco a poco y los cuerpos magullados de ambos contrincantes junto una respiración errática llama la atención.

Noé tenía su brazo izquierdo atravesando el pecho de Akainu y a su vez, este mismo la atravesaba con su brazo izquierdo. La niña jadear en busca de aire al sentir que lo único disponible eran brazas hiriendo sus pulmones y nariz. Akainu no se quedaba atrás, era como si le cortaran el aire y sentir líquido en su interior ocupando el aire en sus pulmones.

Alguien moriría ese día, la línea entre ellos se desdbujaba, casi como algo divino. En ese momento no había poderes o roles, solo era la supervivencia ante el más fuerte y el más débil. Noé sacó su brazo empujando el cuerpo ajeno lejos de ella, la sangre brotaba del hoyo en su pecho cual cascada sin fin.

Una sonrisa burlesca se apoderó de la comisura de sus labios cuando los marines se apoderaban del almirante moribundo cargando su cuerpo hacia un barco dando por finalizada la pelea. Ella cayó de rodillas dejándoles ir perdiendo el interés, su mano derecha se elevó a la altura de su pecho sacando hilos de agua que reconstruian el tejido dañado y repongan la sangre derramada.

Definitivamente le gustaba sentirse al borde de la muerte, sin embargo no tenía intenciones de morir, no aún, no cuando podía derrotar a un ejército ella misma y que mejor que para que la dejaran y tomaran en serio de nuevo. El sabor de su boca se convirtió en una amarga victoria sin borrar su sonrisa.

Se río entre dientes rechinando los mismos con fuerza hasta cansarse. Deseaba la hora en que otro engreído viniera a plantarle cara retando su autoridad, quizá esa vez ya no sería benevolente y racional, derramará algo más que su propia sangre, una ajena no vendría mal siempre y cuando la paz fuera la victoria.

Una cosa era cierta: Podían criticar sus medios para conseguir la paz que añoraba. Pero no podían cuestionar sus resultados, ya no.

Eres más sanguinaria y macabra de lo que pensé — La voz se río sonoramente retumbando en el interior de la albina — Finalmente maduras y muestras el verdadero tu —.

Voces silenciosas (One Piece x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora