Capítulo 34

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Caminos entrelazados

Con el paso de los años, he aprendido a dominar los poderes que fluyen a través de mí, me he fortalecido y me he convertido en una joven adulta en pleno dominio de mis habilidades. Los malos tratos, la traición y la indiferencia del mundo hacia mi persona han forjado una coraza impenetrable alrededor de mi ser.

Ahora, cuando piso la cubierta de un barco, ya no hay duda ni vacilación en mis acciones. El respeto, o quizás el miedo, que una vez me fue negado, ahora me rodea como un manto oscuro. Los que alguna vez me despreciaron, ahora son testigos de mi poder.

"He crecido", eso es lo que repito para mí misma, recordando cada herida que el mundo me infligió, cada desplante y cada traición. Me he vuelto insensible a las sutilezas del trato humano, pero eso me ha hecho implacable en la búsqueda de mis propios objetivos.

La llegada de Luffy a los mares ha sido un catalizador en mi transformación. Su respeto por la libertad y su capacidad para desafiar a aquellos que se creen invencibles resonaron en lo más profundo de mi ser. Pero ya no soy la joven vulnerable que una vez fui, ahora soy una fuerza imparable, decidida a hacer cumplir mi voluntad sobre las aguas y los corazones de aquellos que me desafien.

Los que alguna vez se burlaron de mí, ahora se estremecen ante mi presencia. Las leyendas sobre mi oscura alianza con Eso han crecido y se han vuelto más temibles que nunca. La combinación de mis habilidades, mi fortaleza interior y la influencia de Eso me ha convertido en una fuerza que los mares no pueden ignorar.

Ya no busco aceptación ni comprensión. Ahora busco poder, respeto y, sobre todo, la realización de mis propias ambiciones. El mundo que una vez me despreció ahora temblará ante la fuerza que he cultivado. Estoy lista para desafiar y moldear este mundo a mi antojo.

Noé se sumergía en las páginas del periódico una vez más, leyendo con detenimiento cada hazaña de Monkey D. Luffy, el joven pirata que desafiaba con valentía y determinación las estructuras de poder establecidas, algo con lo que la joven Noé se sentía identificada. A medida que repasaba sus aventuras, una mueca de desprecio se dibujaba en sus rasgos, revelando la incomodidad y el desagrado que sentía hacia aquel chico mugiwara.

Si bien podía reconocer el coraje y la pasión que Luffy desplegaba en su búsqueda por la justicia y la igualdad, Noé sentía una inquietud interna que la perturbaba. Era consciente de que las acciones de Luffy, su lucha por el bien común, y sus principios resonaban en un espectro completamente opuesto al suyo.

A pesar de las adversidades que enfrentaba, Noé sabía que la fama de Luffy se expandía por los mares, y esa inevitable sensación de que eventualmente sus caminos se cruzarían no dejaba de acosarla. Si bien Luffy podía enfocarse en los marines de menor rango, intuía que su escala de valores y su forma de ver el mundo serían un obstáculo insalvable en un futuro encuentro.

La brecha entre los ideales de Luffy y los de Noé era vasta, como un abismo insondable que separaba sus respectivos propósitos y caminos. Mientras ella forjaba su propio sendero hacia el poder y la dominación, sabía que la confrontación con alguien tan arraigado en la defensa de la justicia y la libertad como Luffy sería inevitable, y ese enfrentamiento sería un choque de principios y filosofías que definiría el rumbo de sus destinos, quizás incluso del mundo a este paso.

Noé dejó escapar una risa burlona ahogada al llegar al final de la nota en el periódico, donde el joven pirata Luffy proclamaba su sueño de convertirse en el próximo Rey de los Piratas. La idea le resultaba divertida, casi irónica, porque sabía que ese título estaba destinado a una sola persona en su mente: ella misma.

A pesar de todas las acciones que Luffy emprendía en nombre del bien y la igualdad, Noé mantenía firmemente la convicción de que el título de Rey de los Piratas le pertenecía, no por derecho, si no porque se lo ganaría abriendo su camino sin importar que. Aún si despojaban a Luffy de sus hazañas benévolas, ella estaba convencida de tener una clave, aquello que en ese punto de la hisotria nadie más tenía, la pista que la llevaría al One Piece.

