Noé, joven pirata de diecinueve años, considerada una amenaza mundial por sus orígenes y la amenaza que representa por si misma. Unos orígenes que el gobierno quiere ocultar ante el mundo por la catástrofe que puede causar si se llegan a saber pero...
Después de la batalla entre el almirante y la emperatriz que defendía su título y lugar en los mares la noticia corrió como pólvora de boca en boca. Akainu se aferraba a la vida jurando que la próxima vez que la viera el se encargaría de matarla con sus propias manos poniendo su cabeza en una estaca para advertir a cualquiera que si quisiera o siquiera pensara en cuestionar su autoridad y el de la marina, pagaría con su vida.
Por su lado, Noé se dedicó a reparar la isla y las viviendas dañadas de las personas como resultado en su batalla con el marín. Les pidió disculpas por haberlos involucrado en algo que no era su problema, levantó unos muros de agua que la alertarían si alguien se atreviera a entrar en sus tierras y ella misma en persona iría a arreglar las cosas.
Ahora, viajaba de vuelta en su barco hacia su castillo de agua sobre el mar. Necesitaba hacer algunas cosas, poner su vida en orden y pensar en que era lo que seguía luego de su capítulo de guerra tras guerra con todo el mundo sin parar. Quería calma en su vida y quizá viajar por ahí o quedarse un tiempo con Shirohige para despejar su mente.
Esta última fue la que mejor le convenció y con una sonrisa en su rostro se puso en marcha sintiendo en sus adentros lo que el mar le decía. La ubicación de su barco algo lejos de su paradero actual. Tomó el timón del barco cuando su Den Den Mushi personal sonó repentinamente.
Lo sacó de su bolsillo derecho perteneciente a su vestido y lo colocó a la altura de au boca escuchando atentamente. Del otro lado solo se escuchan las olas de mar y una respiración agitada, desconcertante para la albina.
— ¿Es cierto? — Cuestionó de pronto una vez masculina.
Noé no pudo reconocerla y mucho menos pudo responderle, su Den Den Mushi era normal, por lo tanto la otra perosna no podía ver su rostro o señas para comunicarse.
— Te cazarán como un animal herido y yo estaré ahí para verlo. No esperes ayuda de nadie — Advirtió de repente — Estas muerta, perra de blanco. Tus aliados ya te han dado la espalda sin que te des cuenta, incluso tus queridos emperadores —.
La llamada se cortó dejando a Noé con una incertidumbre en sus adentros, ¿Quién diablos era esa persona? Era claro que sus declaraciones eran simples falacias sin fundamento y palabrerías sin sentido. Su ceño se frunció al sentir el ambiente pesado y una corazonada que decía que claramente esto aunque fuera una broma, algo de verdad contenía.
Sin pensarlo mucho corrió a su camarote tomando de su mesa de noche el Den Den Mushi especial que los piratas Barbablanca le habían dado en conjunto. El timbre de la llamada retumbaba en su cabeza como un partilleo sin cesar hasta que una imagen salió de los ojos del Mushi mostrando a un Barbablanca serio, Marco a su lado con la cabeza baja y semblante serio.
Ahí fue donde la fémina se preocupo.
— Cualquier tregua o trato que hayamos tenido señorita Noé, queda completamente anulado y desde ahora, somos simples enemigos en los mares — La imponente voz de Shirohige habló.
— El precio de tu cabeza subirá a primera hora. No vuelvas a buscar a los piratas Shirohige si quieres estar ilesa por ahora — Completó Marco sin un ápice de sentimientos.
¿Qué estaba pasando... esto era un borma de mal gusto no? ¡¿No?! Porqué la familia que la había recibido con los brazos abiertos de pronto le daba la espalda y la tiraba a la calle como un perro. ¿Por qué la desconocía?
Sus ojos se cristalizaron y sus labios se fruncieron reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir y empapar sus mejillas.
— "¿Puedo preguntar por qué la repentina noticia?" — Cuestionó a duras penas la albina manteniendo la compostura.
Shirohige y Marco se miraron durante unos segundos diciendo algo con su mirada que sólo ellos entendían. Marco se aclaró la garganta respirando profundamente para poner su mirada sobre la de Noé.
— Eres una carga y un problema. Solo nos estorbarías — La manera de hablar fue fría y poco emocional — Noé, esto es por tu bien y esperamos que lo entiendas. No nos vuelvas a buscar —.
Y ahí acabó la llamada, decir que solo sentía una emoción era decir poco. Comenzó a hiperventilar mientras buscaba las razones por las cuales la estaban abandonando sus seres queridos.
Buru buru buru...
Una nueva llamada. Atendió rápidamente esperanzada de que fuera padre y por milagro hubiera reconsiderado sus palabras, que todo había sido una broma pero no fue así, era Shanks el pelirrojo.
— Breve, rápido y al grano — Espetó áspero — Se acabó Noe, no te quiero volver a ver. Ni mi gente ni nadie cercano a mi ¿Entiendes? — La mirada de Shanks sobre la niña era asesina, como la que le daba a sus enemigos más odiados — Serás solo otro cadáver en la pila si piensas en buscarnos. Cuida tus espaldas —.
Los únicos aliados y familiares la abandonaron, todos y cada uno después de eso. ¿Qué estaba pasando? La palabra que podía definir el estado actual de Noé era shock y tristeza.
Le recordaba a la mujer horrible de su infancia, quien diría que tuvo razón después de todo, tal cual como dijeron sus palabras siempre iba a traer desastre y destrucción a donde sea que fuera. Su persona estaba marcada para vivir en las sombras y la soledad.
Cualquiera que se acercara terminaría herido a causa suya y ella no podría hacer nada para impedirlo, estaba escrito en las estrellas y era momento que aceptara que así iba a ser siempre. Rehusarse en este momento solo era retrasar lo inevitable, su destino.
Se dejó caer de rodillas sobre la cubierta sosteniendo su peso sobre sus manos, las lágrimas bajaban lentamente sin parar una tras otra. La llamada anónima tenía razón, todos le dieron la espalda, no tenía amigos, en la guerra no había aliados y la vida en los mares era una continua guerra.
Debió aprender eso antes de encariñarse con gente que tarde o temprano le haría eso, se sentia estúpida. No le importaba quien le había llamado para amenazarla y darle las malas noticias sobre su "familia". Si era la marina o una estrategia para destruirla ¿Qué importaba ahora?
No había nadie a su lado que no fuera la poca gente que aún y con temor vivía bajo su nombre y protección. Su vida y posición eran un chiste mal contado que ella se encargó de transmitirle al mundo, hizo un mal trabajo y se había encargado de restregarlo en su cara.
En la vida no hay premios o castigos por lo que haces o te hacen, solo consecuencias por los actos.
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