A través de la oscura alianza con Eso, Noé había adquirido conocimientos, pistas y secretos que la acercaban cada vez más al anhelado tesoro que yacía en lo más profundo de Grand Line. Para ella, el camino hacia el One Piece era una búsqueda personal, una meta que se convertiría en su logro supremo, independientemente de los valores o ideales de otros piratas.

La risa de Noé resonó en su cabeza, una risa que denotaba confianza, determinación y el conocimiento de que su destino estaba entrelazado con el título que Luffy anhelaba. Mientras el mundo giraba alrededor de las hazañas de aquel joven pirata, Noé estaba decidida a forjar su propio camino hacia la gloria y el dominio, sabiendo que el título de Rey de los Piratas estaba reservado para alguien que se regiría por sus propias reglas y ambiciones.

Con la alianza con Eso, había alcanzado un nivel de dominio extraordinario sobre un aspecto peculiar y excepcional: el arte del tiempo relacionado con el agua de los mares. Para ella, los océanos eran testigos mudos de la historia, depositarios de incontables relatos, susurros y memorias del pasado.

El agua, con su vastedad e historia incrustada en sus corrientes, había presenciado el fluir de la humanidad a lo largo de los milenios. Había sido testigo de la efímera existencia de innumerables vidas, portando secretos que se entrelazaban en su ser líquido como tumbas olvidadas. Noé había adquirido un poder excepcional al comprender este aspecto único del agua: acceder a sus recuerdos, conocer los secretos que custodiaba y sentir en tiempo real las presencias que se movían en los mares.

Con este don, Noé era capaz de vislumbrar los secretos más oscuros y las presencias más sutiles en las vastas extensiones de los océanos. El poder del agua le otorgaba una visión privilegiada de lo que ocurría en el mar en tiempo real, una herramienta invaluable en su búsqueda del One Piece.

Cada corriente, cada ola, cada remolino, susurraba historias y secretos ancestrales que guiaban su camino hacia la anhelada recompensa. Para Noé, el One Piece era el objetivo final, la pieza que completaría su búsqueda de dominio y poder absoluto, aquella que le daría el mundo en la palma de su mano. Estaba convencida de que, con su comprensión única del agua y su capacidad para desentrañar sus secretos, sería solo cuestión de tiempo antes de alcanzar el One Piece y arrebatarle el sueño al joven pirata Luffy.

En las profundidades del océano, Noé materializó una personificación hecha de agua de sí misma que representaba su esencia y su poder. Desde aquel rincón acuático, observaba con ojos cristalinos, a través de las corrientes y los rayos de luz que atravesaban el líquido, un barco en particular.

En la proa de esa embarcación se encontraba el joven pirata con sombrero de paja, relajado y ajeno a la presencia que lo observaba desde las profundidades. Noé podría haber atacado en ese momento, su poder sobre el agua le otorgaba la capacidad para hacerlo sin esfuerzo, pero optó por contenerse. Era consciente de que aún no era el momento de enfrentarse a él.

A pesar de la tentación de perturbarlo y hacerle saber de su presencia, Noé decidió esperar. Sus ojos estáticos y su presencia líquida permanecían en la espalda del joven pirata, pero sabía que llegaría el momento adecuado para el encuentro. El destino había entrelazado sus caminos y Noé estaba dispuesta a aguardar pacientemente hasta que el tiempo y las circunstancias fueran propicias para el enfrentamiento con aquel que desafiaba su anhelado sueño.













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Ahora si, finalmente llegamos a la actualidad. Los siguientes capítulos abordarán el camino de Luffy desde el punto de vista de Noé, básicamente hasta la alianza con Law donde no se enfrentarán a Kaido, si no será ella como primer enemigo.

Sólo quiero decir que no será particularmente un "buen final" para ningún lado.

Sin más, gracias por leer ♡

©-Yaratzalli 2023

Voces silenciosas (One Piece x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora